¿Alguna vez te has preguntado qué secretos esconden los hielos eternos de Groenlandia? Si te parece que la historia de Camp Century podría ser digna de una película de Hollywood, no estás solo. Este fascinante capítulo de la Guerra Fría combina espionaje, ciencia y un poco de locura en el medio. Prepárate para sumergirte en una narración que te dejará intrigado y un tanto alucinado.

El inicio de una negociaciones insólitas

En la vida, algunas decisiones parecen tomar caminos curiosos. Imagínate esto: estás en 1940, en una sala de reuniones de alto nivel donde se discuten cosas de suma importancia. Por un lado, tenemos a los estadounidenses, que llegan con una oferta de 100 millones de dólares para comprar una parte de Groenlandia. ¿Te imaginas la reacción de los daneses? Delirante, ¿no?

Dinamarca, en ese momento, estaba aún en el contexto de la posguerra, deseando un futuro mejor y mantenido en un delicado equilibrio tras la Segunda Guerra Mundial. Aunque la idea de vender un pedazo de su territorio a Estados Unidos era atractiva, decidieron no hacerlo. Sin embargo, en un acto de generosidad, permitieron la instalación de una base militar. Ahí empezó la historia de Camp Century.

La construcción de un «sueño» helado

Entre 1959 y 1960, nació Camp Century, en un contexto donde los vientos gélidos y las temperaturas de hasta -57°C no eran un obstáculo para la ambición humana. Esta “ciudad bajo el hielo” albergaba 200 soldados en túneles de acero interconectados que sumaban casi tres kilómetros. La infraestructura incluía dormitorios, un hospital y, curiosamente, una planta nuclear. ¡Eso sí que es sido querer comodidad en medio de la tempestuosidad del Ártico!

El pensamiento detrás de este proyecto era innovador: investigar cómo construir estructuras en y bajo el hielo. Así, la NASA y el Ejército de Estados Unidos estaban decididos a desarrollar nuevas técnicas para artillería avanzada. Sin embargo, el sueño helado se convirtió rápidamente en una pesadilla cuando el inmutable hielo comenzó a moverse.

¿Por qué una planta nuclear?

Después de todo, tener una planta nuclear en medio del hielo sonaba más a una película de ciencia ficción que a un proyecto militar, ¿no crees? En el fondo, se confiaba en que la energía de un reactor nuclear podría proporcionar luz y calefacción. En aquel tiempo, el uso de tecnología avanzada no era algo extraño, pero explotaba la línea entre la ciencia y la guerra.

La ubicación perfecta… que no lo fue

La base se situó a solo 150 kilómetros de la Base Aérea Thule, conocida por su potencial estratégico. A pesar de su planificación meticulosa, Camp Century también tenía sus riesgos. Con el tiempo, las condiciones de hielo volátiles hicieron que lo que comenzó como un proyecto ambicioso se convirtiera en una operación insostenible, llevando al abandonado el lugar en 1967.

Más que ciencia: armas nucleares en la helada

La historia de Camp Century no se detiene en la construcción de túneles y el uso de tecnología avanzada. Con el tiempo, nuevos documentos desclasificados revelaron que, además de la investigación científica, Estados Unidos utilizó la base para transportar armas nucleares a Groenlandia. ¡Sorpresa!

Durante los años 60, se documentó que estos misiles fueron trasladados por la base aérea Thule, todo mientras ofrecían una narrativa de investigación pacífica. Se reveló que Dinamarca había sido consciente de la situación, lo que generó un escándalo conocido como el Thule-Gate en el país nórdico.

El engaño de la Guerra Fría

Hablando de engaños, uno de los más jugosos fue el llamado Proyecto Iceworm. Este plan audaz imaginaba pertinentes túneles para esconder hasta 2,100 misiles nucleares y centros de control subterráneos. A menudo bromeo imaginando a los ingenieros del ejército jugando al escondite, moviendo misiles en trenes subterráneos mientras los soviéticos no tenían ni idea de lo que estaba sucediendo a su alrededor.

¿Te has preguntado alguna vez cómo pueden las prácticas secretas de otro país hacer que un simple ciudadano se sienta como un pez fuera del agua? En Dinamarca, la desconfianza hacia su propio gobierno creció tras enterarse que habían estado mintiendo durante años. La memoria colectiva les recordará esta decepción mientras la historia de Camp Century sigue intoxicando sus relatos nacionales.

El legado helado de Camp Century

A pesar de su abandono, Camp Century no dejó de ser un lugar de interés. Los ingenieros estadounidenses lograron perforar algunas de las primeras capas de hielo y obtener núcleos de este. Imagínate ser el tipo que vuelva de Groenlandia con un informe exponiendo que habías estado excavando capas de hielo, ¡de alguna manera parece la más intensa de todas las clases de ciencia!

Los núcleos obtenidos han sido fundamentales para la investigación climática. Al examinar la composición química del hielo, los científicos han logrado establecer vínculos valiosos sobre los gases de efecto invernadero y sus impactos en las temperaturas globales. Si no fuera por la locura de la Guerra Fría, tal vez nunca hubiésemos conocido cuánto sufrimos los efectos del cambio climático.

¿Y ahora qué?

En un paréntesis desde la perspectiva del humor, a veces me imagino a los soldados de Camp Century en medio de un cierre, compartiendo una cena y riendo sobre el hecho de que su «ciudad bajo el hielo» era en realidad más un experimento que un refugio. Alguien podría haber dicho: “¿Y si el reactor se apaga, chicos? Podemos pedir una pizza, ¿verdad?” En fin, tampoco es que las pizzas llegaran de inmediato.

Reflexiones finales: Entre el hielo y el tiempo

La historia de Camp Century nos lleva a reflexionar sobre el alcance de la ambición humana, y cómo la lucha por el poder puede llevarnos a situaciones surrealistas. La Guerra Fría nos dio más que una rivalidad política; nos dejó lecciones sobre el uso de la tecnología y el peligro de los secretos.

Así que la próxima vez que escuches una mención sobre Groenlandia, recuerda que, debajo de sus caprichosos glaciares, se ocultan secretos como los de Camp Century, donde la ciencia se cruzó con la ambición. Y, como decimos entre amigos, ¡no olvides que la historia, como el hielo, se puede deshacer y reformar con el tiempo!


Digo adiós a este pequeño viaje helado. Piensa en eso la próxima vez que te encuentres disfrutando de un dulce helado y reflexiona sobre el hecho de que, a veces, el mundo se vuelve menos dulce y más… ¡glacial!