En un mundo ideal, la igualdad entre hombres y mujeres debería ser una realidad inquebrantable. Todos querríamos que los partidos políticos trabajaran de manera cohesionada y eficiente, impulsando políticas que realmente hagan una diferencia. Sin embargo, como el aire de una fiesta de cumpleaños pasada, la realidad es que esto no siempre ocurre. Hoy, vamos a sumergirnos en las contradicciones de aquellos que dicen luchar por nuestras causas, pero cuya coherencia deja mucho que desear.
La importancia de la coherencia en la política
Imagina que estás en una cita, y todo parece perfecto: risas, miradas y una conexión genuina. Pero, de repente, te das cuenta de que esa personita no deja de mirar su teléfono mientras le cuentas sobre tu último logro. Es un poco desalentador, ¿no? Eso mismo sienten muchos ciudadanos cuando observan a los partidos políticos que se jactan de ser progresistas, pero cuyas acciones no coinciden con sus palabras.
¿Qué le sucede a la coherencia? ¿Acaso se ha tomado un descanso prolongado en alguna isla tropical? Los partidos de izquierda, que se autodenominan campeones de la igualdad, se encuentran bajo un prisma de crítica debido a sus políticas y los efectos adversos que estas han tenido en la lucha feminista. La ley del «solo sí es sí», por ejemplo, se presentó con gran pompa, de la misma manera que un niño muestra su dibujo tras el primer día de clases. ¡Pero, espera! La realidad ha mostrado un lado mucho más sombrío.
La ley del «solo sí es sí»: una celebración agridulce
Cuando la entonces ministra de Igualdad Irene Montero pronunciaba el lema «¡Sólo sí es sí!», muchos celebraron la iniciativa. La intención era muy noble, sin duda. Pero, como en el caso de un maestro que alaba un examen sin entender que el niño en realidad ha hecho trampa, la ley ha traído consigo efectos análogamente adversos.
Desde su implementación, se han reportado más de 1.400 reducciones de penas, incluyendo casos de agresores de alto perfil como algunos miembros de La Manada. Esto no es trivial y plantea una cuestión incómoda: ¿Realmente hay un compromiso con la protección de las víctimas, o simplemente se trata de un discurso que se ofrece al público, adornado con un brillo superficial? Las cifras no mienten y, en este caso, hablan de un mundo en el que las palabras han superado a los hechos.
El tumulto en los juzgados de violencia de género
La situación se agrava aún más cuando se habla del colapso de los juzgados de violencia sobre la mujer, los cuales deberán asumir más carga de trabajo sin los recursos necesarios. Es un poco como intentar organizar una fiesta con recursos de una reunión de café. Imagina a un juez, cansado, buscando un café en su taza vacía mientras repasa expedientes que podrían cambiar vidas. Desalentador, ¿verdad?
La ley de eficiencia de la justicia, que está a punto de entrar en vigor, suena prometedora, pero las omisiones y errores en la planificación han dejado a muchas víctimas a merced de un sistema que ya era ineficiente.
La ley de paridad: un paso hacia atrás
Ahora, si creías que las cosas no podían empeorar, la llamada ley de paridad, que entra en vigor en agosto de 2024, ha venido con su propia cuota de controversia. El llamado «error técnico» ha desprotegido a muchas trabajadoras que se ven obligadas a conciliar su vida laboral y personal, un verdadero balde de agua fría para aquellos que esperan un avance real en la igualdad de género.
Esto me recuerda a esa vez en la que decidí hacer un pastel desde cero, solo para darme cuenta de que no tenía un ingrediente fundamental: la harina. Se puede hacer un intento loable, pero al final del día, lo que realmente importa son los resultados. ¿No deberíamos exigir lo mismo de nuestros representantes políticos?
La doble moral y la hipocresía
Entrando en el territorio de la doble moral, no podemos pasar por alto las actitudes de algunos líderes de partidos. Desde el uso de ventajas personales, como el caso de Begoña Gómez, hasta denunciantes cuyas voces no han sido escuchadas por los mismos que prometieron hacerlo, hay una serie de casos que dejan un sinsabor en el paladar.
Los partidos de izquierda prometieron crear espacios seguros y apoyo a las mujeres que denuncian violencia, pero cuando se presentan casos de Íñigo Errejón y Juan Carlos Monedero, la narrativa cambia. Nos encontramos ante una encrucijada: ¿deben nuestros líderes ser ejemplos a seguir o beneficiarse del mismo sistema que dicen combatir?
Un feminismo inclusivo: ¿realidad o una ilusión?
Por otro lado, en medio de la tormenta, el Partido Popular ha planteado una visión de un feminismo inclusivo. Pero, ¿es esto más que solo un eslogan para las redes sociales? La realidad es que, mientras intentan establecer políticas que realmente aborden la violencia machista y apoyen la conciliación familiar, también deben ser coherentes en su presentación.
Se han renovado pactos contra la violencia de género y presentado propuestas como la gratuidad de escuelas infantiles, que suenan bien en teoría. Pero en la práctica, la pregunta sigue siendo: ¿son estas medidas suficientes?
Celebrando el 8M: compromiso real o marketing político
Cada 8 de marzo, la marea de mujeres y hombres se alza en todo el mundo, exigiendo igualdad. Este año, el compromiso renovado del Partido Popular lo ha definido como «Feminismo. Pero de verdad». Es la frase que puede hacerte reír o rabiar, dependiendo de tu perspectiva sobre la política contemporánea.
Las palabras pueden ser poderosas, pero las acciones las respaldan. La gran pregunta que todos nos hacemos es: ¿deberíamos seguir dándole nuestras esperanzas a políticos que parecen más interesados en la mediatización que en la solución de problemas reales? En última instancia, la lucha por la igualdad no debería ser un juego de ajedrez, donde el público observa pasivamente las jugadas políticas.
Conclusión: el dilema de la confianza
La política no tiene respuestas sencillas. La lucha por la igualdad es un viaje constante que requiere que todos los implicados actúen con sinceridad, compromiso y, sobre todo, coherencia. Las palabras sin acciones pueden convertirse en una canción que todos conocemos, pero pocos realmente escuchan.
Mientras los ciudadanos continúen esperando que sus representantes actúen en el mejor interés de todos, la política seguirá siendo un campo de batalla. Así que, la próxima vez que veas a un político proclamando su compromiso con la igualdad, recuerda que las palabras son fáciles, pero las acciones son las que realmente cuentan. Después de todo, ¿no sería emocionante vivir en un mundo donde la política de verdad sea un reflejo de nuestros sueños para la igualdad?
Gracias por acompañarme en esta travesía. ¿Todavía tienes la esperanza de que los tiempos cambiarán o ya es hora de hacer algo? ¿Cuál es tu opinión sobre esta situación? Deja tus comentarios y sigamos construyendo un diálogo que nos impulse a todos a reflexionar y actuar.