La realidad geopolítica actual nos enfrenta a una serie de desafíos inesperados. En este punto de la historia, es difícil ignorar cómo los eventos recientes han moldeado la defensa europea y el papel de la OTAN. Desde la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca hasta el estallido del conflicto en Ucrania, la situación ha cambiado de una manera que podría haber dejado a muchos de nosotros rascándonos la cabeza. Así, mientras las tensiones aumentan y los aliados se cuestionan su unidad, tomemos un momento para reflexionar sobre lo que ha sucedido y lo que nos espera.

La ironía de la defensa colectiva

Hablemos un momento sobre el significado de la defensa colectiva en la época de Trump. Recuerdo vívidamente una anécdota de 2018 que me dejó reflexionando. Fue en la inauguración de la nueva sede de la OTAN en Bruselas, un lugar majestuoso que simboliza alianza y unidad. Donald Trump, en esa época presidente, se mostró más interesado en preguntar sobre el costo de la construcción que sobre el significado del edificio. Cuando le informaron que costó más de 1.000 millones de dólares, su reacción fue algo parecido a: «¿Y cuánto he pagado yo?». Al escuchar que Estados Unidos había aportado un 40%, su expresión se tornó cómicamente consternada. «Todo esto para que lo disfruten los europeos», dijo, como si acabara de descubrir que su hijo había inventado la máquina del tiempo y no se lo había contado.

Es en momentos como este cuando surge la pregunta: ¿a dónde nos lleva el enfoque mercantilista de la política exterior? La OTAN solía ser un símbolo de unión y fortaleza, una organización que se levantaba ante la amenaza del comunismo y buscaba preservar la paz en Europa. Pero, digamos que algunos de los enfoques recientes nos han dejado preguntándonos: ¿es suficiente la solidaridad basada en la geopolítica o necesitamos una revisión profunda de nuestras alianzas?

El conflicto en Ucrania: un recuerdo inquietante

El 24 de febrero de 2023 no solo conmemora el inicio del cuarto año de la guerra en Ucrania, sino que también marca un recordatorio sombrío de cómo hemos llegado hasta aquí. Aunque el conflicto se intensificó en 2022, las raíces se remontan a 2014, cuando la anexión de Crimea por Rusia nos hizo mirar hacia el este y preguntarnos si habíamos hecho lo suficiente por nuestros aliados europeos.

Sería ingenuo pensar que la invasión de Rusia fue un evento aislado. Esa sensación de que «podría haber sido diferente» resuena hasta el día de hoy. Al igual que muchos, solía creer que Europa había avanzado lo suficiente en términos de seguridad. A lo largo de los años, he escuchado muchas promesas acerca de una autonomía estratégica europea, una idea que insistía en que podríamos defendernos por nuestra cuenta si fuera necesario. Pero, ¿nos hemos dado cuenta de que esta «autonomía» significa más que hablar y menos que actuar?

La Brújula Estratégica para la seguridad y la defensa, un documento aprobado en 2022, definió planes ambiciosos para reforzar la defensa europea. Pero la dura realidad es que las palabras parecen volar tan alto como las aves migratorias. Los compromisos son fáciles de hacer, pero estos se desvanecen cuando llega el momento de actuar. Para colmo, la invasión de Ucrania despertó un sentido de urgencia que no habíamos visto en años, pero la pregunta persiste: ¿qué realmente llegamos a hacer?

España y su papel en la defensa europea

Imaginemos por un momento que España decide que realmente quiere aumentar su presupuesto de defensa. Soñemos con un mundo donde el gasto en defensa se eleva del actual 1% del PIB a ese ambicioso 2% para 2029. Eso significaría un salto asombroso de menos de 20.000 millones de euros a más de 30.000 millones en solo unos años. Suena emocionante, ¿verdad? Pero aquí es donde entra nuestra piedra de tropiezo, que es la eterna procrastinación que parece acurrucarse en los pasillos de las oficinas gubernamentales.

Y es que la falta de acción ha llevado a que los estados miembros de la UE sean criticados, no solo por sus características pacifistas, sino también por no estar a la altura cuando se trata de proteger a sus propios ciudadanos. Mientras leía sobre estos temas, no pude evitar recordar la frustración palpable de aquellos que han estado defendiendo la necesidad de una respuesta europea coordinada. Me pregunto, ¿de verdad hará falta que pase un desastre para que finalmente despierten y actúen?

La OTAN se redefine frente a nuevos desafíos

Sin embargo, a pesar de nuestras frustraciones, la OTAN parece haber salido reforzada de la guerra en Ucrania. Al cambiar de enfoque, han pasado de intentar colaborar con Rusia a convertirse en un frente sólido contra la agresión. Lo que queda en claro es que, en un mundo cambiante, la OTAN está tratando de redefinir su papel. Este es un punto que merece una atención especial: la idea de una OTAN Global podría parecer un concepto ambicioso, pero podría ser lo que necesitamos.

A medida que China se convierte en un competidor vital a nivel mundial, la cooperación entre aliados se vuelve más importante que nunca. Tal vez sea hora de que EE.UU. sienta que su peso en la balanza está justificado no solo por un gasto militar de cifras astronómicas, sino por una comunidad internacional sólida y cohesiva.

Reflexiones finales: ¿qué nos espera?

Entonces, ¿qué podemos esperar del futuro? En este mundo de alianzas cambiantes, a menudo me hago la pregunta: ¿realmente estamos aprendiendo de nuestros errores? La historia tendía a repetirse, y el eco de las decisiones del pasado aún resuena.

Debemos recordar que nosotros, como ciudadanos, también tenemos voz en esta conversación. A veces, parece que nos estamos asomando a un abismo sin fin, pero también podemos ser faros de cambio. La defensa europea, aunque enfrenta numerosos obstáculos, puede ser reforzada por el compromiso y la voluntad del pueblo, que exige un enfoque proactivo en lugar de reactivo.

En medio de tantas preguntas sin respuesta, una cosa es segura: la defensa compartida siempre será un tema candente. Y aunque en el camino hay muchas sorpresas, tanto buenas como malas, las lecciones que aprendemos ahora serán decisivas para el futuro de Europa y el mundo. Así que, si sientes que hoy la situación parece complicada, solo piensa en cómo podemos cambiarla juntos, porque a veces, un pequeño cambio en la dirección puede crear un fueguito de esperanza que al final, ilumine el camino.