El pasado 12 de octubre, una fecha que muchos en España celebran como un día de orgullo nacional, ha desatado un nuevo debate en las calles de Madrid y más allá. La Asociación Católica de Propagandistas lanzó una campaña publicitaria que busca refrescar el relato de la conquista de América, argumentando que los colonizadores no eran los esclavistas y genocidas que muchos historiadores consideran. Sin embargo, como he aprendido en mis años de lectura y reflexión, la historia se cuenta a través de múltiples lentes, y la verdad tiene muchas facetas. Así que, agárrense, porque vamos a sumergirnos en el fascinante (y a menudo doloroso) mundo de la historia colonial de España.

¿Qué pasó el 12 de octubre de 1492?

Para comenzar, retrocedamos un poco en el tiempo. El 12 de octubre de 1492 es un día que se recuerda principalmente por el viaje de Cristóbal Colón. Colón, con la financiación de los Reyes Católicos, llegó a lo que hoy conocemos como América, desatando un proceso de conquista que tendría un impacto duradero en las civilizaciones indígenas. Hacer de este día un motivo de celebración ha sido objeto de debate, especialmente en tiempos recientes, donde las voces que abogan por el reconocimiento de las atrocidades cometidas contra los pueblos indígenas se han vuelto más resonantes.

Por supuesto, todos sabemos que la historia no es blanca y negra. Hay matices, y eso es precisamente lo que la campaña de la Asociación Católica de Propagandistas pretende reivindicar. Así que, ¿quiénes son realmente los héroes y villanos en este relato?

La campaña polémica y su contexto

Ahora, volviendo a la campaña publicitaria. La frase original de la Asociación, que decía «ni genocidas, ni esclavistas«, fue alterada por un desconocido (o algunos) para añadir el contraposición «ni héroes ni santos«. Aquí es donde comienza la diversión y, también, la confusión. Como alguien que ha recorrido tantos museos y exposiciones, he visto cómo las narrativas pueden ser distorsionadas de muchas maneras.

Esta campaña fue enmarcada dentro de un esfuerzo por presentar una versión de la historia que minimiza la tragedia de la conquista y su impacto en las sociedades indígenas. El uso de códigos QR para llevar a los espectadores a vídeos en YouTube parece un intento por convertir una lección de historia en una especie de contenido de “viralidad”. ¿No les parece un poco irónico? Cuando yo estudiaba historia, el único viral que conocía era el de la fiebre aviar, y eso no se propagaba mediante códigos QR.

La resistencia a la revisión

Es indiscutible que la idea de revisar la historia es un tema delicado. No me malinterpreten; creo que los debates sobre el colonialismo son necesarios. Sin embargo, poner a los colonizadores en un pedestal contrasta con la realidad de cómo sus acciones han afectado a millones de personas. Muchos académicos y activistas han documentado estas historias a lo largo de los años, argumentando que no se puede hablar de la conquista sin reconocer sus consecuencias devastadoras.

Lo bueno es que estas discusiones no solo ocurren en España; son parte de un diálogo global sobre la reconciliación con el pasado. Por ejemplo, en los Estados Unidos, las conversaciones recientes sobre el legado de Cristóbal Colón han llevado a ciudades a replantearse la celebración de este día en favor de Día de los pueblos indígenas.

La importancia de la verdad histórica

La historia no es simplemente una serie de hechos y fechas. Es una narrativa construida a través de las experiencias humanas y, a menudo, está llena de complejidades emocionales. Entonces, ¿por qué es tan importante hablar de la verdad histórica en este contexto?

Primero, entender la historia nos permite aprender de nuestros errores. También puede crear empatía. ¿Alguna vez han escuchado una historia tan conmovedora que les hace sentir como si estuvieran dentro? Bueno, eso es lo que ocurre cuando conseguimos ver la historia desde múltiples perspectivas. Al hacerlo, podemos encontrar un terreno común y abordar el dolor del pasado con compasión.

Además, al conocer la historia en su totalidad, podemos actuar de una manera que honre a aquellos que fueron afectados y valorar la cultura indígena. Nunca olvidaré una charla que escuché en un festival cultural hace unos años. La ponente dijo: «La historia no solo se escribe con tinta; se escribe con el sudor y las lágrimas de las personas». Y realmente lo dijo de una manera que resonó conmigo, como cuando encuentras el último trozo de pizza en la caja: es un momento de felicidad.

Anecdotario de la conciencia histórica

Siempre recordaré una anécdota en mi propio viaje de descubrimiento. Durante una visita a un museo de historia, un guía nos habló sobre el papel que tuvo el mestizaje en la sociedad española actual. El mestizaje es un tema delicado, pero el guía lo abordó con un sentido de amor y respeto. Y ahí estaba yo, un extraño, bebiendo cada palabra como si me ofrecieran el mejor vino de la casa.

Al finalizar la visita, una mujer mayor se acercó y me dijo: «Si no conocemos nuestro pasado, estamos condenados a repetirlo». Eso resonó como una campana en mi cabeza. Aquí estaba, en el Museo de nuestra historia, siendo testigo de cómo los errores del pasado siguen influyendo en nuestro presente y, tal vez, en nuestro futuro.

La diferencia entre opiniones y hechos

Hay que hacer una clara distinción entre opiniones y hechos. En este caso, los intentos de reescribir la historia para glorificar a los colonizadores pueden caer en la categoría de «opiniones», mientras que lo que los historiadores han documentado sobre el comercio de esclavos y la violencia del colonialismo se basa en hechos verificables.

¿No les parece un poco preocupante que algunas personas comiencen a cuestionar hechos establecidos de la historia? Podríamos sentarnos y pensar en cómo nuestras propias creencias pueden ser influenciadas por las narrativas enseñadas a lo largo de los años. La historia, como dice el famoso dicho, está escrita por los vencedores. Pero, ¿y si esos mismos vencedores no quieren compartir la historia completa? Ahí está el dilema.

El papel de los medios de comunicación y las redes sociales

Hoy en día, los medios de comunicación y las redes sociales desempeñan un papel crucial en la forma en que consumimos historias. Una noticia como la bolsa de palabrería en torno a la campaña de la Asociación Católica de Propagandistas puede volverse viral (aunque no de la forma en que uno considera deseable).

Es esencial que nosotros, como consumidores de información, analicemos la información que recibimos. En un mundo donde la interacción se ha vuelto instantánea, debemos tener el ojo crítico para discernir entre lo que es un hecho y lo que es una opinión disfrazada de verdad. Como un amigo mío a menudo bromea: «El que no investiga está condenado a creer cualquier cosa, como que el aguacate es una fuente de proteínas».

Las voces de los pueblos indígenas

No podemos olvidar que la voz más importante en esta conversación debe ser la de los pueblos indígenas. Cuando hablamos de la historia de la conquista, es fundamental escuchar a quienes han sufrido su impacto. Muchos líderes indígenas actuales trabajan para recuperar sus historias y enfatizar su continuidad cultural, a pesar de siglos de colonización.

La narrativa histórica que se nos enseña debe incluir esas voces, en lugar de ser una historia unilateral que glorifica a los conquistadores. ¿Por qué no comenzamos a preguntarnos qué pensaban los pueblos indígenas sobre los colonizadores? Escuchar y aprender de ellos no solo es una forma de empatía, sino que también enriquece nuestra comprensión de la historia misma.

Caminos hacia adelante

Entonces, ¿cuál es el camino a seguir? La revisión de nuestra historia no es solo una cuestión de moda; es una responsabilidad. Esta campaña y su respuesta pública son un recordatorio de que las conversaciones sobre el colonialismo y su legado están lejos de terminar. Cada uno de nosotros tiene un papel que desempeñar en la creación de un discurso más inclusivo.

Mi deseo es que cada vez más personas se sientan motivadas a aprender y crecer en su comprensión de la historia. Y cuando digo «crecer», no me refiero a convertirnos en expertos académicos, sino a ser curiosos. Pregunten, lean, discutan. Cuéntenle a sus amigos sobre lo que han aprendido y escuchen sus perspectivas. Muchas veces, la historia se comparte en torno a una mesa, con buena comida y risas. Después de todo, un poco de humor nunca ha matado a nadie. ¡Excepto talvez a algunos chistes!

Conclusión: reflexiones sobre el legado histórico

Al final, la historia es más que una serie de celebraciones. Es un crisol de experiencias humanas. La campaña de la Asociación Católica de Propagandistas nos recuerda que, mientras celebramos, debemos también reflexionar. ¿Quedará espacio para la verdad entre historias de héroes y relatos de villanos? Claro que sí, pero primero necesitamos tener la valentía de enfrentarnos a nuestro pasado y desenterrar las verdades ocultas.

Así que, amigos, la próxima vez que celebren el 12 de octubre o cualquier otro día historico, piensen en los matices. Pregúntense: ¿Por qué celebramos, y qué estamos eligiendo olvidar? La respuesta podría ser esa chispa que encenderá un nuevo diálogo. ¿Listos para acompañarme en este viaje de descubrimiento? ¡Vamos a hacerlo!