Cuando hablamos de cerveza, es fácil dejarse llevar por el aroma intenso de una Guinness bien fría. Pero, ¿alguna vez te has preguntado qué hay detrás de esa espuma tan característica y cremosa? Hoy voy a contarte la historia de un héroe anónimo (y sí, aquí hago una pausa dramática) que hizo posible que esa experiencia se convirtiera en un deleite para los sentidos: el matemático reconvertido en maestro cervecero, Michael Ash.

¿Quién era Michael Ash?

Nacido en 1927 en el Reino Unido, Michael Ash no era exactamente un hombre de medios. Su legado no incluye una serie de libros bestsellers ni un reality show en la televisión, sino una contribución invaluable a uno de los íconos de la cerveza: Guinness. Pero, ¿quién era realmente? Ash era un matemático graduado de la Universidad de Cambridge que descubrió su pasión por la cerveza en una fábrica del oeste de Londres. Sí, eso suena como el comienzo de una película de comedia que incluye cervezas volando y matemáticas en un rincón polvoriento.

En 1951, Ash se unió a la emblemática cervecería Guinness. En aquel entonces, probablemente nadie podía imaginar que un hombre que había dedicado su vida a las matemáticas revolucionaría la forma en que bebemos cerveza. Después de un entreno acelerado en la cervecería, Ash se convirtió en parte de un equipo pionero que cambiaría la narrativa de la cerveza negra para siempre.

El Proyecto Draught: La chispa que encendió la revolución

Todo comenzó en 1959, cuando la Guinness se enfrentaba a un reto que podría haber hecho tambalear a cualquier cervecero de la época. Su cerveza, tan popular en Irlanda, se vendía mayormente en barril, lo que complicaba su distribución en el extranjero. A los bebedores fuera de Irlanda no se les podía ofrecer esa rica experiencia de la Guinness de barril. Fue aquí donde entró en acción el llamado Proyecto Draught. «¿Y qué es esto?», te preguntarás. Bueno, imagina a Ash y un equipo de ingenieros en una habitación, afirmando que podrían transformar el mundo de la cerveza.

El ingeniero estaba allí, Kerouac lo hubiera amado, pensando: «¿Por qué no vamos a inyectar un poco de nitrógeno?». Y así, tras muchas tazas de cerveza y, me imagino, unas cuantas discusiones acaloradas, el equipo de Ash llegó a la conclusión de que una mezcla de nitrógeno y dióxido de carbono era la clave.

De las matemáticas a la cerveza: la ciencia de la espuma

Para los no iniciados, el nitrógeno es un gas que a menudo pasa desapercibido en nuestras conversaciones diarias, pero que tiene un rol crucial en la creación de espumas mágicas en la cerveza. Al contrario que el dióxido de carbono, que produce burbujas grandes y ruidosas, el nitrógeno crea burbujas más pequeñas y suaves. Esto, queridos lectores, es lo que permite que esa famosa espuma de Guinness tenga esa textura aterciopelada.

El nuevo sistema, denominado «Easy Serve», no solo fue innovador en su tiempo, sino que también marcó un antes y un después en la forma en que se sirvieron las cervezas en los bares de todo el mundo. Durante unos pocos meses, más de la mitad de los puntos de venta de Guinness adoptaron este sistema. ¡Imagina a los bares riendo mientras las espumas prosperaban!

Sin embargo, no todo fue miel sobre hojuelas. Mientras que algunos bebedores abrazaban el nuevo sabor más suave y cremoso, otros murmuraban en sus asientos bajo un par de cervezas, preguntándose si la cerveza se estaba volviendo un poco «blanda». ¿Es posible que la cerveza se volviera a imaginar como un producto artesanal más que como un líquido robusto y potente? Definir la cerveza se había vuelto una cuestión más compleja.

El impacto del nitrógeno: un legado perdurable

A lo largo de los años, el impacto de Ash en el mundo de la cerveza se ha manifestado de muchas maneras. No solo transformó a la Guinness, sino que su método de nitrogenación se convirtió en una referencia global. Cerveceras de todo el mundo, desde O’Haras hasta Estrella Galicia, han seguido sus pasos. Es algo así como si Ash hubiera decretado que todas las cervezas ahora debían tener una «capa de alegría» en forma de espuma.

En 2015, con 88 años, Ash regresó a la fábrica donde había hecho historia. La sensación de nostalgia debe haber sido abrumadora, sabiendo que su trabajo había impactado a millones de bebedores de cerveza en todo el mundo. Un lindo cierre para una historia que desafía no solo a la ciencia, sino también a la experiencia humana.

Reflexiones sobre el legado de Michael Ash

En el mundo de hoy, donde los artesanos de la cerveza están ganando protagonismo y cada vez hay más variedades de cervezas en el mercado, puede ser fácil olvidar que la cerveza, como la conocemos hoy, ha pasado por profundas transformaciones. De hecho, mientras escribía este artículo, no puedo evitar pensar en la última vez que disfruté de una Guinness en un bar irlandés, rodeado de amigos, y la manera en que esos sabores me transportaron. ¿No es curioso cómo un simple líquido puede evocar tantas emociones y recuerdos?

Los milagros de la ciencia, como la nitrogenación, son una forma de arte en sí mismos. ¡Imagínate que tu próxima cerveza sea una obra maestra en la que no solo se combinan ingredientes, sino también historia, matemática y un toque de magia! Ash no solo se convirtió en un experto cervecero; su vida es un testimonio de cómo la pasión y la creatividad pueden llevarnos a lugares inesperados.

Humor y anécdotas en torno a la cerveza

Hablemos un poco más de la vida cotidiana, porque, seamos sinceros, lo que más importa en las reuniones con amigos es la risa. Recuerdo una anécdota graciosa: una vez, en una fiesta, un amigo de un amigo decidió hacer «su propia receta de cerveza», que como puedes imaginar, supo a… bueno, a algo que no debería haber estado en un vaso. Al final, la mayoría preferimos pagar por una botella de Guinness. Hay ciertas cosas que uno no debería intentar reinventar.

Por otro lado, también está el clásico debate en las reuniones: «¿Eres Team Nitro o Team Co2?». Me encanta observar cómo algunos son tan apasionados sobre las diferencias. La próxima vez que estés en un bar, podrías ser el encargado de iniciar el diálogo y, por qué no, generar un pequeño debate. Al final, lo que cuenta es disfrutar de la compañía, y un buen vaso de cerveza puede ser el mejor facilitador de charlas memorables.

Cierre: brindemos por la historia de la cerveza

Volviendo a la figura de Michael Ash, su legado y la innovación que introdujo son un recordatorio de que nunca debemos subestimar el poder del pensamiento creativo. En un mundo en constante evolución, siempre habrá espacio para la innovación, incluso en los lugares más inesperados, como una cervecería.

Así que la próxima vez que estés disfrutando de una deliciosa Guinness, atrévete a reflexionar: ¿cuántas historias y cuánto ingenio hay detrás de cada sorbo? Brindemos por Michael Ash y por todos los creadores que, a través de su trabajo y dedicación, hacen del mundo un lugar un poquito más delicioso. Salud.