En un rincón del palacio de la Moncloa, en medio de un ambiente “muy respetuoso y cordial” (aquí es donde normalmente la diplomacia brilla, ¿verdad?), se llevó a cabo un esperado encuentro entre el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, y el presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page. Si bien los dos líderes son del mismo partido, el PSOE, sus caminos políticos han estado lejos de ser un paseo por el parque. ¡Y qué parque! Un parque lleno de rocas, distracciones y, a veces, hasta algunos leones administrativos.

La arquitectura del desencuentro: a seis años del primer cara a cara

Seis años han pasado desde el primer encuentro entre ambos, en lo que podríamos considerar un regreso a la escena del crimen. ¿Recuerdas aquella primera conversación? Fue el 15 de octubre de 2018, y aunque los dos líderes son como dos caras de una misma moneda, a menudo sólo tienen una parte en común: el deseo de que todo funcione a la perfección, aunque no siempre lo hagan.

En la rueda de prensa posterior al encuentro, García-Page no escatimó en palabras al referirse a sus discrepancias con Sánchez. Si alguna vez has intentado convencer a un amigo de que “no, la pizza con piña no es lo mejor”, entenderás la situación. García-Page, al parecer, quería que Sánchez supiera exactamente lo que sentía: “el pacto con ERC es un concierto como la copa de un pino”. Quiero pensar que Page tenía en mente una copa de vino en vez de una copa en un concierto, pero como sea, el mensaje estaba claro.

Financiación autonómica: la historia de nunca acabar

Uno de los principales puntos de discusión fue el sistema de financiación, que pagamos un alto precio, tanto en términos políticos como económicos. García-Page llegó a la Moncloa armado con un dosier titulado «Asuntos pendientes del Gobierno de España en relación a Castilla-La Mancha». Con 194 “asuntos concretos” –sí, 194, como si fuera un viaje escolar a una fábrica de galletas–, Page tiene mucho que decir.

El cupo catalán fue uno de los temas candentes. Un “concierto” que, según García-Page, podría convertirse en una soga administrativa para Castilla-La Mancha. “¿Acaso no es tiempo de que la financiación se discuta de manera multilateral y consensuada?”, preguntó Page, como si hablara con un grupo de amigos indecisos sobre qué películas ver. La realidad es que todos están cansados de que las decisiones sólo se tomen en una mesa de negociación en Barcelona o Madrid.

Abreviemos el recorrido: agua, carreteras e infraestructuras

Uno de los puntos cruciales en la agenda fue el trasvase Tajo-Segura. García-Page instó a Sánchez a que el Gobierno publicara pronto las nuevas reglas de explotación. Leíste bien, se trata de agua, un recurso tan escaso que a veces parece que estamos hablando de oro líquido. De hecho, Page llegó a afirmar en su característico estilo directo que, si sigue la situación actual, “llegará un momento en el que en la Mancha necesitemos un trasvase desde el mar”. Miro por la ventana y sólo veo tierra. ¡Así que empezar a construir tuberías marinas puede ser la próxima solución!

Infraestructuras: Una autopista a la igualdad

Cuando pensamos en infraestructura, no podemos evitar recordar las conocidas obras del AVE (Alta Velocidad Española). El presidente regional no dudó en señalar que la línea que conecta Madrid con Talavera y Extremadura ha sido un ejemplo de “trato desigual a los territorios”. Su petición a Sánchez fue clara: él quiere que los servicios de transporte sean “como en la casa de una abuela: repartidos equitativamente”.

En cuanto a las carreteras, la liberalización de las radiales de peaje que se construyeron en la época del ministro Álvarez Cascos fue también un tema caliente. Reclama que “no tiene sentido que estén vacías mientras las autovías de Madrid están colapsadas”. ¿No te suena a excusa para tener una guitarra sonando en la autopista? Ya sabes: “Voy a buscar estacionamiento, mientras tú lo haces todo en el atasco”.

Energía y su cuello de botella

Como si la conversación no fuera lo suficientemente pesada, Page advirtió que la falta de capacidad energética podría convertirse en un “cuello de botella” que limite el crecimiento industrial de Castilla-La Mancha. Por lo tanto, ya era hora de que el Gobierno amplíe su red eléctrica. Peter, puedes darme una idea de cuándo está previsto que se produzca eso? La gran pregunta aquí es: ¿realmente se quieren tomar decisiones que marquen el ritmo de desarrollo de la región, o es sólo otro de esos encuentros en los que todos se sientan y sonríen para la cámara?

¡El oxímoron de los asuntos pendientes!

Después del encuentro, García-Page salió con la esperanza de que las 194 propuestas de su dosier se conviertan en un “manual y un itinerario” que guíen al Gobierno en los próximos meses. Aunque el Partido Popular criticó que Page se fue «con las manos vacías», él respondió con un optimismo que podría hacer que una planta de interior se sintiera celosa: “No quiero pensar que se hagan para cumplir con el expediente”. ¿Y si realmente resulta que los acuerdos se ejecutan de forma orgánica y no como una tarea más?

Al final, el cambio real

Es en estos encuentros donde la política se vuelve interesante. Hay algo muy humano en la lucha por el bien común, aunque a veces esté empañada por la desconfianza y los juegos de poder. Ya sabemos que no hay soluciones fáciles. Lo que sí sabemos es que lo que se necesita es valentía para abordar los verdaderos problemas que afectan a la gente: el agua, la energía, las infraestructuras. ¿Quién se atreverá a dar el primer paso?

Así, a poco más de un mes de las elecciones, el encuentro entre Pedro Sánchez y Emiliano García-Page ha dejado una huella importante, no solo por las promesas que se hicieron, sino por la fortaleza que mostró Page al representar no solo a su partido, sino a todos los castellano-manchegos. Les recuerdo, no solo es una cuestión de política, sino de las vidas que se ven afectadas por decisiones que se toman lejos, en grandes oficinas de poder.

En conclusión, si bien hoy hemos presenciado otra ronda de discursos y propuestas, queda la esperanza de que esta interacción dure más allá del aplauso y la fotografía en la escalinata del palacio.

La pregunta que me queda es: ¿podemos, honestamente, esperar un cambio real en Castilla-La Mancha o volveremos a esperar otros seis años para escuchar discursos sobre el mismo tema? ¿Qué opinas tú? ¿Estamos condenados a revisar el mismo texto una y otra vez, o hay espacio para la innovación y el desarrollo?

Es hora de poner el ojo en los detalles. ¿O tal vez deberíamos empezar a pensar en una nueva forma de acercarnos a la política regional?