La llegada de las redes sociales ha transformado no solo cómo compartimos nuestras vidas, sino también cómo percibimos la crianza de nuestros hijos. Hoy queremos hablar sobre un fenómeno que se ha vuelto cada vez más común: el sharenting. Pero, ¿qué implica realmente esta práctica? ¿Es simplemente una manera de compartir la alegría de ser padre o madre, o podría tener consecuencias más profundas para nuestros pequeños? Veamos todos los ángulos de esta cuestión, desde la anécdota personal hasta la psicología detrás de este comportamiento, pasando por las advertencias de los expertos.
¿Qué es el sharenting?
La palabra «sharenting» proviene de la fusión de «share» (compartir) y «parenting» (crianza). A grandes rasgos, se refiere a la práctica de los padres de compartir imágenes, videos y actualizaciones sobre la vida de sus hijos en redes sociales. En un principio, puede parecer inofensivo. Después de todo, ¿quién no quiere mostrar al mundo cómo crece su pequeño, sus primeros pasos, sus risas contagiosas? Sin embargo, lo que inicialmente parece una forma de celebrar la paternidad puede convertirse en un dilema ético complicado.
¿Alguna vez has sentido la tentación de publicar un momento adorable de tus hijos en Instagram o Facebook? Yo sí, y seguro que muchos de ustedes también. No obstante, al final del día, debemos considerar: ¿quién es el dueño de estas imágenes y quién tiene la última palabra sobre su difusión?
La historia de Fernando
Comencemos con un relato personal. Fernando, un joven de 24 años, ha crecido con la huella digital de su infancia marcada por el sharenting de su madre. Él recuerda con cierta incomodidad cómo su madre publicaba fotos de él en Facebook sin preguntarle. “Si mi imagen tiene que estar en Internet, que hoy en día hay mogollón por ahí, me gustaría que fuese 100% mi decisión”, me confesó en una reciente conversación. Esta frase resonó mucho en mí, porque si yo estuviera en su lugar, también querría tener control sobre mi propia imagen.
La situación de Fernando es solo un caso entre miles. Las redes sociales han modificado la percepción que tenemos de la privacidad y, a menudo, los padres subestiman el impacto que tiene compartir imágenes de sus hijos. Es importante plantearse: ¿qué pasará cuando estos niños crezcan? ¿Querrán que sus vidas estén immortalizadas en las redes sociales desde la infancia hasta la adultez?
¿Por qué compartimos? La psicología detrás del sharenting
Podríamos pensar que los padres comparten fotos por amor, pero ¿hay algo más en juego? Según la psicóloga Ainhoa Plata, hay una mezcla de factores psicológicos en juego, incluyendo la búsqueda de validación social y la construcción de una narrativa familiar pública. Cada ‘me gusta’, cada comentario positivo, puede alimentar la autoestima del adulto que publica. Puede que no se lo digan a sí mismos, pero hay un deseo de mostrar al mundo que están haciendo un buen trabajo como padres.
Piénsalo por un segundo: cuántas veces has visto a alguien compartiendo una imagen de su hijo con un mensaje que incluye “como mamá/papá, siempre trato de dar lo mejor”? Es una forma de autoafirmación. La crianza puede ser agotadora (he estado allí), y esos ‘me gusta’ pueden sentirse como un pequeño empujón en un día que, honestamente, es un caos total.
El otro lado de la moneda: los riesgos del sharenting
No obstante, la tiranía de los “me gusta y comentarios” puede tener un costo mucho más alto. El abogado José Luis Vilaplana menciona algunos de los principales riesgos del sharenting: desde el robo de identidad infantil hasta la exposición de los niños a amenazas graves como el grooming y el acoso. No son solo palabras, son realidades potenciales en un mundo donde una simple foto puede revelar más de lo que se imagina.
Me he encontrado con padres que parecen nadar en una burbuja de despreocupación, ajenos a estos peligros. Pero, ¿deberíamos estar más conscientes del impacto de nuestras publicaciones? La respuesta parece ser un rotundo sí. Imagínate que tu hijo, años adelante, se enfrenta al bullying porque una foto de su primer día de colegio se ha utilizado de manera inapropiada. De repente, esas travesuras infantiles pueden convertirse en una fuente de vergüenza.
Casos y reflexiones: padres en diferentes espectros
No todos los padres ven el sharenting de la misma manera. Algunos, como Leticia, comparten imágenes de sus hijos en Instagram sin pensar en ello exactamente. “Son recuerdos bonitos”, comenta, y, aunque intenta respetar sus deseos, parece convencida de que las fotos tienen un valor sentimental que las hace dignas de ser compartidas.
En el otro extremo, tenemos a parejas como Vega y Roberto, quienes optan por no publicar ni una sola imagen de su pequeña hija. “Creemos que debe ser ella quien decida su exposición pública y qué huella digital quiere dejar en redes”, argumentan. Es una postura fuerte y, de hecho, la que más aprecio, porque implica considerar profundamente las implicaciones de las decisiones que toman como padres.
La legislación en marcha
Aun así, el sharenting plantea un vacío legal en muchas jurisdicciones. En España, aún no existen leyes específicas que regulen la exposición de menores en redes sociales, aunque se están realizando esfuerzos para cambiar esto. En Francia e Italia, por ejemplo, ya hay regulaciones en marcha para proteger a los menores en su vida digital.
La falta de una legislación estricta plantea un dilema. ¿Deberíamos esperar hasta que se establezcan reglas claras, o debemos actuar ahora para proteger a nuestros hijos? Es un momento de reflexión importante, sobre todo para los padres que están habituados a compartir su vida familiar en línea.
¿Cómo proceder? Consejos prácticos para padres
Entonces, ¿qué pueden hacer los padres para manejar mejor el sharenting de una manera responsable?
- Pregúntales: Si tienes hijos mayores, haz de la conversación sobre la publicación de sus imágenes algo común. Preguntarles si están cómodos con que subas fotos en línea es un excelente primer paso.
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Privacidad ante todo: Utiliza perfiles privados en redes sociales. Sí, es tentador tener un perfil público, pero el acceso restringido puede marcar la diferencia.
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Elimina los metadatos: Los metadatos pueden revelar información sensible, como la ubicación de tus hijos. Usa herramientas que eliminen estos datos antes de publicar fotos.
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Investiga el impacto: Infórmate más sobre los riesgos asociados al sharenting y compártelos con otros miembros de la familia. La educación es clave.
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Fomenta la privacidad en familia: Habla con la familia sobre la importancia de no compartir imágenes de los niños sin el consentimiento adecuado. Quizás necesiten un recordatorio.
Reflexionando sobre el futuro
La crianza es un viaje agridulce, lleno de momentos alegres pero también de decisiones difíciles. A medida que el mundo digital sigue evolucionando, el dilema del sharenting nos invita a pensar más allá de las selfies cotidianas y a preguntarnos cómo queremos que se vea el futuro de nuestros hijos en línea.
Después de todo, ¿quién dice que esas memorias solo son dignas de ser compartidas en línea? A veces, las mejores historias están destinadas a ser contadas, no publicadas. Y tú, querido lector, ¿cómo piensas abordar el sharenting en tu vida? ¿Te sientes cómodo publicando fotos de tus hijos, o prefieres ser más reservado? La elección es tuya, y en un mundo lleno de conexiones digitales, esas decisiones podrían tener un impacto que aún estamos aprendiendo a entender.