La historia de Córdoba, esa ciudad que se desliza entre las aguas del río Guadalquivir y se viste con el manto de su rica herencia cultural, es un relato en constante evolución. Si echamos un vistazo a su pasado, podemos notar cómo la historia, la política y la economía se han entrelazado para forjar lo que hoy conocemos. En este contexto, la figura de Rafael Aguilar se destaca como un verdadero protagonista en la configuración del presente y futuro de esta hermosa ciudad. Te invito a sumergirte en la historia de Córdoba a través de los ojos de hombre que, más que un simple gestor, se ha convertido en un auténtico arquitecto del cambio.
La transformación de Córdoba: del legendario Plan Renfe a un futuro prometedor
Cuando Rafael Aguilar fue invitado a asumir el liderazgo del Telfeco, la empresa que se encargó de la gestión de los terrenos liberados del ferrocarril, la realidad cordobesa era bien distinta. Imagina que, en lugar de un bullicioso centro urbano, había espacios vacíos y un potencial aún sin explotar. «Me ofrecieron ser el primer gerente de Terrenos Liberados del Ferrocarril de Córdoba y poner en marcha el Plan Renfe», relata Aguilar, quien asegura que siempre se ha sentido cómodo en el mundo de la política, gracias a sus buenas relaciones con todos los partidos.
Este Plan Renfe, que no es más que un conjunto de iniciativas para revitalizar la ciudad, no solo fue un sueño del pasado, sino que se materializó en una serie de proyectos que transformaron el paisaje urbano. «Cuando dejé el puesto había en la cuenta corriente de Telfeco once mil millones de las antiguas pesetas», dice con una mezcla de orgullo y nostalgia. Esa cifra, aunque parezca una mera anécdota, es un testimonio tangible del impacto que puede tener un buen liderazgo en la vida de una ciudad.
¿Un cordobés desagradecido?
Aguilar, con su particular sentido del humor e ironía, menciona que, a veces, los cordobeses son un poco desagradecidos con lo que tienen. «Tienen la Mezquita, que es como si fuera el manto sagrado de la ciudad, y se olvidan del resto», señala, provocando una sonrisa en quienes lo escuchan. Es como si Córdoba fuera esa amiga que, sabiendo que tiene un vestido espectacular, se lo quita solo para demostrar que hay algo más en su guardarropa que vale la pena.
Este cuestionamiento lleva a reflexionar sobre la percepción que se tiene de la ciudad misma. ¿Por qué a veces no nos creemos merecedores de la grandeza que llevamos dentro? Es un fenómeno fascinante que no solo afecta a Córdoba, sino a muchas ciudades que, a pesar de su riqueza cultural e histórica, permanecen en la sombra de sus propios mitos.
El choque de culturas y la identidad cordobesa
Ahora, si hay algo que distingue a Córdoba, es su vibrante mezcla de culturas y tradiciones. Aguilar menciona su papel como presidente de la Fundación Paradigma de Córdoba, donde alberga espacios como la Torre de la Calahorra y la Biblioteca Viva de Al-Andalus. «Aquí se habla de la Córdoba de las Tres Culturas, pero creo que eso es más un mito que otra cosa», dice con un leve matiz de autocrítica. Y es que, a pesar de que la ciudad ha sido cuna de convivencia entre musulmanes, judíos y cristianos, la realidad cotidiana puede ser más complicada.
¿Alguna vez te has sentido atrapado en un estereotipo que no te representa del todo? Es lo que parece pasarle a Córdoba, que a pesar de su pasado compartido, a veces caemos en el error de pensar que solo vivimos del ayer. Y así, como en esas fiestas donde siempre ves a los mismos amigos, se nos olvida invitar a nuevas experiencias y perspectivas. Es crucial aprender a celebrar la diversidad que tenemos, no como un mito, sino como una realidad viva.
La vena empresarial: un pueblo que quiere crecer
Uno de los puntos fuertes de la conversación con Aguilar fue su opinión sobre la mentalidad emprendedora que debe existir en Córdoba. «La vida y la economía tienen un ritmo y luego la política otra. A veces eso produce frustración», reflexiona. Y, si lo extrapolamos a nuestras propias vidas, ¿cuántas veces hemos sentido que nuestros sueños se ven frenados por las circunstancias? La frustración es un mal común que nos confronta a todos. Por eso, es esencial que Córdoba desarrolle el espíritu de «creérselo» que caracteriza a otras ciudades de Andalucía.
Se menciona a Málaga como un ejemplo de éxito. «Málaga tiene la gamba blanca, que es la mejor del mundo, y eso no es casualidad». La clave parece estar no solo en el producto, sino en cómo los malagueños han sabido proyectar esa identidad a nivel mundial. Como si mantuvieran un secreto que todos debieran conocer.
La Base Logística: un nuevo horizonte para Córdoba
En medio de todas estas reflexiones, surge la Base Logística. «Lo que para muchos es solo un proyecto, para mí es una promesa», afirma Aguilar. Este ambicioso proyecto ha suscitado críticas y dudas, incluso miedos sobre su naturaleza. «Pero cada cambio trae consigo un horizonte nuevo, y siempre hay oposición», añade con un guiño.
Recuerdo una vez que me dijeron: «La vida es como una montaña rusa, siempre hay altibajos». Quizás lo que necesitamos entender es que esos altibajos son parte del viaje. Cuando introducimos nuevos conceptos, como la Base Logística, es normal que la gente exprese reservas. Sin embargo, hay que entender que el cambio a menudo es el precursor de oportunidades.
Una ciudad con un potencial turístico sin explotar
Córdoba tiene con qué atraer turistas: desde sus impresionantes monumentos hasta su rica gastronomía, la ciudad está repleta de encanto. «En Málaga está ahora Google, como todas las empresas tecnológicas del mundo, y están allí porque creen en su potencial», menciona Aguilar. A veces, surge la pregunta, ¿por qué somos tan buenos para criticar a la ciudad pero tan reacios a invertir en su futuro? Tal vez el reto está en romper con la mentalidad limitante y abrirnos a nuevas posibilidades.
Podemos mirar hacia el pasado, con sus majestuosos edificios históricos, pero también necesitamos mirar hacia adelante y adoptar una visión empresarial que fomente la inversión y el desarrollo. Un museo sobre Al-Andalus, propuesta de Aguilar, suena como un primer paso. La idea de enlazar el casco antiguo con la zona comercial podría proporcionarle a Córdoba el «revulsivo» que tanto necesita.
Un futuro con sabor a vino
Finalmente, hay que mencionar el papel de las Bodegas Campos y de personajes emblemáticos como Antonio Banderas, quien no solo es un embajador de su ciudad, sino que a través de su compra del Pimpi de Málaga ha favorecido la cultura y el turismo. ¿Por qué no imaginar un futuro en el que Córdoba también cuente con embajadores que promuevan su riqueza cultural y gastronómica? Rafael Aguilar, quien fue parte fundamental en esa operación, nos deja con una reflexión profunda.
«Yo he hecho lo que me ha salido de las narices», dice, y es que, al final, eso es lo que importa. Hacer lo que uno ama, lo que le llena, y con lo que puede contribuir a su comunidad.
Como cordobeses, tenemos la responsabilidad de abrir nuestros horizontes. Es un reto para todos: salir a la calle, abrir nuestros corazones e invitar a los que vienen de fuera a ser parte de nuestra historia. Dicha historia no solo está escrita en nuestros muros, sino en las vivencias colectivas que compartimos.
En resumen, Rafael Aguilar ha sido algo más que un gestor; ha sido, y continúa siendo, un constructor de sueños y posibilidades en Córdoba. Su viaje nos invita a reflexionar sobre la forma en que podemos todos contribuir al crecimiento de nuestras comunidades y, quizás, acercarnos un poco más a ese futuro brillante que todos anhelamos. Como él mismo dice, «la vida y la economía son un ritmo que todos debemos aprender a seguir».
Así que, la próxima vez que camines por las calles de Córdoba o disfrutes de una buena copa de vino, recuerda que detrás de cada rincón hay un mundo de oportunidades que, si se valoran, pueden catapultar a la ciudad hacia nuevos horizontes. ¿Te atreves a ser parte de ese cambio? ¡Vamos juntos a celebrarlo!