En tiempos en los que la salud pública es más importante que nunca, el caos surgido de la externalización de servicios sanitarios no deja de ser preocupante. Recientemente, el Hospital Universitario 12 de Octubre en Madrid, uno de los hospitales más importantes de la comunidad, se ha visto inmerso en una crisis tras la delegación del servicio de esterilización de material quirúrgico. Puede que te preguntes: ¿qué hay de cierto en lo que se dice? ¿Por qué el pánico en un hospital? Bien, hoy voy a desmenuzar la situación, porque, sinceramente, esto podría pasarle a cualquier hospital en cualquier lugar.

El contexto de la crisis: ¿qué está pasando realmente?

Hasta ahora parece que todo es un caos, ¿verdad? Imagina recibir en quirófano un instrumental que no solo está incompleto, sino que, además, tiene restos biológicos. Suena a una película de terror, ¿no crees? Y no es de extrañar que los trabajadores del hospital tengan tantas quejas; según fuentes internas, los problemas no son solo anecdóticos. Las incidencias revelan un pésimo manejo en la externalización del servicio que, irónicamente, debería ser uno de los más cuidados y controlados en un hospital.

El consejero delegado de la Agencia de Contratación Sanitaria de la Comunidad de Madrid, José Nieves González, ha comentado que las entregas están perfectamente datadas y son trazables. Pero, ¿qué significa esto cuando hay denuncias sobre la falta de esterilización y la llegada de material sucio? Uno podría preguntarse si con tal trazabilidad, alguien asumirá la responsabilidad en caso de que un paciente sufra un daño. Es aquí donde los detalles se convierten en un factor determinante.

La denuncia: «Lo que está en juego son vidas»

La denuncias presentadas ante la Inspección de Trabajo ilustran un escenario más aterrador. En un documento, fechado el 19 de diciembre de 2024, se expone que el personal del bloque quirúrgico sufre la falta de instrumental adecuado y su mala calidad. De hecho, añaden que la suspensión de intervenciones programadas está afectando a los pacientes, generando un ambiente de estrés que supera la capacidad de cualquier trabajador de la salud. ¿Cómo se siente uno cuando su trabajo es interrumpido, a pesar de tener a alguien en una cama de operaciones que lo necesita urgentemente?

Y es que el dilema es personal. Todos sabemos lo que se siente cuando algo que depende de nuestra labor no funciona. En la universidad, recuerdo un examen cuyo día no llegué con mi trabajo final, y el pánico fue tal que hasta pensé en pedir un milagro. Pero, ¿quién tiene tiempo para milagros en un quirófano?

La respuesta del gobierno: ¿fuegos artificiales o soluciones reales?

Al ser interpelado por Sara Bonmatí, diputada del PSOE, sobre lo que está ocurriendo, González respondió que todo el proceso está en un “periodo de transición” y aseguraba que no había riesgo asistencial alguno. ¿De verdad? La confianza de los ciudadanos en su sistema de salud depende de estas decisiones y su comunicación. Sin embargo, la diputada no se quedó callada. Cuestionó directamente el «criterio económico» detrás de la decisión de externalizar, exigiendo claridad en el pago a la empresa responsable, Croma Gio.Batta.

Es como si estuviéramos en una película de espionaje donde el malo se escapa y nadie se atreve a abordar la situación con los hechos reales. ¿Qué pasa detrás de las sombras en este contrato? La falta de transparencia puede erosionar aún más la confianza en el sistema, un tema que cada vez está más presente en las conversaciones sobre la salud pública.

La polémica sobre la misma empresa de esterilización

A propósito de las empresas de servicios externos, cabe mencionar que la selección de Croma ha sido cuestionada. Bonmatí ha señalado que las condiciones del contrato son «cuestionables». Al evaluar su trayectoria, uno comienza a hacer las conexiones y a preguntarse: ¿hay más intereses ocultos en juego? La comedia de errores que se define por importar servicios debería hacernos reflexionar sobre las decisiones que impactan a tantas personas.

Si las condiciones laborales y de desempeño de la empresa responsable de la esterilización no cumplen con lo prometido, ¿cuál es el futuro del modelo de externalización? La pregunta es válida: ¿realmente ahorramos dinero al externalizar estos servicios, o es simplemente una ilusión financiera que a la larga viene con un precio muy alto, tanto para los trabajadores como para los pacientes?

La voz de los usuarios: ¿en quién confiar?

Para el ciudadano medio, es fácil perder la fe. Si lo que se está reportando es cierto y el hospital se encuentra en esta situación tan comprometida, ¿a dónde deben ir los pacientes a buscar atención? Es como navegar en un mar de dudas. En general, cuando la salud está en juego, la confianza se convierte en un tema importantísimo.

Pero aquí es donde entra la empatía: a menudo, los profesionales de la salud hacen lo mejor que pueden en condiciones difíciles. Así que, cuando escucho las preocupaciones de los trabajadores, puedo imaginarme el estrés que enfrentan. Eso me recuerda a la vez que intenté hacer un experimento de cocina y terminé con una cocina que parecía un campo de batalla. Si esto sucede en la cocina de casa, imaginen lo complicado que puede ser en un contexto quirúrgico.

La necesidad de un cambio: hacia un sistema más confiable

Esta situación debería ser una llamada de atención. Hay que replantear la manera en que abordamos la externalización de servicios en los hospitales. Tal cual como dicen muchas recetas famosísimas, «menos es más». A veces, tener un servicio interno puede ser la mejor solución, tanto en términos de calidad como en economía. ¿Y quién puede argumentar lo contrario cuando la vida de las personas está en juego?

Por otro lado, es importante considerar cómo podemos educar tanto al público como a todos en el sistema de salud sobre las mejores prácticas y, lo más importante, cómo resistir la presión económica en decisiones que afectan directamente a la vida humana. Entender la naturaleza compleja de estas decisiones es esencial no solo para evitar futuros desastres, sino también para garantizar un sistema de salud más robusto, equitativo y seguro.

La esperanza de un futuro mejor

Frente a esta crisis, siempre queda un rayo de esperanza. La movilización de los trabajadores de salud y la participación activa de miembros del gobierno son señales de que hay personas preocupadas por mejorar la situación. Cada voz cuenta en este juego, y el hecho de que haya quienes se atrevan a alzarla puede hacer que el sistema tome nota y reaccione.

Así que, aquí estamos, en medio de una tormenta, pero también al borde de un posible cambio. Quizás es tiempo de que todos nosotros, como ciudadanos, nos involucremos un poco más y exijamos respuestas, no solo por nosotros, sino por las generaciones futuras. Si no lo hacemos, apuesto a que en unos años nos estaremos preguntando de nuevo, pero esta vez con el miedo en el cuerpo.

Reflexión final: cuidemos nuestra salud, ¡y la de nuestros hospitales!

Al final del día, es nuestra salud la que está en juego y, como pacientes, merecemos la mejor atención posible. La forma en que gestionamos nuestros recursos de salud se refleja no solo en los deseos de sus empleados, sino también en la calidad de vida de los ciudadanos.

Todo esto que se ha discutido aquí es mucho más que un simple tema de externalización. Es sobre las vidas que dependen de un sistema que, al parecer, está luchando por mantenerse a flote. Así que ahora más que nunca, todos debemos cerrar filas y preguntarnos: ¿qué podemos hacer para mejorar? Porque no hay nada más importante que cuidar de quienes nos cuidan; la salud es una responsabilidad compartida que va más allá de los muros del hospital.

La historia del Hospital Universitario 12 de Octubre es un eco de lo que está sucediendo en muchos lugares del mundo. Tomemos nota. Cuidemos nuestra salud, pero también cuidemos la manera en que gestionamos los recursos que son esenciales para que nuestras vidas sean atendidas con la dignidad que merecen. Al final, somos todos parte de un mismo equipo.