El pasado 29 de septiembre, la suspensión de las pruebas teóricas convocadas por RTVE salió a la luz como una de esas historias que parecen sacadas de un guion de comedia… o de un dramático. ¿Quién no ha pasado por una situación en la que el estrés y la confusión se hacen dueños de lo que parece ser un sencillo examen? Aparentemente, estos candidatos a un puesto en la televisión pública española no solo tienen que demostrar sus conocimientos, sino también navegar en un mar de desinformación y, ahora, luchas de poder.

¿Qué pasó con las oposiciones a RTVE?

Todo comenzó con una filtración. Una parte del cuestionario previsto para la oposición de Información y Contenidos apareció en la red como si hubiera sido enviada por error, o quizás por un “alguien” con un sentido del humor cuestionable. TVE, en su incomprensible sabiduría, decidió ¡suspender el examen! Los candidatos, que ya están acostumbrados a la incertidumbre y los cambios en el sistema, se enfrentan ahora a una espera angustiante hasta el 2 de noviembre. ¡Como si el estrés de prepararse para un examen de oposición no fuera suficiente!

Las preguntas y respuestas que fueron liberadas por el sindicato Comisiones Obreras (CCOO) crearon un alboroto en las redes sociales. ¿Sería una medida de transparencia o solo una forma de dar un balonazo al tribunal? La verdad es que muchos de estos implicados ya se sentían desilusionados antes de que el examen se pospusiera. «Las preguntas son tan complicadas que ni viéndolo en la tele 24 horas al día, podrías resolverlas», decía una usuaria en su tuit. ¿Tendría razón? Vamos a profundizar.

La controversia de las preguntas

Las preguntas que emergieron del matiz de la filtración son llamativas y, seamos honestos, cortésmente absurdas. Por ejemplo, una de las interrogantes decía: «¿Cómo se llama el fotógrafo que captó la imagen de la bala que hirió a Donald Trump durante el mitin en Butler?» Que alguien me explique… ¿es esto realmente parte del conocimiento que debe tener un candidato a RTVE? Ya me imagino a los opositores en casa, preparando su maleta de nervios y una taza de café, en lugar de estudiar lo que realmente importa para el día a día de la cadena.

Entre las perlitas de esta sopa de exámenes, otra pregunta destacaba: «¿Cuántos trabajadores fallecieron en un siniestro laboral entre enero y julio de este año?» ¡Qué delicadeza! Este tipo de preguntitas no solo nos muestra lo absurda que puede ser la burocracia, sino que también crea una atmósfera tensa entre los aspirantes. La mezcla de trivialidades con temas serios no parece una buena manera de medir los conocimientos de alguien que posiblemente pasará por la redacción de un informativo.

La reacción de los candidatos

No es sorprendente que, al conocer estas preguntas, los candidatos se sintieran abrumados. Las redes sociales estallaron con memes, gifs y comentarios ácidos. Como en un culebrón nacional, los aspirantes comenzaron a compartir sus sentimientos de frustración, utilizando Twitter, Facebook e incluso TikTok para expresar su descontento con un sistema que a veces parece ser menos sobre el conocimiento y más sobre lo caprichoso.

«Tal vez en Saber y Ganar tengamos más suerte», comentó otro usuario con aires de resignación. Porque, para ser justos, en ese juego de preguntas y respuestas, al menos uno puede sentirse como una estrella de la televisión… aquí, no tanto.

El dilema de la transparencia

Ahora, el tema central se ha convertido en un grito por transparencia en el mundo de las oposiciones. Comisiones Obreras, a través de su publicación, no solo intentó sacudir la silla de RTVE, sino que también está instando a otros miembros del tribunal a compartir sus preguntas. En un mundo ideal, esto debería ser un estándar. Sin embargo, dentro de la burocracia pública, ¿quién se atreve a soñar con la transparencia?

CCOO ha intentado jugar el juego de la buena fe, argumentando que el silencio de los demás contribuyó a crear una “situación de desigualdad”. Y, como bien sabemos, en el siglo XXI, la información es poder. Pero, ¿es justo filtrar preguntas de un examen? ¿Quién decide qué se comparte y qué no? El debate podría alargarse más que ese examen de duración insufrible.

Un examen para qué

Esto me lleva a preguntarme, ¿qué tipo de conocimiento realmente buscamos en los candidatos a RTVE? ¿Podemos considerar válido un examen que incluye preguntas tan específicas sobre sucesos o personas que, aunque relevantes, no son decisivas para el trabajo diario en el canal? Me atrevería a pensar que sería más útil para los opositores dominar habilidades de redacción, producción de contenido y, sobre todo, entender la importancia del periodismo ético en lugar de memorizar los nombres de fotógrafos de noticias virales.

Al final del día, ¿no es acaso RTVE un medio público que debería brindar un espacio para el pluralismo y la calidad informativa? Quizás, en lugar de enfocarse en examinar a los aspirantes con preguntas desactualizadas o frívolas, podrían dedicar tiempo a desarrollar un sistema de selección más acorde a las necesidades del mercado y la realidad social. Eso sí, con una pizca de sentido común, que parece haberse desvanecido por los pasillos de la administración pública.

Reflexiones finales: el futuro de las oposiciones en RTVE

En resumen, la controversia de las oposiciones a RTVE nos abre la puerta a debatir sobre un sistema que, además de ser complejo, se siente obsoleto. Las preguntas liberadas por el sindicato son, sin duda, solo la punta del iceberg. La incertidumbre que viven los candidatos es también un reflejo de la falta de claridad y efectividad en el proceso.

Te invito a reflexionar: ¿quieres un sistema que mide el conocimiento de una persona a través de preguntas que podrían ser más adecuadas para un trivial de bar? ¿O preferirías un método que realmente evalúa la capacidad de los candidatos para informar, crear y conectar con el público? Personalmente, me inclinaría por lo segundo. A veces, bailar sobre la cuerda floja de las oposiciones es un espectáculo que preferiría no presenciar.

Así que, mientras los candidatos se preparan para el 2 de noviembre, solo me queda desearles, como un buen amigo, la mejor de las suertes. ¡Porque lo que se necesita en este mundo de burocracia es un poco de suerte, sentido del humor y, quizás, un buen libro de trivia para sobrevivir!