La nueva investigación publicada en la revista Science Advances ha arrojado luz sobre un fenómeno que ha captado la atención de muchos de nosotros: la calima que nos tiñe no solo los coches, sino también las preocupaciones sobre la salud. Si alguna vez has salido de casa y te has preguntado de dónde ha salido ese manto rojizo que cubre la ciudad, este artículo es para ti. Pero, ¿qué tiene que ver esto con la radiación, Francia y los «jerbos» atómicos?
Vamos a explorar todo esto, y prometo que aunque hablemos de elementos radiactivos, esto no se convertirá en un guion de Chernobyl.
La tormenta de polvo que no esperábamos
En marzo de 2022, una tormenta de polvo sahariano procedente del sur de Argelia cruzó la península ibérica, dejando a su paso cielos teñidos de un característico rojo. Además de lo fotogénico, pues admitámoslo, esos paisajes son dignos de Instagram, este fenómeno trajo consigo una oleada de incertidumbre respecto a su composición. ¿Cuántos de ustedes vieron cómo sus coches se convertían en lienzos artísticos? Levante la mano quien tuvo que lidiar con las quejas sobre el auto sucio de su pareja… ¡sí, lo sé!
Un estudio liderado por Germán Orizaola de la Universidad de Oviedo y Olivier Evrard de la Universidad París-Saclay revela que el polvo no solo tenía este color característico, sino que además contenía pequeñas cantidades de material radiactivo. Pero, ¿de dónde provenía realmente? Aquí, la trama se complica como en una buena serie de suspense.
Un mito que se desvanece: el origen de la radiación
Contrario a la creencia popular de que esta radiación podría estar asociada a las pruebas nucleares llevadas a cabo por Francia en el Sáhara en la década de 1960, los investigadores descubrieron algo que seguramente sorprendió a más de uno: el material radiactivo en el polvo proviene de los ensayos nucleares realizados por Estados Unidos y la Unión Soviética durante las décadas pasadas.
¿No es irónico? Mientras todos pensaban que los franceses eran los “culpables”, resulta que eran solo unos jugadores menores en un escenario mucho más grande. Algunos podrían pensar que esto es como descubrir que el villano de una película no era el que parecía ser. ¿Quién lo diría?
El papel de los ciudadanos científicos
La historia no termina aquí. Germán Orizaola, quien, no lo olvidemos, ha dedicado años a estudiar los efectos de la radiación en las áreas circundantes a la central de Chernobyl, decidió aprovechar la oportunidad que le brindaba la tormenta. Con una creatividad que sorprende, lanzó un llamado en redes sociales para que ciudadanos de diversos países enviaran muestras de polvo. ¿Te imaginas recibir un mensaje pidiéndote que recojas polvo de tu balcón? ¡Es como un concurso de la vida real en el que todos podemos participar!
La respuesta fue abrumadora: 110 muestras de polvo recibidas de 69 colaboradores, ¡la mayoría de España! Y aquí viene la anécdota graciosa: la primera muestra que llegó a su laboratorio era de su madre. Vamos, ¿hay algo más clásico que eso? ¡Gracias, mamá!
Científicos ante el fenómeno: la búsqueda del origen
Los investigadores utilizaron estos datos y muestras para analizar la composición mineralógica y geoquímica del polvo, además de la concentración de 31 elementos químicos y isótopos de plomo. Fue un poco como ser detectives, pero con un microscópio, buscando pistas entre los granos de polvo. Eventualmente, comenzaron a ver un patrón que apuntaba a Argelia y Mali, pero lo más intrigante fue la señal radiactiva.
Al analizar los isótopos de plutonio y cesio, se dieron cuenta de que estos no coincidían con los ensayos nucleares franceses, sino más bien con un «testigo» global de radiación. Fundamentalmente, la huella isotópica era un recordatorio de los inmensos test nucleares en el mundo y de que, a gran escala, Francia no tenía nada que ver con el polvo que nos rociaba.
El «autobús» del desierto: un fenómeno atmosférico curioso
Aquí es donde la ciencia se vuelve particularmente interesante y algo cómica. En palabras del experto en ciencias atmosféricas Sergio Rodríguez, el polvo sahariano es como un “autobús” que lleva consigo todo lo que encuentra por el camino. ¿Alguna vez has ido en un autobús y te has dado cuenta de que parece llevarlo todo? Desde los que olvidan la bolsa de compras hasta los que suben con mascotas. Pues bien, el polvo hace lo mismo al atravesar el desierto, y cada partícula puede llevar consigo todo tipo de materiales, desde contaminantes hasta bacterias.
Imagínate simplemente parando en una estación de autobús de polvo montando el camino a España… Suena a una historia dentro de otra historia.
Las nuevas «supercalimas»: ¿un signo de nuestro tiempo?
Los científicos han notado que las tormentas de polvo, que solían ser solo un fenómeno ocasional, han comenzado a tener una frecuencia y una intensidad alarmantes. Las tormentas de 2020 y 2022 han sido catalogadas como las más intensas en la historia de las mediciones de calidad del aire. La calima de 2022 alcanzó concentraciones superiores a 1,800 µg/m³, una cifra que parece sacada de una película de ciencia ficción.
Las condiciones meteorológicas en la zona han cambiado, en parte debido a la crisis climática. El anticiclón de las Azores se está desplazando, creando lo que los meteorólogos llaman un «dipolo meteorológico», y ya pueden imaginarse cómo esto está arrastrando aún más polvo hacia Europa.
Efectos sobre la salud: el dilema del polvo
Lo cierto es que, aunque el estudio indica que los niveles de radiactividad en el polvo son inofensivos, spoiler alert aquí, las tormentas de polvo no son completamente inofensivas. Orizaola explicó que, a pesar de que los niveles de cesio radiactivo eran mil millones de veces inferiores a los límites europeos autorizados, la salud de la población puede verse afectada por la inhalación de grandes concentraciones de polvo del Sáhara.
Y es que el polvo, además de ser un «concursante» de la vida, es un auténtico cóctel que puede empeorar enfermedades respiratorias. Cada vez que aumentan las concentraciones de polvo en el aire, también lo hacen los riesgos para la salud. En resumen, un polvo no tan inofensivo masivo.
El camino hacia adelante: respetando la ciencia
A medida que nuestro mundo cambia, también lo hace nuestra forma de entender fenómenos naturales como la calima. La investigación de Orizaola no solo desafía las creencias previas sobre el material radiactivo transportado por el polvo sino que también ilustra una valiosa lección sobre la importancia de la participación ciudadana en la ciencia.
Nuestra conexión con la ciencia puede ser más fuerte de lo que pensamos, y cada vez más personas se involucran y participan en este tipo de estudios. Porque, después de todo, aunque a muchos les gustaría pensar que no hay un interés real en la ciencia, el desafío de responder preguntas y descubrir verdades realizadas es lo que realmente nos une.
Reflexiones finales
Así que la próxima vez que te encuentres con una tormenta de polvo, recuerda la historia detrás de esa calima que cubre tu coche. No solo es una tormenta de polvo común y corriente; es un recordatorio de la complejidad de nuestro mundo y de de cómo diferentes piezas de ciencia, historia y participación ciudadana encajan en un todo. Con suerte, llegarán más estudios sobre este fenómeno y ya no tendremos que preocuparnos de las quejas sobre el propio polvo.
Recuerda, siempre que puedas ayudar a la ciencia, no dudes en levantar ese polvo… ¡pero asegúrate primero de que no te han pedido un «autobús de polvo»!