El mundo del teatro es un lugar donde el pasado se encuentra con el presente, donde las viejas historias pueden cobrar vida de formas inesperadas y emocionantes. En este contexto, la reciente producción de Les bacants, dirigida por el multifacético Albert Arribas, resuena como un eco poderoso desde el siglo V a.C. Este artículo se sumergirá en la travesía teatral que representa esta obra, explorando sus matices, su conexión con la actualidad y, claro, la brillante mente de Arribas.
El maestro detrás de la magia
Albert Arribas es conocido por su rigor y exigencia en cada uno de sus montajes. Como un director que no acepta nada menos que lo mejor, Arribas ha trabajado con textos de grandes autores como Albert Balasch, Davide Carnevali y Lluïsa Cunillé. Pero esta vez, se lanza al abismo de la tragedia griega con Les bacants de Eurípides. ¿Qué lo llevó a elegir esta obra tan intensa y desafiante? Si me preguntan, creo que es un reflejo de su propia pasión por hacer del teatro un espacio de reflexión y cuestionamiento.
En una charla que tuve con un amigo director de teatro una noche de viernes (sí, esas noches donde la música es solo ruido de fondo y las bebidas son nuestras mejores aliadas), discutíamos cómo Arribas logra que el público se sienta como un co-creador de la experiencia teatral. Es un poco como cuando te invitan a una fiesta, y tú piensas: “Espero que no sea solo yo el que dé la mejor vibra aquí”. Con Arribas, uno se siente siempre en una fiesta artística, donde las ideas fluyen.
La obra: una experiencia sensorial
Les bacants no solo es un montaje, sino un espectáculo en el que lo visual y lo sonoro se combinan de manera excepcional. La escenografía y vestuario, creados por Sílvia Delagneau y asistida por Manuel Mateos, son un festín para los sentidos. Los colores juegan un papel crucial en esta obra, desde el rojo carmesí de las telas hasta las representaciones simbólicas que evocan una conexión directa con la naturaleza instintiva y salvaje de los personajes. ¿Alguna vez has visto algo que te ha hecho sentir que podías tocarlo? Así es como se sienten los espectadores al ver esta producción; el arte está a un paso de ser tangible.
A menudo, en las obras de teatro contemporáneo, se pueden perder detalles por el camino. Pero aquí, con cada línea de diálogo, cada gesto teatral, se revela la esencia de lo que significa ser humano. Y el discurso se vuelve aún más relevante en un mundo que a menudo carece de matices. En necesito de tanta sutileza, no es raro que el público se sienta emocionado y, en ocasiones, descolocado, como si estuvieran atrapados en un juego cerebral.
El trio dinámico en el escenario
La inteligencia y la ironía se encuentran de la mano en esta obra, gracias a las brillantes actuaciones de Màrcia Cisteró, Antònia Jaume y Marta Ossó. Cada una aporta una presencia única al escenario. Recuerdo haber visto a Màrcia Cisteró en una producción anterior y quedaron grabadas en mi memoria su expresión intensa y su capacidad para transmitir emociones crudas.
En Les bacants, Cisteró, Jaume y Ossó intercambian roles que van desde lo trágico a lo irónico, creando una atmósfera en la que el humor y el drama coexisten como amores prohibidos, pero igualmente apasionantes. Si alguna vez te has sentido atrapado entre dos prioridades, sabes exactamente cómo se siente esas transiciones en la obra. Es como estar entre elegir una pizza o una hamburguesa para cenar… ambos son deliciosos, pero tú solo puedes elegir uno.
El legado de Eurípides en el escenario actual
Eurípides, uno de los grandes de la tragedia griega, nunca dejó de cuestionar lo que significaba ser humano. Su trabajo ha influenciado a innumerables generaciones de artistas y su relevancia sigue viva. Pero, ¿por qué todavía hablamos de sus obras en nuestros días? Porque las preguntas que plantea, sobre el poder, la moralidad y la locura, son eternas. En este sentido, Arribas hace un trabajo excepcional al conectar estos temas antiguos con la experiencia contemporánea.
La traducción al catalán de Jordi Pàmias es otro triunfador de esta producción, capturando la esencia de las palabras de Eurípides y haciendo que resuenen con una vibrante frescura. Honestamente, siempre que pienso en traducciones de obras clásicas, me imagino a alguien aturdido por la presión de hacer que cada palabra cuente. Pero Arribas, con un equipo como el de esta obra, hace que todo fluya sin esforço.
Un viaje hacia lo desconocido: la función del teatro
El teatro es, ante todo, un espacio de exploración. ¿Alguna vez has tenido una experiencia inusual en el teatro que hasta te hizo cuestionar tu propia realidad? Esa es la magia de Les bacants: puedes entrar a una sala y salir con una visión diferente del mundo. Arribas acomete esta experiencia con la misma emoción que se siente al abrir un regalo inesperado. ¡Es como encontrar un estreno de una película que has querido ver!
Y luego está el regalo inesperado al final de la obra, la voz de Mònica Almirall, que proporciona un cierre que no solo sorprende a los espectadores, sino que también te deja reflexionando sobre lo que acabas de presenciar. Es la cereza en el pastel de una producción que ya es rica en contenido.
Reflexión final: el valor del esfuerzo
Es impresionante ver cómo la “precariedad” de la escena, esa sensación de estar al borde de algo, no impide que el talento brille con luz propia. En otras palabras, tal vez la falta de recursos pueda ser la chispa que encienda el fuego de la creatividad. Nadie ha dicho que el teatro necesita ser monumental para ser significativo; a menudo los momentos más simples y desnudos son los que dejan una marca indeleble en nuestros corazones.
Terminando esta reflexión, siento que importantes figuras como Albert Arribas y su visión única contribuyen a una conversación teatral que vale la pena tener. Les bacants no es solo un espectáculo; es una aventura que nos recuerda que el humano es complejo, lleno de contradicciones y, sobre todo, en búsqueda constante.
Así que, si te encuentras en Barcelona antes del 12 de diciembre, no te pierdas esta joya teatral en el Teatre La Gleva. ¿Quién sabe? Tal vez salgas de allí reconsiderando tu propia existencia, o al menos con hablar enérgicamente sobre la trama con tus amigos durante la próxima cena.
Recuerda, el teatro tiene la capacidad de hacernos sentir vivos en las formas más extrañas y hermosas. ¡Disfrútalo!