Imagina pasear por la costa, disfrutando de la brisa marina y el canto de las olas, cuando de repente, un biólogo, con una sonrisa de asombro, corre hacia ti con una noticia increíble. Un pez raro, conocido como diablo negro, ha sido encontrado en las aguas cercanas a la playa de San Juan en Tenerife. Este pez, que normalmente vive a profundidades de más de 2000 metros, ha decidido hacer una visita al mundo de arriba, y no es cualquier pez: es una hembra de Melanocetus johnsonii, que fue hallada en un estado excepcional, y ahora es objeto de estudio en el Museo de Ciencias Naturales de la isla.

En este artículo, vamos a sumergirnos en el fascinante mundo del diablo negro. ¿Qué lo hace tan especial? ¿Por qué se encuentra en las costas tinerfeñas? Y, más importante aún, ¿qué podemos aprender de este inesperado visitante de las profundidades?

¿Qué es el diablo negro?

El diablo negro, o Melanocetus johnsonii, es un pez de las profundidades del océano. Su nombre evoca imágenes de criaturas mitológicas y, de hecho, su apariencia es tan extraña que podría haber sido diseñado por un artista de terror clásico. Con su cuerpo globoso, grandes ojos, y una boca desproporcionada repleta de dientes afilados, el diablo negro es un verdadero producto de la evolución oscura y misteriosa de los océanos abisales.

Su nombre griego, «melanos» se traduce como negro, y «keto» hace referencia a monstruos marinos, un nombre que captura su esencia. Se dice que su descubrimiento original se atribuye al naturalista británico James Yate Johnson, quien recolectó el primer ejemplar conocido.

Vale la pena señalar que no es común ver a estos peces en la superficie. Así que imagina la sorpresa de los biólogos cuando, el pasado 26 de enero, avistaron a esta hembra nadando tan cerca de la costa. La bióloga marina Laia Valor expresó que lo que normalmente se ve son larvas o adultos muertos, por lo que este hallazgo fue realmente inusual.

El misterio de su aparición

Ahora, aquí está el gran misterio: ¿por qué estaba el diablo negro en aguas tan superficiales? La respuesta no es del todo clara. ¿Podría haber estado enfermo? ¿O tal vez fue arrastrado por alguna red de pesca profunda? Estas son las preguntas que los científicos intentan responder, pero como muchos descubrimientos en biología marina, algunas incógnitas pueden permanecer indefinidamente.

Alejandro de Vera, conservador de Biología Marina del Museo de Ciencias Naturales de Tenerife, mencionó que, dado el estado del pez y su lugar de captura, es posible que esta especie rara vez sea vista viva cerca de la superficie. Sin embargo, la enigmática naturaleza de los peces abisales a menudo plantea más preguntas que respuestas.

Después de haber sido rescatado, el diablo negro fue depositado en el museo, donde ahora será objeto de estudio genético. Esto es especialmente significativo, no solo para el museo, sino para la comunidad científica en general. Aporta una visión interesante sobre la biodiversidad de los océanos y los desafíos que enfrenta.

Adaptaciones evolutivas únicas

Cuando uno piensa en criaturas de las profundidades, es fácil imaginar criaturas monstruosas que parecen sacadas de una película de horror. El diablo negro en particular tiene una serie de adaptaciones únicas que le permiten sobrevivir en el oscuro y frío mundo abisal.

Entre estas adaptaciones, el diablo negro tiene:

  • Bocas grandes con dientes afilados: Perfectas para atrapar presas que son, a menudo, más grandes que él.
  • Estómagos dilatables: Gracias a esto, el pez puede consumir grandes cantidades de alimento de una sola vez, lo cual es crucial en un entorno donde la comida no siempre es abundante.
  • Estructuras de aletas modificadas: Estas funciones como cañas de pescar para atraer a las presas en la oscuridad de su hábitat.

Al vivir entre los 200 y 4,000 metros de profundidad, el diablo negro se ha adaptado para explotar su entorno de manera eficiente. Todo esto suscita una pregunta intrigante: ¿hasta qué punto son desconocidas las criaturas que habitan en las profundidades del océano? A medida que los humanos exploramos más, descubrimos que el océano sigue guardando secretos que nos dejan con la boca abierta… o mejor dicho, con la boca del diablo negro.

El museo de ciencias naturales de Tenerife y su colección

Otra gran noticia de este hallazgo tiene que ver con el Museo de Ciencias Naturales de Tenerife. Según el consejero de Cultura y Museos de Tenerife, José Carlos Acha, el lugar donde se encuentra el diablo negro es el “sancta sanctorum” del museo. El museo alberga más de mil ejemplares de su conocida colección húmeda, y la llegada del diablo negro es un gran impulso para su relevancia y búsqueda científica.

Es estimulante saber que las colecciones científicas están al alcance de investigadores de todo el mundo. Este tipo de colaboraciones es fundamental para el avance de la ciencia, y este pez en particular es un’appelémoslo un «agente de cambio». ¿Quién sabe? Tal vez este ejemplar impulsará aún más estudios sobre adaptaciones evolutivas e historia biológica en ambientes extremos.

Un vistazo a la vida abisal

Si bien el diablo negro es el protagonista de nuestra historia, no podemos dejar de lado la fascinante vida que existe en el océano profundo. La mayoría de nosotros pasamos nuestras vidas en la superficie, sin saber lo que se esconde en las oscuras profundidades.

Piense en esto: la vida abisal representa aproximadamente el 95% de todo el espacio habitable del planeta. Sin embargo, menos del 1% ha sido explorado por los humanos. Hay un vasto mundo esperando ser descubierto, y cada nuevo hallazgo no solo nos enseña sobre estas criaturas, sino también sobre el impacto del ser humano en su ecosistema.

La importancia de la conservación

Un tema que nunca se puede pasar por alto es la conservación. Cada descubrimiento como el del diablo negro nos recuerda la fragilidad de nuestros ecosistemas marinos y la necesidad de protegerlos. La vida marina enfrenta múltiples amenazas, desde la contaminación hasta la sobrepesca.

A medida que continuamos aprendiendo sobre los secretos de las profundidades, también debemos considerar nuestra responsabilidad de proteger estos entornos. ¿No es hermoso pensar que nuestro curioso diablo negro podría ayudar a inspirar a futuras generaciones a cuidar mejor de nuestro planeta?

Un llamado a la acción

Para concluir esta inmersión en el océano, un llamamiento a todos los lectores. La próxima vez que escuchen sobre un hallazgo sorprendente, como el diablo negro de Tenerife, tómense un momento para reflexionar. Estos descubrimientos son más que solo datos científicos; son una ventana a la historia evolutiva de nuestro mundo y un recordatorio de nuestra responsabilidad de protegerlo.

Así que la próxima vez que estén disfrutando de la playa, piensen en las maravillas y misterios que se encuentran bajo la superficie. Y quién sabe, tal vez alguno de ustedes se convierta en el próximo biólogo marino que encuentre un pez aún más asombroso en las profundidades. Pero por ahora, celebremos el hallazgo del diablo negro, un testimonio viviente de la increíble diversidad de la vida, incluso en los lugares más oscuros.