La historia está llena de momentos conmovedores y actuando como telón de fondo en nuestra vida cotidiana, hay eventos que marcan un antes y un después. La celebración del 180 aniversario de la Guardia Civil en Vitoria es, sin duda, uno de esos hitos. Y, aunque algunos puedan pensar que esto es «solo otro desfile» o una «ceremonia más», lo cierto es que el acto celebrado el pasado 12 de octubre trae consigo una carga simbólica que vale la pena des menu zarse.
Cambios simbólicos en un contexto complejo
La Plaza de España fue el escenario elegido para este acto conmemorativo, una decisión que refleja tanto la evolución de la sociedad vasca como su anhelo por dejar atrás el peso del pasado. ¿Quién podría imaginarse una celebración de este tipo hace tres décadas, en un contexto donde la violencia y el miedo marcaban el orden del día? Lo cierto es que la elección de Vitoria como sede para este evento no es casualidad; es un mensaje claro de que la Guardia Civil está aquí para quedarse y que la normalidad democrática ha encontrado su camino.
La delegada del Gobierno, Marisol Garmendia, no pudo evitar emocionarse durante su discurso. Agradeció a las víctimas de la violencia y a los agentes que han dado su vida en el cumplimiento de su deber. ¿Alguna vez has estado en una situación donde te das cuenta de que estás presenciando algo más grande que tú mismo? Así se sintió el público presente, quien no dudó en aplaudir las palabras delogiadoras a la valentía y al sacrificio de aquellos que se han enfrentado a la adversidad por el bien de todos.
El papel de la mujer en la Guardia Civil: un cambio positivo
Uno de los puntos destacados por Garmendia fue la representación de las mujeres en la Guardia Civil, un esfuerzo que ha sido gradual pero notable. Actualmente, un 13% de la plantilla son mujeres, y la delegada se mostró optimista al respecto. “¡Viva el empoderamiento femenino!”, pensé mientras escuchaba sus palabras. Una de las cosas que siempre me ha fascinado es cómo las mujeres han ido rompiendo barreras en profesiones tradicionalmente masculinas. Desde los bancos hasta la policía, las mujeres han demostrado que pueden y deben estar en todos lados.
El general jefe de la Guardia Civil en la zona del País Vasco, José Antonio Mingorance, también hizo hincapié en este tema, señalando que en la última oposición, el 31% de los aspirantes eran mujeres. ¡Eso sí es un avance! Aunque el camino aún es largo y queda trabajo por hacer, estos pequeños detalles ayudan a vislumbrar un futuro más equilibrado.
Recuerdos del pasado: no olvidar para seguir adelante
Sin embargo, no todo fue celebración. Mingorance también recordó a los 161 agentes asesinados durante el periodo de terror de ETA. La historia no se puede olvidar, ni debe. ¿No les parece que, aunque a veces es incómodo, recordar a aquellos que han sido víctimas de la violencia es esencial para entender el presente? En este contexto, las palabras de la delegada resonaron: “No vamos a volver atrás”. Es un compromiso por continuar en el camino hacia la paz y la justicia.
En este punto, me viene a la mente una anécdota personal. Recuerdo una conversación con un amigo que, tras un viaje por el País Vasco, me describió la belleza de sus paisajes y la calidez de su gente. Pero cada vez que se tocaba el tema de la historia reciente, se percibía una tensión palpable, un dolor que aún vive en las memorias de muchos. Así que esta celebración no solo es un evento; es también una oportunidad para sanar.
La voz de las víctimas: un recordatorio de que todos cuentan
No obstante, en medio de los aplausos y los actos oficiales, había quienes pedían ser escuchados. La plataforma Memoria Osoa, que reúne a varias asociaciones de víctimas de la violencia, organizó un acto en el Museo Artium para reclamar respeto y reconocimiento. Ellos también son parte de la historia, y sus voces merecen ser escuchadas. “Actos como el que se va a celebrar hoy no ayudan en nuestra reparación”, señalaron. ¿Cuántas veces nos olvidamos de escuchar las historias del otro lado?
Es importante recordar que la construcción de una sociedad verdaderamente democrática implica reconocer todas las aristas de la historia. En un evento como el de la Guardia Civil, puede parecer que se hacia un homenaje colectivo, pero es fundamental no perder de vista las historias incómodas que también forman parte de nuestro tejido social.
Un futuro esperanzador
Al final del evento, se dejó una impresión de unidad y esperanza. Días como estos son necesarios para seguir construyendo la normalidad democrática que tanto hemos anhelado. Garmendia lo mencionó: «Es emocionante y esperanzador que este acto pueda celebrarse con tranquilidad». Este sentimiento es contagioso; nos recuerda la resiliencia de una sociedad que, a pesar de sus traumas, ha decidido no rendirse.
La marcha hacia adelante puede ser larga y tediosa, pero existen momentos que nos inspiran a creer en un futuro donde el respeto mutuo y la armonía reinen. La Guardia Civil ha sido y será parte integral de ese proceso, tanto en su actividad operativa como en su compromiso de construir la confianza con la ciudadanía.
Reflexiones finales: ¿hacia dónde vamos?
Hoy más que nunca, es crucial preguntarnos: ¿cómo queremos que se vea nuestra sociedad en el futuro? ¿Queremos seguir con nuestros conflictos y divisiones, o estamos listos para construir puentes y encontrar una narrativa común que incluya todas las voces? Con el viento a favor de la paz y el entendimiento, celebraciones como la del 180 aniversario de la Guardia Civil en Vitoria nos recuerdan que es posible vivir en normalidad democrática.
Históricamente, momentos como estos no han sido la norma en Vitoria, y a pesar de lo que hemos vivido, se abre la puerta para un futuro en el que esta celebración sea común, no excepcional. Así que, la próxima que te sientas apesadumbrado por la historia, recuerda estos momentos de esperanza. Después de todo, la vida es un compendio de historias, y cada historia, por dolorosa que sea, merece ser contada y recordada.
¿Estamos listos para seguir escribiendo nuevas historias de paz y respeto? Eso es algo en lo que todos podemos trabajar, ya sea en nuestra comunidad, en nuestras familias o en nuestras interacciones cotidianas. A veces, todo lo que necesitamos es un momento significativo que cierre una herida y deje las puertas abiertas a nuevas posibilidades.