Una historia que no debe olvidarse

Es innegable que el acoso laboral es un fenómeno que, aunque muchos prefieren ignorar, sigue presente en numerosas empresas. Esto se hace aún más evidente cuando escuchamos casos desgarradores como el de Jorge S. C., un directivo de Mercasa que decidió poner fin a su vida después de años de abuso emocional en un entorno laboral tóxico. Este suceso ha sido objeto de múltiples investigaciones judiciales, revelando claros fallos en la protección de los trabajadores. Pero, ¿qué más se puede aprender de esta tragedia? Acompáñame en este recorrido donde combinaremos una serie de datos, reflexiones, y un toque de humor (aunque, admitámoslo, será un humor un poco oscuro).

El inicio de la tragedia

El suicidio de Jorge en marzo de 2021 desató una serie de investigaciones y auditorías que, en un principio, parecían estar enfocadas en la búsqueda de justicia. Sin embargo, a medida que se desenterraban los detalles, un triste patrón comenzó a emerger. Un informe de la firma de prevención Cualtis, elaborado pocos meses después de su muerte, reveló que más de la mitad de la plantilla de Mercasa estaba expuesta a un riesgo “muy elevado” en cuanto a la carga de trabajo. Pero, hablemos de sinceridad: ¿quién de nosotros no ha sentido alguna vez que su trabajo le estaba matando? Y no, no me refiero a la carga de archivos de trabajo sobre la mesa, sino a la presión constante que se siente en entornos laborales poco saludables. Mis días en el mundo corporativo me enseñaron que, para muchos, el estrés laboral es como un huésped no deseado que jamás se va.

Riesgos psicosociales: un tema serio

La auditoría realizada a Mercasa no solo identificó una carga de trabajo insostenible, sino que también encontró un entorno en el que el acoso psicológico era una realidad para varios trabajadores. Un 5% de los empleados reportó experimentar «violencia psicológica» en sus trabajos. Si tomamos un momento para reflexionar: eso significa que uno de cada veinte compañeros en la oficina podría estar lidiando con un problema serio en su vida laboral. ¿Adivina qué? Si cuentas diez personas en la sala, es posible que al menos una de ellas esté sufriendo en silencio. ¿No es inquietante? Esa es la clase de estadísticas que pueden hacer que uno se replantee sus propias experiencias en el trabajo.

A mí, personalmente, me ha pasado. Trabajar en un ambiente tenso puede parecer una especie de competencia de resistencia. Te levantas cada día, te vistes con tu mejor sonrisa (o, en mi caso, mi mejor cara de café) y entras en la oficina, solo para darte cuenta de que todos están tan estresados como tú… a veces incluso más. En lugar de ser un entorno colaborativo, parece una partida de ajedrez donde cada quien busca no ser el peón sacrificado.

La verdad detrás del informe de Cualtis

El informe de Cualtis no menciona explícitamente la tragedia de Jorge, lo cual resulta un tanto alarmante. Es como si estuviéramos organizando una fiesta y al final todos olvidaran que uno de los invitados ya no estaba con nosotros. El hecho de que la dirección de Mercasa intentara mitigar la situación al comunicar la muerte de Jorge como un “infarto” es como poner una tirita sobre una herida abierta. Las heridas emocionales son difíciles de curar cuando no se habla de ellas abiertamente.

El informe también desglosa cómo la falta de protocolos ante el acoso laboral es problemática y preocupante. Casi la mitad de los empleados “no conocía” un protocolo formal, lo que demuestra una falta de comunicación clara dentro de la empresa. Eso me recuerda a los días en la escuela, donde algunas lecciones eran tan importantes que simplemente se ignoraban. Si hubiéramos tenido las herramientas adecuadas, quizás hubiésemos enfrentado mejor los problemas. ¿No te parece irónico?

Un entorno laboral que asfixia

Este triste episodio también enfatiza la situación de presión constante en la que Jorge y muchos de sus compañeros trabajaban. Un 62,5% de la plantilla estaba considerado en riesgo «muy elevado» o «elevado». Cuando leí esto, no pude evitar recordar mis propias horas extras, corriendo de un deadline a otro y sintiendo que nunca había suficiente tiempo. ¿Cuánto tiempo hemos pasado sintiéndonos así? Mirando los correos electrónicos interminables como si fueran una broma cruel de un dios del trabajo en exceso.

Cuando la carga de trabajo se vuelve abrumadora, los empleados pueden sentir que pierden el control de sus vidas, una sensación que puede intensificarse hasta convertirse en un estado de ansiedad constante. A muchos de nosotros nos ha pasado: es como cuando intentas ver una serie en Netflix y, de repente, tienes tantos episodios acumulados en tu lista de “para ver” que simplemente te sientes abrumado. La presión laboral puede hacer que un entorno que debería ser productivo se sienta como un campo de batalla.

Situaciones alarmantes de violencia psicológica

El informe también mencionó que un 5% de los encuestados dio cuenta de situaciones de «violencia psicológica con frecuencia», quienes mencionaron amenazas, insultos e incluso un «hacer el vacío» a compañeros. Estos comportamientos son inaceptables y, sin embargo, siguen sucediendo en muchas organizaciones. Es como si tuviéramos un club exclusivo donde solo eran bienvenidos los que podían soportar la presión, mientras que el resto simplemente quedaba afuera, incapaz de ser parte del “mejor” equipo.

Y lo más preocupante es que casi un 34% de los trabajadores no conocía la existencia de un procedimiento formal para prevenir el acoso laboral. A veces, la ignorancia puede ser nuestro peor enemigo. En una situación donde la comunicación debería ser clave, encontramos puertas cerradas y silencio. Es como si en una partida de Póker, todos jugaran sus cartas, pero nadie supiera las reglas.

El proceso penal y el eco de la tragedia

La historia no termina con el informe de Cualtis. El suicidio de Jorge desató una serie de juicios y procesos penales que no solo involucran a Mercasa, sino a varias figuras clave dentro de la empresa. Este es un recordatorio escalofriante de que las consecuencias de un entorno laboral tóxico no solo afectan a la víctima, sino a toda una comunidad.

Me pregunto, ¿cuántas empresas han aprendido de estas lecciones? A menudo, la falta de responsabilidad se convierte en la norma, y mientras los directivos dimiten y las oficinas cambian su estructura, los empleados siguen lidiando con el mismo clima tóxico.

La situación actual de Mercasa y sus esfuerzos por mejorar el ambiente laboral han llevado a algunas iniciativas, como políticas de flexibilidad horaria y programas de prevención. Pero… ¿será suficiente? A menudo, me encuentro pensando si las promesas de mejora son como esas dietas de verano que todos intentamos mantener (spoiler: no solemos tener éxito). Las políticas pueden ser excelentes en papel, pero ¿realmente marcan la diferencia en la vida cotidiana de los empleados?

Reflexiones finales

A lo largo de este artículo, hemos explorado el oscuro mundo del acoso laboral en Mercasa, pero seamos claros: Jorge S. C. no es solo una estadística, sino un recordatorio de que nuestras acciones tienen un efecto profundo en los demás. A menudo, la vida en el trabajo es como un juego de malabares: todos tratamos de mantener todo en el aire, pero a veces, una bola se nos escapa. La clave está en reconocer cuando una de esas bolas puede herir a alguien y tomar acción.

Es esencial que las organizaciones se tomen en serio el bienestar de sus empleados. Implementar prácticas de salud mental y crear un entorno donde cada voz cuente es vital. Pero también es importante que cada uno de nosotros aprendamos a hablar sobre estas experiencias. No estamos solos en esto. Al igual que en las mejores series de Netflix, siempre hay alguien que se siente identificado, y tal vez juntos, podamos cambiar el curso de la historia.