Desde que tengo memoria, toda conversación sobre hacer ejercicio solía incluir frases como «La mejor forma de mantenerse en forma es caminar» o «Caminando se pierde peso». Pero, ¿alguna vez te has parado a pensar si realmente estamos haciendo lo correcto? Aparentemente, todos esos largos paseos en línea recta que nos han dicho que son la solución definitiva podrían no serlo tanto. Recientemente, un grupo de investigadores de la Universidad de Milán realizó un estudio que cambia las reglas del juego sobre cómo y por qué caminamos, y vaya que las conclusiones son sorprendentes. Así que, si piensas que caminar es sólo cuestión de adoptar una buena postura y respirar hondo, prepárate para escuchar una nueva perspectiva.
La premisa del paseo constante vs. el intermitente
Para entender bien la noticia, primero tenemos que hablar sobre la idea común de caminar. Durante años vamos de A a B, disfrutando de la brisa, del canto de los pájaros y de quienes nos miran extrañados mientras luchamos por no parecer que nos estamos agitando. La lógica detrás del caminar constante es simple: si paseas a un ritmo tranquilo durante largos períodos, quemarás calorías. Pero, ¿qué pasaría si te dijera que todo este tiempo has estado caminando mal?
El estudio dirigido por Francesco Luciano demostró que, en realidad, si quieres maximizar ese gasto calórico, deberías considerar hacer paradas intermitentes durante tus caminatas. Tal cual. ¿Alguna vez has intentado llevar este enfoque a tu paseo habitual? Sin duda, está bien experimentar en este sentido (con precaución, claro). Imagina: un día decides caminar hacia el parque, pero en vez de hacerlo todo de un tirón, te tomas un descanso en las bancas, charlas con un amigo o te sientas a observar a los pájaros. ¡Es como dar un paseo relajante, pero con un giro en el consumo de energía!
La necesidad de oxígeno en cortos períodos
Los investigadores realizaron experimentos con diez voluntarios sanos a quienes monitorearon mientras realizaban ejercicio en una máquina de escaleras y en una cinta de correr. A través de diferentes velocidades y períodos de tiempo que variaban entre diez segundos y cuatro minutos, observaron cómo el gasto energético variaba. ¿La sorpresa? Las caminatas cortas, de 10 a 30 segundos, requerían entre un 20% y un 60% más de oxígeno comparado con esas caminatas más largas que, pensábamos, eran las ideales para quemar calorías.
Este dato es fascinante y al mismo tiempo un poco desalentador, porque todos hemos escuchado el mantra de que «lo que cuenta es la distancia recorrida». Si alguna vez has sentido que caminar de manera constante durante 30 minutos es todo un logro, es hora de poner en una balanza el esfuerzo invertido.
Conclusiones sorprendentes sobre el ejercicio
A medida que los participantes se movían a lo largo de la distancia, las mediciones revelaron que el cuerpo no se encontraba tan eficiente al inicio de cada caminata. Esto se debe a que se necesita más energía al comenzar que después de haber caminado un poco. Es algo así como arrancar un coche: lo más complicado y que más combustible consume es el inicio del trayecto. Una vez en movimiento, la cosa se suaviza.
Ahora, seguramente te estarás preguntando, ¿vale más la pena hacer caminatas cortas y tomar descansos? La respuesta parece ser un rotundo sí. No solo se trata de cuántos minutos estás moviendo tus piernas, sino de cómo lo haces. ¿Qué te parece esta nueva forma de entender el ejercicio diario?
El ideal de la caminata perfecta
Los expertos sugieren que la clave no solo está en ser constante, sino en disfrutar de lo que llamamos el paseo “perfecto”. Aunque solía pensar que 150 minutos de ejercicio a la semana eran suficientes, ahora entendemos que podemos estructurarlo con descansos intermedios para optimizar esos momentos de actividad. Esto es especialmente relevante para quienes son más sedentarios y encuentran la idea de hacer ejercicio casi abrumadora.
Esto plantea un dilema interesante: ¿Puede ser que todos esos consejos sobre largas caminatas sean un mito? Tal vez sí. Aquí es donde la posibilidad de tomar “snacks de ejercicio” comienza a hacer sentido. Unos minutos aquí, otros allí, y antes de que te des cuenta, habrán sumado a tu jornada.
Adaptando el cambio a nuestra rutina
¿Cómo llevar esto a la práctica? Aquí es donde entramos en lo divertido. Considera tu rutina diaria: si caminas al trabajo, ¿por qué no intentas hacerlo en segmentos? Puedes cruzar la calle, detenerte en una cafetería a tomar un café (una pausa, sí, pero también una pequeña caminata adicional al lugar). Tal vez te encuentres con amigos en el camino y dediques unos momentos a charlar.
En mi experiencia, cada vez que me propongo hacer ejercicio, se convierte en una obra de teatro desastrosamente divertida donde mi cuerpo se siente como si estuviera en una batalla contra mi propio sofá. Pero supongo que todos hemos estado allí, tratando de motivarnos para hacer algo mientras el “no hacer nada” nos mira desde el otro lado de la habitación. La clave es cambiar un poco esa narrativa. Cada vez que elijo dar un paseo, estoy realmente eligiendo mi energía. Puede que la idea de caminar sea sencilla, pero agregar un toque de entretenimiento puede hacer que el proceso sea mucho más agradable.
Conclusiones finales y un toque personal
Así que, ¿qué aprendimos de todo esto? Caminar es, sin duda, una excelente actividad física, pero hacerlo de manera continua no es necesariamente la forma más efectiva de quemar esas indeseadas calorías. Puede ser mucho más beneficioso fragmentar nuestros pasos y permitir que nuestros cuerpos respiren entre cada tramo. Además, con todas estas nuevas ideas, podríamos entretenernos un poco más, reírnos y olvidarnos, por unos momentos, de las preocupaciones del día a día.
Si hay algo que puedo compartir de mi propia experiencia es que a veces la vida se siente como una carrera sin fin. Despertar, trabajar, hacer ejercicio, y tratar de encajar en la sociedad moderna puede ser un desafío abrumador. Pero al final del día, solo se trata de encontrar esas pequeñas alegrías, esos momentos donde logramos engañar a nuestra mente y cuerpo para disfrutar un poco más de la jornada. A veces, cambiar los pasos y tomar esas pausas puede ser el secreto oculto que todos necesitamos.
Así que, ¿qué tal si la próxima vez que decidas hacer ejercicio, pruebas con caminar de manera intermitente? Después de todo, quien camina pequeños tramos con grandes descansos, tal vez llegó tan lejos como el que lo hace sin parar.