La lucha por la igualdad de género en España ha sido un tema candente en la agenda política, especialmente entre partidos que se autodenominan progresistas. Sin embargo, la realidad parece ser más compleja y, en algunos casos, contradictoria. ¿Realmente están cumpliendo estos partidos con las expectativas de sus ciudadanos, o simplemente están jugando un juego de apariencias? En este artículo, exploraremos las diferentes facetas de la política de género en España, haciendo hincapié en los desafíos, fracasos y oportunidades.

¿De qué manera han fallado los partidos progresistas en sus promesas?

Cuando hablamos de políticos y promesas, seguramente te venga a la mente esa famosa cita que dice que «las promesas son como los bebés: son divertidas de hacer, pero difíciles de mantener». ¿Por qué es tan difícil que los partidos políticos se mantengan fieles a lo que prometen? En el caso de la política de igualdad en España, es evidente que muchos de los partidos de la izquierda han tropezado en su camino, especialmente cuando hablamos de feminismo.

La ministra de Igualdad, Irene Montero, ha hecho de la ley del «solo sí es sí» una bandera de su gabinete. Sin embargo, este entusiasmo ha dado pie a graves consecuencias. Según datos que la ministra ha preferido omitir, más de 1.400 agresores sexuales han visto reducidas sus penas, y algunos, como miembros de ‘La Manada’, han conseguido su excarcelación. Me parece que, en un intento de llevar un mensaje fuerte y claro, nos hemos olvidado de algo fundamental: la coherencia.

La ley del «solo sí es sí»: ¿un avance o un retroceso?

Imagina que al intentar ponerle un cierre a tu armario, este se abre de par en par y las puertas simplemente no cierran. Esa es la metáfora que me viene a la mente cuando pienso en los múltiples efectos adversos de la ley del «solo sí es sí». A pesar de la buena intención detrás de esta legislación, el hecho de que se hayan reducido penas y liberado a convictos ha generado un colapso en los juzgados de violencia sobre la mujer. ¿Es realmente este el impacto que esperábamos?

Con cada nuevo escándalo que emerge, parece que la lucha por la igualdad se convierte en una especie de juego de dominó. La ley de paridad, que debería ser un paso adelante, ha resultado en un «error técnico» que ha dejado a muchas trabajadores desprotegidas. Conversando con una amiga que trabaja en el área de recursos humanos, me comentaba sobre su frustración al ver cómo estas políticas, en lugar de ayudar, han tileado complicaciones adicionales. ¿Cuántas veces necesitamos tropezar antes de aprender de nuestros errores?

La instrumentalización de la mujer: un fenómeno alarmante

Hablando de errores, no se puede ignorar la instrumentalización de la mujer en la política. Desde la esposa de un presidente ocupando un puesto directivo, hasta el uso de casos de violencia para conseguir cierta atención mediática, la doble moral parece ser el pan de cada día en la política. Estos actos no solo son indignantes; son una traición a las mujeres que realmente están luchando por sus derechos.

Es comprensible sentirse frustrado y, en algunos casos, incluso impotente. En un almuerzo con algunas amigas, una de ellas expresó su enojo al ver cómo estos líderes parecen pensar que el feminismo es solo un traje que pueden ponerse cuando les conviene. Pero la realidad es que el feminismo debería ser un movimiento inclusivo, donde todos y todas podamos encontrar nuestro lugar.

¿Cómo puede el Partido Popular marcar la diferencia?

En medio de esta tormenta, el Partido Popular ha delineado su postura, optando por un feminismo inclusivo. Aunque, de acuerdo a algunos críticos, la autenticidad de su enfoque es discutible, es importante reconocer que, en el ámbito político, el diálogo es fundamental. La reciente renovación del Pacto de Estado contra la Violencia de Género podría ser un paso positivo, pero ¿será suficiente?

Con propuestas que incluyen la gratuidad de las escuelas infantiles, flexibilidad laboral y blindaje de ayudas para familias numerosas, el Partido Popular parece estar posicionándose como un aliado para la conciliación. Y aquí surge una pregunta importante: ¿es posible que podamos encontrar un terreno común, independientemente del color político?

Reformas y retos: el camino hacia la igualdad real

Sin embargo, no todo es blanco o negro. A menudo, me encuentro pensando en cómo poco se habla de aquellos que, en nombre de la igualdad, han permitido que la polarización crezca. Las políticas actuales, cuando se diseñan sin un diálogo inclusivo, tienden a dejar a muchos en el camino.

El enfoque de la flexibilidad laboral y la gratuidad de servicios se está convirtiendo en un tema crucial para la mujer trabajadora moderna. No obstante, las mujeres aún son quienes mayoritariamente asumen la carga de la conciliación familiar. Entonces, ¿qué medidas se están tomando realmente para abordar este desequilibrio?

En una conversación reciente con un colega que trabaja en políticas públicas, él argumentó que la mayoría de las decisiones son más bien reformas superficiales que no atacan el problema en su raíz. La cuestión de la corrupción y de la hipocresía en la política deben ser atendidas si se quiere conseguir un avance real.

¿Quién debe rendir cuentas?

Mientras se agoniza por algunos escándalos que vinculan a políticos de izquierda en situaciones comprometidas, el comportamiento de otros en el espectro político no es menos reprochable. El Partido Socialista, por ejemplo, que se presenta como un abanderado del feminismo, ha estado bajo el foco de la crítica por la conducta de algunos de sus miembros. ¿Hasta qué punto están dispuestos a rendir cuentas?

Frases como «Feminismo. Pero de verdad», como han repetido en su reciente campaña, parecen más un término de marketing que un compromiso genuino. A medida que se aproxima el 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, es fundamental recordar que el verdadero feminismo no solo se trata de eslóganes bien elaborados, sino de acciones concretas y efectivas.

Reflexiones finales: la búsqueda de una igualdad real

En resumen, el camino hacia una igualdad real en España está plagado de retos. Los partidos que añoran ser vistos como líderes en la lucha feminista deben demostrar que están dispuestos a dejar de lado las apariencias y afrontar la verdad de sus políticas. Los ciudadanos están a la espera de que se construyan leyes coherentes con los ideales promovidos por estos mismos líderes. Sería un sueño ver a nuestros políticos trabajando juntos para construir un futuro más equitativo.

¿Lograremos encontrar un espacio donde el feminismo sea la voz unificada que necesitamos? O, por el contrario, ¿seguiremos viendo a los partidos separados, luchando por quién tiene la voz más fuerte en la arena pública?

La batalla por la igualdad de género no es un sprint, sino una maratón. Nos mantendremos firmes, seremos críticos y, sobre todo, lucharemos por un verdadero cambio. ¡Y eso merece un brindis! Al final del día, cada acción cuenta, cada voz importa, y cada uno de nosotros tiene la responsabilidad de ser parte de esta lucha. El camino hacia la igualdad real comienza con un simple paso: exigir el cambio que realmente queremos ver.