Cuando pensamos en matemáticas, es fácil caer en la trampa de imaginarlas como un conjunto de números y fórmulas que solo provocan sudores fríos. Sin embargo, al hablar con una figura como Marcus Du Sautoy, un matemático, músico y divulgador de ciencia de la Universidad de Oxford, la visión se transforma. Su enfoque es un recordatorio de que las matemáticas no solo son números, sino que también pueden ser poesía, arte y, sobre todo, música. Así que, ¿qué tal si nos sumergimos en este mundo fascinante donde las matemáticas y la música se entrelazan?
¿Por qué un matemático se convierte en músico?
Imagínate esto: eres un joven de doce años que acaba de descubrir su amor por los números y, al mismo tiempo, por la música. Así comenzó la historia de Du Sautoy. En una entrevista, me confiesa que su vida cambió cuando un profesor le presentó las bellezas ocultas de las matemáticas, mientras su profesora de música le enseñaba a tocar la trompeta. Para él, combinar estas dos pasiones fue casi inevitable. ¿Te has preguntado alguna vez cómo sería tu vida si hubieras podido combinar dos de tus mayores pasiones desde pequeño?
Du Sautoy nos comparte que la música no es solo un arte, sino también un lenguaje lleno de estructuras matemáticas complejas. Piensa en ello: cada vez que escuchas una melodía, estás experimentando patrones, simetrías y estructuras que, aunque no siempre las comprendemos, están inextricablemente ligadas a los principios matemáticos. A veces pienso que las matemáticas son como un puzzle, y la música es una parte esencial para completar esa imagen. ¿Qué tal si a través de la música, empezamos a ver las matemáticas como algo más atractivo y menos intimidante?
La belleza de las matemáticas en la música
Durante su charla en el Cosmocaixa de Barcelona, Du Sautoy sorprendió al público al tocar una pieza musical compuesta por el compositor Iannis Xenakis. La música, inspirada en la simetría de un cubo, trató de capturar la complejidad y el desafío de las matemáticas. A medida que él tocaba el chelo, quedó claro que se necesitaban más de un chelo para interpretar esa obra maestra, lo que llevó la conversación a una reflexión importante: ¿es la música una forma de acceder a las matemáticas?
¡Y vaya que lo es! Al hacer palpable esa conexión, Du Sautoy está creando un puente que muchos pueden atravesar. Aquellos que tal vez se alejan de las matemáticas porque las consideran aburridas o difíciles pueden encontrar un camino en melodías y armonías. ¿A quién no le gusta la idea de que su canción favorita, de alguna manera, sea también un hermoso ejercicio matemático?
El arte como vehículo para las matemáticas
El concepto de que el arte, ya sea la música, la pintura o la literatura, utiliza estructuras matemáticas quizás no sea nuevo, pero Du Sautoy lo lleva un paso más allá. En su próximo libro, titulado «Blueprints», explora cómo los artistas han empleado las matemáticas a lo largo de la historia para dar forma a sus obras. Desde Shakespeare hasta Pollock, el uso de patrones y estructuras es omnipresente.
Imagina, por un momento, que los versos de Shakespeare también son una forma de solucionar problemas matemáticos. ¿Sabías que utilizaba pentámetros yámbicos? ¡Eso sí que es un giro inesperado! A veces, lo que parece ser un simple verso es, de hecho, una obra de arte matemática en acción. Piensa en ese famoso verso: “Ser o no ser, ésa es la cuestión”. En inglés, tiene un endecasílabo (once sílabas), un número primo. La interrupción de la estructura general de sus versos con este verso específico atrae nuestra atención, casi como un truco de magia. A veces, desviar de la norma puede revelar más sobre nosotros que seguirla ciegamente.
La dificultad como aliado
Una de las ideas más intrigantes que plantea Du Sautoy es que el reto es esencial, tanto en matemáticas como en música. Si resolvieses un problema matemático o escucharas una pieza musical demasiado fácil, es probable que pronto pierdas interés. La dificultad nos mantiene alerta y comprometidos.
Recuerdo una vez que intenté aprender a tocar el piano. Al principio, me sorprendí de lo fácil que era tocar melodías simples. Sin embargo, a medida que avanzaba, las complicaciones aumentaron y, para ser honesto, en más de una ocasión quise arrojar el piano por la ventana. ¿No te ha pasado que algunas cosas que al principio parecen fáciles se convierten en un verdadero desafío? A veces, necesitamos un poco de dificultad para apreciar verdaderamente la belleza de lo que estamos aprendiendo.
La creación y el descubrimiento en matemáticas
Entrando en una de las cuestiones más profundas del campo, Du Sautoy plantea la pregunta: ¿Las matemáticas se inventan o se descubren? Esta cuestión filosófica ha sido debatida durante siglos. Pasando de un lado a otro, él siente que algunas ideas simplemente “existen” y que como matemáticos, solo “revelamos” su belleza.
Esta idea me recuerda a la famosa cita de Michelangelo, quien decía que sus esculturas ya estaban presentes en la piedra y que su tarea era simplemente liberarlas. ¿Alguna vez has sentido que existe algo más allá de ti, esperando ser descubierto, similar a un poema aún sin escribir en tu mente?
La necesidad de un diálogo entre la ciencia y la sociedad
A medida que avanzamos en la discusión, se vuelve evidente que la relación entre matemáticas, arte y sociedad va en ambas direcciones. Si bien Du Sautoy realiza un trabajo admirable para hacer que las matemáticas sean accesibles, también enfatiza la importancia de que los científicos escuchen a la población. Este intercambio de ideas es crucial.
Imagina un mundo donde la ciencia no se presenta desde la cima, como una torre de marfil, sino que interactúa con las inquietudes y necesidades de la sociedad. Aquí es donde la verdadera magia puede suceder. Así como un compositor puede inspirarse en el mundo a su alrededor, los científicos también deben ser sensibles a las voces de quienes se ven afectados por su trabajo.
Por ejemplo, con el auge del inteligencia artificial, es fundamental que el público esté informado sobre sus implicaciones. Du Sautoy sostiene que para que la ciudadanía participe de manera efectiva en el debate, deben comprender el contexto. Así que aquí estamos, frente a un desafío monumental: empoderar a las personas a que participen de manera activa en el diálogo científico. ¿No deberíamos tener todos una voz en cómo se aplica la ciencia a nuestras vidas?
Participación activa en matemáticas
El viaje de Du Sautoy en la divulgación me recordó la importancia de participar activamente en lo que aprendemos. En cada proyecto que emprende, trata de involucrar al público, ya sea a través de experiencias teatrales o debates comunitarios. Después de todo, como él mismo dice, “las matemáticas no son un deporte para espectadores”. Necesitamos involucrarnos, hacer preguntas y explorar.
La idea de que todos podemos ser parte de este convulso universo matemático y artístico es, en sí misma, un acto de rebelión. Nos libera de la idea de que hay un solo camino hacia el conocimiento. así que, la próxima vez que te encuentres lidiando con un problema matemático o desentrañando una compleja sinfonía, recuerda que puedes ser el autor de tus propias experiencias.
Reflexiones finales: una danza entre las disciplinas
Cuando hayamos terminado nuestra charla sobre música y matemáticas, es difícil no dejarse llevar por la pasión y la curiosidad que emanan de alguien como Marcus Du Sautoy. Su vida y su trabajo son un testimonio de que las disciplinas no son compartimentos estancos; son funciones interactivas que pueden enriquecer nuestras vidas en formas inesperadas.
Así que, si alguna vez te sientes abrumado por las matemáticas, o si tienes la impresión de que son solo números sin vida, recuerda el viaje del que te hemos hablado. Tal vez la próxima vez, cuando escuches tu canción favorita, podrás ver más allá de las melodías y buscar esas estructuras matemáticas ocultas. La belleza de las matemáticas radica en que están en todas partes; desde las notas de una melodía hasta los patrones de una danza.
Al final del día, las matemáticas y la música son más que simples herramientas: son puertas a un mundo lleno de conexiones, historias y emociones. ¿Te atreves a cruzar el umbral y explorar?