La tensión se ha apoderado de la comunidad veterinaria en España, y con razón. Con el nuevo Real Decreto 666/2023, que regula la dispensación de antibióticos, los veterinarios han salido a la calle para protestar. Unos 2,000 veterinarios de toda España se manifestaron en Madrid, clamando por cambios en una norma que, si bien tiene buenas intenciones, está provocando un verdadero caos en la atención veterinaria. Así que, ¿qué está pasando realmente en este ámbito tan crucial para la salud de nuestros fieles compañeros?
Contexto del Real Decreto 666/2023
El Ministerio de Agricultura defiende que este decreto busca mejorar la trazabilidad de los medicamentos y luchar contra la resistencia antimicrobiana. Suena bien, ¿verdad? Pero como todo en la vida, hay un «pero». Entremos en detalles. Desde el 2 de enero de 2023, todas las clínicas de animales de compañía deben registrar las prescripciones de antibióticos en un sistema llamado PRESVET, que ya se había utilizado en ganadería. La idea es buena en teoría, pero en la práctica… bueno, eso es otro cantar.
Isis, del Colegio de Veterinarios de Zaragoza, afirma que la intención de la norma es comprensible, pero los métodos son cuestionables. “¿Por qué complicar lo simple?”, se pregunta. “Lo que queremos es curar a un animal, no llenar formularios”. Y aquí es donde entramos en un debate complicado sobre cuánto debe un legislador confiar en la buena fe de los profesionales de la salud.
La trágica historia de Selva
Un caso emblemático que ha resonado en toda España es el de Selva, una perra que perdió la vida tras un retraso en su tratamiento. Esta situación ha puesto en evidencia la falla en el sistema: Selva había sido mordida por otro perro y, aunque recibió atención inicial, el tratamiento se vio interrumpido por la espera de un cultivo microbiano que nunca llegó a tiempo. Aquí es donde uno se pregunta: ¿cómo es posible que un sistema que diseñan para proteger termine costándole la vida a un ser querido?
La tragedia de Selva puede parecer un caso aislado, pero muchos veterinarios han compartido sus inquietudes sobre cómo estos nuevos trámites pueden llevar a situaciones similares. En una profesión donde cada segundo cuenta, las demoras burocráticas pueden resultar fatales. A veces, pienso que si solo supieran lo que implica salvar vidas en el día a día, quizás revaluarían estas normas.
Las protestas que resonaron en Madrid
La protesta en Madrid tuvo un ambiente conmovedor, lleno de pancartas que llamaban la atención. Algunas decían: “Si un animal sufre, no puede esperar un cultivo”. Y es que, como bien dijo Raquel, una veterinaria de Cádiz, “los animales son parte de nuestra familia”. La multitud mostró no solo su descontento, sino también su amor por aquellos animales que, inevitablemente, son los más perjudicados por la burocracia.
De hecho, muchos veterinarios han expresado un sentimiento de miedo ante las posibles multas. En lugar de enfocarse en dar la mejor atención a sus pacientes, ahora se ven forzados a preocuparse por las sanciones que podrían recibir si no cumplen con cada pequeño detalle administrativo.
La salud mental de los veterinarios
El efecto de este decreto no es solo profesional; también está afectando la salud mental de los veterinarios. Nerea, una veterinaria de un pueblo de Madrid, comparte que la incapacidad para tratar a un animal y tener que tomar decisiones críticas entre una multa o la vida de un paciente es una presión insoportable. “¿Cuánto estrés puede soportar un solo individuo antes de romperse?”, me pregunto. La empatía y dedicación con que los veterinarios se entregan a su trabajo debería ser admirada, no castigada.
Personalmente, siempre he creído que la salud mental es tan importante como la salud física, tanto para los seres humanos como para los animales. En este caso, una combinación destructiva de miedo y responsabilidad podría llevar a un verdadero dilema ético. La pregunta es: ¿hasta dónde deberían llegar los veterinarios para cumplir con un sistema que parece estar diseñado para asfixiar más que para ayudar?
La perspectiva del Ministerio de Agricultura
Desde el Ministerio, Valentín Almansa, director general de Sanidad de la Producción Agroalimentaria y Bienestar Animal, argumenta que el decreto simplemente está alineando España con la legislación europea. “Las muertes se producen si intentamos usar esos ‘últimas balas’ de forma irresponsable”, afirma. Su intención es clara: proteger a la población. Pero, honestamente, ¿el precio a pagar debería ser la vida de un ser vivo?
Desde el punto de vista del Ministerio, los veterinarios han tenido tiempo para adaptarse a la normativa, ya que fue publicada en el
BOE en julio de 2023. Aun así, muchos en la comunidad veterinaria sienten que no se les ha dado suficiente tiempo ni preparación para implementar estos cambios de manera efectiva.
La voz de los veterinarios en el Congreso
No es de extrañar que todo este malestar haya llevado a algunos partidos políticos a pedir una revisión urgente de la normativa. ERC ha propuesto la creación de una subcomisión para abordar estos temas, y otras formaciones como PACMA también han presentado propuestas de adaptación. Sin embargo, los veterinarios se sienten impotentes, como si estuvieran en una batalla donde sus voces apenas se escuchan. La pregunta es: ¿sería factible que políticos y veterinarios trabajaran juntos para encontrar una solución equilibrada?
Alternativas y sugerencias
A pesar del oscuro panorama que pinta el decreto, hay ciertas alternativas que podrían equilibrar la salud pública y la atención veterinaria. ¿Qué tal si se implementan sesiones de formación para los veterinarios sobre el correcto uso de los antibióticos y la trazabilidad de los mismos? O incluso, ¿por qué no implementar un sistema más amigable y menos burocrático que se enfoque en la educación del público, en lugar de castigar a quienes solo buscan ayudar?
Además, desde el campo de la medicina veterinaria, sería clave que se reduzca el IVA en servicios veterinarios. Al fin y al cabo, los animales no son solo mascotas; son parte de nuestras familias y su salud debe ser una prioridad social y económica.
Reflexiones finales
A medida que este drama se desarrolla, es crucial recordar que la relación entre los humanos y los animales es valiosa. Los veterinarios no son solo profesionales, son defensores y cuidadores de vidas que, a menudo, dependen de ellos en momentos críticos. En un mundo donde la burocracia parece a veces adueñarse de lo esencial, quienes cuidan de los seres más inocentes necesitan apoyo, no sanciones.
Así que la próxima vez que veas a tu veterinario, recuerda que detrás de esa bata blanca se esconde un ser humano que, al igual que tú, se enfrenta a luchas diarias y decisiones difíciles. Y si alguna vez te has preguntado cuánto cuesta realmente cuidar de una vida, quizás sea hora de reflexionar sobre lo que estamos dispuestos a invertir en la salud de aquellos que no pueden hablar por sí mismos.
¿Estás de acuerdo? ¿Qué opinas sobre este complejo tema? La conversación está abierta, y el bienestar de nuestros compañeros peludos depende de ello.