¿Alguna vez han tenido la oportunidad de pisar un set de rodaje famoso? La sensación de estar en un lugar donde alguna vez caminaron las estrellas de Hollywood es simplemente indescriptible. Y si encima ese lugar está escondido en la belleza de las Islas Canarias, pues la experiencia se vuelve aún más mágica. Este año se conmemoran 70 años del rodaje de Moby Dick, una película icónica que no solo ha dejado huella en el séptimo arte, sino que también ha marcado un pedazo de historia en Las Palmas de Gran Canaria. Así que, ¡prepárense para un viaje nostálgico!

El rodaje de Moby Dick: historia detrás de la cámara

En Navidad de 1954, Las Palmas se convirtió en el epicentro del cine mundial. La película, dirigida por John Huston y protagonizada por Gregory Peck, fue culturalmente relevante, pero más allá de eso, fue una gran producción que necesitó de una logística desmesurada. Imaginen un cachalote blanco gigante (sí, un cachalote) construido sobre una barcaza de 26 metros, luchando contra las inclemencias del mar canario mientras el equipo de filmación hacía malabares con mangueras para crear lluvia artificial. Todo esto sucedía mientras Peck y el resto del elenco disfrutaban del mar en un lujoso yate de 40 metros. ¡Menuda aventura!

Recuerdo la primera vez que escuché sobre este rodaje. Estaba en una charla sobre cine clásico, y un amigo con una fascinación particular por las películas de aventura me habló sobre lo complejo que fue capturar la esencia de Moby Dick en la pantalla grande. La idea de un equipo cinematográfico enfrentándose a la naturaleza, con el espíritu de Melville como telón de fondo, es un relato que no se oye todos los días.

La locación: Un mar de historias

Hoy en día, si pasas por la Avenida Marítima, podrás sentir la brisa del mar mientras imaginas a ese gigantesco cachalote atravesando las aguas. En la actualidad, esa avenida es una de las arterias más concurridas de la ciudad, pero en aquellos días de diciembre de 1954, era un espacio abierto lleno de posibilidades donde la película cobraba vida.

¡Y no te olvides de Las Canteras! En esos días de rodaje, el mar se calmaba y la playa era un lienzo perfecto para las escenas de persecución. En la plaza de Pepe el limpiabotas, la vista es simplemente espectacular y te transporta a la época dorada del cine. Ah, y si tienes la oportunidad, alquila una tabla de paddle surf en Sup Revolution. ¡Ese es un buen plan para revivir el espíritu del rodaje mientras disfrutamos de un día soleado!

La vida local durante el rodaje

Los miembros del equipo de Moby Dick no solo rodaron; también fueron parte de la vida cotidiana de Las Palmas. Imagina a Gregory Peck, el héroe clásico del cine, deambulando por las calles de la ciudad, disfrutando de un buen plato de gofio escaldado en el famoso bar de Juan Pérez. Sí, la misma mesa donde se sentó Peck es ahora un símbolo de la historia del cine en Canarias.

En ese entonces, La Puntilla era un barrio de pescadores moderno, y el ambiente festivo del rodaje impregnó los bares y restaurantes locales. Los actores y el equipo se mezclaban con los lugareños, creando un crisol cultural donde el cine y la vida cotidiana se entrelazaban. Imagínenme allí, en medio del bullicio, tratando de no acercarme demasiado al famoso actor mientras miraba con ojos de admiración.

Gastronomía canaria en el punto de mira

La comida nunca es solo comida; es un viaje cultural. La Marinera, que ha ganado popularidad con el tiempo, todavía ofrece esos deliciosos platos que Peck y el equipo disfrutaban. Aunque no estoy seguro si en su tiempo tenían el famoso carpaccio de atún con aguacate del restaurante Fuji, este lugar ha dejado su huella en la cocina canaria al introducir la comida nipona de forma pionera en la región.

Te lo digo como amante de la gastronomía que soy: cuando visité La Marinera, la cola de cherne a la espalda me voló la cabeza. El comedor estaba lleno de risas y conversaciones, y no pude evitar pensar en cómo el mismo tipo de ambiente debió de existir durante el rodaje. A veces, pienso que los actores se sentarían en la misma mesa disfrutando de estas delicias, como si toda la experiencia de hacer cine en este rincón del mundo cobrara vida a través de cada bocado.

Las Palmas, un lienzo de cultura e historia

Mientras los actores y el equipo se adentraban en el corazón de Las Palmas, también lo hacía la cultura. El hotel Santa Catalina fue el refugio de los más importantes en esta producción. Gregory Peck lo describió como “soberbio”, y me imagino que no podría estar más acertado. El lugar tiene un encanto que hace que uno se sienta como si estuviera en una película. La frescura de un buen Jazz Brunch los domingos, acompañado de un buffet interminable, no es solo una delicia para el paladar, sino una experiencia sensorial. ¿Hay algo mejor que disfrutar de una buena comida con música en vivo?

Interesantemente, el Club Inglés también tuvo su papel en esta historia. ¿Sabían que ahí es donde Peck y Huston tomaban whisky después del rodaje? Cuando entré al bar por primera vez, no pude evitar imaginarme a esos grandes nombres conversando sobre el mundo del cine. Claro, me dio un poco de envidia pensar que el whisky sería mejor en aquellos días, y mi bebida de esta tarde probablemente no se comparaba.

Un toque de boxeo en la historia

No solo el cine era la atracción; el boxeo también era un pasatiempo para el equipo de Moby Dick. Asistieron a veladas en un ring donde hoy se ubica el Teatro Cuyás. Me encanta la idea de vecinos y pasajeros compartiendo esos momentos llenos de adrenalina. Las veladas de boxeo que se realizaban allí no eran solo combates; se convirtieron en un evento social crucial. Así que, mientras Peck y Huston entrenaban a púgiles, probablemente también disfrutaban del humor y la camaradería que el deporte trae consigo.

¡Imaginen a Peck entrenando a un boxeador! “Menos mal que no intentó intercambiar su escena dramática por un round en el ring”, bromeé en una conversación con amigos el otro día. Al final del día, era el Capitán Ahab pero también un hombre que sabía vivir el momento.

Las huellas que dejó Moby Dick

Los recuerdos del rodaje de Moby Dick perduran en la cultura canaria. Muchos de los locales que frecuentaron los actores han evolucionado y aun exhiben sus raíces en la cocina y la hospitalidad canaria. La Isla no solo es atractiva por su belleza natural sino también por las historias que guarda en cada rincón. Cada vez que regreso a Las Palmas, me encuentro explorando una historia nueva relacionada con esa época.

Fe de errores: En una versión anterior de este artículo, se incluyó erróneamente una foto de Santa Cruz de la Palma. Quisiera pedir disculpas, aunque me gustaría pensar que incluso los errores son una señal de que estamos trabajando en una historia vibrante.

Y ahora, mientras celebramos los 70 años desde que se encendieron las cámaras para Moby Dick, es imposible no sentir un profundo agradecimiento hacia la Isla y sus gentes, quienes, a través de los años, han alimentado la cultura local con sus tradiciones e historias. Sigo impressionado por cómo Las Palmas de Gran Canaria no solo fue un set de filmación, sino un hogar para artistas cuya legado todavía resuena en el aire canario.

¿Qué tal si este año, tú también nos acompañas en un recorrido por los lugares que resonaron con ese ecosistema de creatividad y cultura? Y, si por casualidad te topas con un cachalote blanco navegando por el mar, ¡no dudes en sacar la cámara! Después de todo, la vida misma tiene el poder de convertirse en una película épica en cada esquina.