Cada año, el 8 de marzo se convierte en una fecha marcada en el calendario, y no solo por la cantidad de chocolates y flores que se compran (aunque, seamos sinceros, una buena caja de bombones siempre ayuda). Este día, que se celebra la Jornada Internacional de la Mujer, es un recordatorio vibrante y poderoso de la lucha por los derechos de las mujeres en todo el mundo. Este año, a pesar de la inclemencia del tiempo y los problemas internos de los partidos políticos, la comunidad se unió con un fervor impresionante. En este artículo, exploraremos las experiencias vividas, las voces que resonaron en las calles y los retos que enfrentó el movimiento feminista este 8-M.
La lluvia no apaga el fuego del feminismo
Si te encuentras en España, probablemente escuchaste los ecos de los gritos de «¡vivas nos queremos!» resonar entre las gotas de lluvia. Este año, cientos de paraguas morados cubrieron las calles de ciudades como Madrid, Valencia, Bilbao y Gijón. Y, aunque esas nubes oscuras amenazaban con arruinar el evento, la determinación de las mujeres se hizo más fuerte que nunca. ¿Te imaginas lo que es participar en una manifestación bajo un paraguas, con música y consignas que retumban en el aire? Es una experiencia casi mágica. La conexión entre las asistentes era palpable.
La primera manifestación en Madrid, organizada por la Comisión 8M, logró reunir a 25,000 personas según la Delegación del Gobierno y hasta 80,000 según los organizadores. La diferencia de cifras puede parecer confusa, pero a veces, en el contexto de una manifestación, hasta los números quieren sumarse a la causa.
Un canto festivo de esperanza
Bajo el lema «Feministas antirracistas. ¡A las calles! Nos va la vida en ello», el ambiente era festivo y de rebeldía. ¿Quién dijo que la protesta no puede ser divertida? La música animaba el espíritu, mientras que las consignas no podían ser más precisas. ¡Abajo el patriarcado! ¡Vivas nos queremos! Eran gritos de lucha, pero también de unión. No se trataba de solo una jornada de protesta; era una celebración de la fuerza femenina.
Algunas de las figuras políticas más relevantes del momento, como la vicepresidenta Yolanda Díaz y la ministra de Igualdad Ana Redondo, se unieron a la marcha, enviando un mensaje claro: el feminismo está intrínsecamente ligado al cambio social. Aunque la vida política puede parecer un escenario lleno de desafíos, hay momentos como estos que parecen limar asperezas.
El 8-M: Un clima adverso para la izquierda
A pesar del ambiente de unidad, el presente feminista de este 8-M se vio ensombrecido por ciertos escándalos. El PSOE, Sumar y Podemos, formaciones que tradicionalmente apoyan la causa feminista, se enfrentaron a diversas acusaciones, incluyendo temas de acoso sexual. En este clima, la manifestación podría haber sido un buen espacio para la autocrítica, una reflexión sobre lo que significa ser feminista hoy.
Irene Montero, exministra de Igualdad y líder de Podemos, destacó la necesidad de una autocrítica honesta. En un momento en el que muchas luchas se basan en la transparencia y la verdad, Montero hizo hincapié en que «la autocrítica la tenemos que hacer, sobre todo en aquellos espacios de poder que siguen garantizando la impunidad a los agresores». ¿No es un poco irónico que en un día destinado a celebrar el empoderamiento femenino, se revelen tensiones internas que podrían desviar el enfoque de la lucha?
La voz del PSOE y la sombra del caso Ábalos
En medio de esto, el PSOE también tuvo que navegar su propio escándalo. La sombra del caso Ábalos se cernía sobre el partido como un capacitador de debates que podría inimaginablemente dividir a los más fervientes defensores de la marcha feminista. La ministra Ana Redondo, quien asistió a la manifestación, pidió que el feminismo estuviese unido, argumentando que «hay muchas más cosas que nos unen frente a las que nos separan». Sin embargo, ante la presión, uno se pregunta: ¿cuánto más se puede unir un movimiento si sus bases políticas están desmoronándose?
Estos momentos en el escenario político invitan a la reflexión. A menudo, los movimientos sociales deben enfrentarse a la realidad de que no solo están luchando contra la opresión externa, sino también contra las corrientes internas que pueden comprometer su cohesión. Las luchas por la justicia social no siempre son lineales, y cada paso hacia adelante puede ser seguido por tropiezos inesperados.
La reacción del PP: ¿Aprovechando el viento a favor?
El Partido Popular (PP), por su parte, se mostró escéptico ante el fervor de la izquierda, acusando a los otros partidos de hipócritas. En un giro poco esperado, su líder Alberto Núñez Feijóo decidió felicitar el 8-M recordando a su abuela. ¿Acaso las abuelas no tienen siempre una forma especial de tocar nuestros corazones? Sin embargo, todos sabemos que los discursos políticos no suelen estar exentos de segundas intenciones, y esta no fue la excepción.
El PP publicó un video generado por inteligencia artificial con el lema «la manifestación que no verás», mostrando imágenes de figuras de izquierda, y esto generó más risas que aplausos. Se preguntó si esta fue una forma de hacer burla de la diversidad del movimiento. Sin embargo, no se puede negar que se salieron del guion, pero, como diría cualquier abuelita, «a veces, la risa es el mejor remedio».
Un futuro lleno de posibilidades: lo que viene
Entonces, ¿qué nos deja el 8-M 2023? La lucha por los derechos de las mujeres es innegablemente compleja, especialmente en un contexto donde la política se presenta como un campo de batalla. Pero, a pesar de las adversidades, el espíritu del feminismo sigue vivo. La voz de las mujeres que marchan juntas se convierte en una sinfonía de esperanza.
Lo que hemos aprendido de este año es que el feminismo no es un destino, sino un viaje.¿Quién está listo para seguir adelante en este camino? Las manifestaciones siguen siendo una plataforma vital para la expresión, pero también deben evolucionar para adaptarse a los nuevos desafíos que surgen en esta lucha. Hay un compromiso renovado hacia la justicia que no puede ser ignorado.
Conclusiones: la materia de la que están hechos los sueños
En tiempos donde la incerteza parece dominar la narrativa, el feminismo juega un papel clave en el tejido de nuestra sociedad. La empatía, la solidaridad y la risa son herramientas poderosas que pueden desterrar nubes oscuras.
Y así, mientras caminamos hacia el futuro, cada marcha, cada consigna y cada voz graciosa debe ser recordada. Un recordatorio de que cuando las mujeres marchan, el mundo no puede ignorarlas. Después de todo, la lucha feminista no solo está diseñada para mejorar las vidas de las mujeres, sino para transformar el tejido mismo de nuestra sociedad.
En resumen, el 8-M de este año nos mostró que, aunque las tormentas pueden llegar, siempre habrá un paraguas de esperanza, y con cada paso que se da, las oportunidades de cambios reales y significativos también se multiplican. ¿Estamos nosotros también preparados para acercarnos al firme camino hacia la igualdad? ¡El viaje apenas comienza!