La llegada de la secuela de «El hoyo» ha generado un revuelo inesperado, y por “inesperado” me refiero exacto a que, después de años de incertidumbre, ¡por fin vemos lo que hay en el fondo de este oscuro abismo cinematográfico! Nacida de la mente inquieta de Galder Gaztelu-Urrutia, «El hoyo» original capturó nuestra atención en una época turbulenta, mostrando un mundo angustiosamente familiar construido alrededor de la desigualdad de acceso a recursos. Con el estreno de «El hoyo 2», la crítica y los fans se preguntan: ¿qué nuevas enseñanzas nos ofrecerá?
La estructura de «El hoyo»: un abismo de desigualdad
Permíteme recordarte brevemente el concepto detrás de «El hoyo». En la primera entrega, nos encontramos atrapados en un agujero distribuido en 333 pisos, donde dos personas eran colocadas en cada nivel. Cada día, una plataforma descendente traía comida, y los “afortunados” de arriba decidían si comían lo que necesitaban o lo que deseaban. El resultado, como sabemos, era a menudo trágico. ¿Y quién no ha sentido esa angustia al ver protestas sociales por comida mientras compras tortillas en el supermercado? La metáfora de la película fue clara: la lucha por la supervivencia en un sistema egoísta.
Y aquí estamos, cinco años después de aquella reveladora crítica social. ¿Tan solo hemos bajado un nivel en el hoyo, o realmente hemos aprendido algo? Con «El hoyo 2», Gaztelu-Urrutia vuelve a presentarnos el mismo dilema, pero ahora con un enfoque fresco que invita a la reflexión.
El regreso al hoyo: ¿por qué la secuela?
Durante una reciente interacción en el Festival de San Sebastián, el director confesó que había hecho una promesa de no volver a este universo ficticio. Pero, como muchos de nosotros, se encontró en circunstancias que lo llevaron a romper su promesa. ¡La vida está llena de ironías! Es como cuando decidimos que nunca más volveríamos a comer ese pastel de chocolate en la fiesta y, a la siguiente, estamos en la cola esperando un pedazo más grande que el que le sirvieron a nuestro amigo.
La segunda entrega nos recuerda que, aunque “salgamos” de situaciones desesperantes, a veces no podemos evitar regresar a los temas que nos definen. Durante el avance del tráiler, queda claro que el director ha dicho: «No me quedó más remedio», y rápidamente se aprecian los cambios en la narrativa.
Nuevos personajes y nuevas dinámicas
Milena Smit, quien asume el papel principal, ofrece una mirada renovada a la lucha por la supervivencia en un entorno que, a pesar de parecer distinto, se siente tan conocido. Su personaje es un nuevo tipo de guía, enfrentándose no solo a las viejas estructuras del hambre y la codicia, sino también a los nuevos códigos morales que emergen del hoyo. Por otro lado, Hovik Keuchkerian aporta una frescura infantil a la dinámica entre los reclusos, convirtiéndose en un neófito tragaldabas cuya supervivencia está amenazada por un mundo que está tan desorganizado como un armario después de una mudanza.
Gracias a esta nueva alineación de personajes, la película se convierte en un estudio sobre las ideologías sociales contemporáneas. Desde el colectivismo hasta el liberalismo, solo hay una constante: la lucha. ¿De verdad importa si elegimos defender a unos u otros, si la interdependencia nos ata a todos en este juego cruel llamado capitalismo?
La moral de la redistribución: ¿es tan simple después de todo?
La esencia de «El hoyo 2» plantea una pregunta fundamental: ¿realmente podemos ser “más egoístas” si todos están en el mismo barco, o más bien tendemos a priorizar nuestros propios privilegios? El personaje de Milena, quien actúa como una especie de experta, intenta guiar a los demás a través de estas nuevas reglas.
El director menciona que “ese plato” que eligen todos representa más que una simple decisión de comida; es un símbolo de lo que heredamos. En pocas palabras, muchas de nuestras decisiones, están marcadas por nuestra posición en la vida. ¡Qué reflexión! ¿Quién no ha estado en una conversación donde, al revelar su sueldo, el tono cambia casi como si hubieran lanzado un hechizo? La culpa y la búsqueda de legitimidad pueden hacer estragos en una reunión.
Lo que me lleva a pensar en la manera en que los privilegios se pueden ver como rasgos de nuestra identidad. La pregunta, entonces, es: ¿hasta qué punto somos conscientes de ello en nuestras vidas diarias? Cuando estamos cómodos, la empatía puede convertirse en una palabra vacía.
Reflexionando sobre nuestra propia «cosa del hoyo»
Es un hecho que no podemos ignorar: todos contamos con un hoyo personal. Un lugar, ya sea físico o emocional, donde las luchas de la vida moderna encuentran su camino, y «El hoyo 2» nos recuerda que debemos mirarlo de frente. A menudo, es más fácil mirar hacia el “hoyos” de otros en lugar de lidiar con los nuestros. Pero, ¿qué pasaría si un día tuviéramos que escoger entre el bien común o nuestro propio bienestar?
Recuerdo una vez, en un trabajo anterior, donde se hizo una reestructuración. Se les ofreció ayuda a unos, y a otros se les dejó al margen. La sala se llenó de tensiones, y ese día se podía «cortar el aire» con cuchillo. Al igual que en El hoyo, las decisiones que tomamos no afectan solamente a nosotros. A veces, debemos decidir cómo nos sentimos sobre nuestro estatus, y eso se puede sentir grabado en nuestra psique.
Reflexiones finales: ¿hasta dónde llegaremos?
Con el estreno de «El hoyo 2», tenemos la oportunidad de reflexionar sobre las estructuras que sostienen nuestras vidas. La defensa de nuestras decisiones es más un acto de egoísmo disfrazado de generosidad. Al final del día, todo se reduce a las elecciones que hacemos y a los valores que defendemos.
La película no pretende ofrecer respuestas simples en un mundo que no se puede definir en blanco y negro. Mientras tanto, el director nos lanza preguntas que son más que pertinentes en una época en la que la justicia social y la responsabilidad parecen estar en un punto culminante. Ahora, más que nunca, es crucial preguntarnos: ¿cómo nos comportamos con aquellos que están por encima y aquellos que están por debajo de nosotros? Solo el tiempo y nuestras decisiones pueden brindarnos pistas sobre cómo salir del hoyo, o si, de hecho, tenemos la intención.
Finalmente, al mirar hacia el futuro y a lo que ahora se nos presenta, es evidente que «El hoyo 2» no es solo una secuela; es una invitación a explorar la situación actual de nuestras sociedades y las decisiones que hacemos cada día. Así que, ¿cuál es el verdadero giro? Tal vez se trate de no solo mirar afuera, sino hacia adentro, y de hecho, decidir si tenemos la valentía de cambiar nuestra propia narrativa. Ahora, si me disculpas, tengo que ir a buscar un «plato» que no me lleve a ese abismo… ¡No quiero volver a caer en el hoyo!