En una reciente concentración en La Puebla de Híjar, las calles resonaron con gritos de frustración y decepción. José Luis Rodríguez Zapatero, Mariano Rajoy, Pedro Sánchez y hasta María Teresa Fernández de la Vega danzaron en las mentes de los asistentes, todos ellos con promesas flotando sobre sus cabezas como globos desinflados. ¿Por qué? Porque, tras más de veinte años de promesas, la tan ansiada autovía A-68 sigue siendo una ilusión.
¿Alguna vez has sentido que te han tomado el pelo? Imagínate presentar un proyecto ambicioso, solamente para que las promesas se desvanezcan en el aire justo cuando creías haberlo conseguido. Esta es la realidad de muchos aragoneses en el Bajo Aragón, que aunque sueñan con una carretera que conecte sus localidades, se sienten atrapados en un limbo eterno de promesas políticas incumplidas. ¡Ah, la política! Un lugar donde los sueños van a morir, y las promesas parecen rebotar en la pared como una pelota de ping-pong.
Historia de una promesa: el viaje de la A-68
En 2005, Zapatero lanzó un mensaje esperanzador y prometió una inversión de 350 millones de euros para convertir la N-232 en autovía. Como diría cualquier persona en una película de comedia romántica: «Pero, ¿qué pasó después?» Dos años después, Rajoy supo que necesitaba ganarse a la multitud, así que prometió lo mismo. “Assumo hoy el compromiso de hacer lo necesario”, prometió ante 700 testigos. Un aplauso resonó entre los presentes, pero, como muchos de nosotros sabemos, a veces los aplausos son solo música de fondo.
Después de un cambio de gobierno y años de espera, llega Pedro Sánchez, quien con la fuerza de la esperanza colectiva, también prometió avanzar en la construcción de la A-68. ¿Pero adivina qué? A pesar de los planes presentados por el Movimiento Ciudadano Teruel Existe, que, por cierto, suena más como un grupo de superhéroes desesperados, seguimos prácticamente en la misma situación.
La frustración colectiva: ¿qué dicen los protagonistas?
Diego Moreno y Ismael Brenchat, representantes del movimiento, han puesto el dedo en la llaga de esta situación. La frustración es palpable en sus voces. “Hemos llegado aquí, en 2025, sin autovía”, lamenta Moreno. En tiempos donde la tecnología avanza a pasos agigantados y las ciudades crecen como hongos después de la lluvia, ¿cómo es posible que una infraestructura tan vital para el desarrollo de una provincia aún no se haya realizado?
Imagina a un niño que ha estado pidiendo un perro durante años. Su madre, un día, le promete que lo tendrá, pero pasan los años y el pobre niño sigue esperando. Un poco triste, ¿no crees? La situación en la que se encuentran los aragoneses es similar. La autovía A-68 es vital no solo para la conexión entre localidades, sino también para reducir el número de accidentes que ocurren en la N-232. Dicha carretera se ha convertido en un verdadero laberinto en el que las tragedias son demasiado comunes.
El juego de promesas: ¿quién es el siguiente?
Es fácil criticar a los políticos. Todos hemos estado en esa situación en la que vemos un anuncio electoral y pensamos: «Sí, claro, ya veremos». Parece que las promesas se hacen como si fueran simples frases en un libro de texto que, al final del día, nadie se siente obligado a cumplir. Pero, ¿es justo lanzar toda la carga sobre ellos?
En mi vida he aprendido que el verdadero cambio no se logra solo a través del poder político. Necesitamos ser activistas en nuestras propias comunidades. Cuando vi a los manifestantes con caretas de los líderes políticos, me dio un ataque de risa. Pero, al mismo tiempo, comprendí que detrás de esa sátira hay una profunda decepción. Es un recordatorio de que un cambio real a menudo requiere más que solo palabras.
El empoderamiento ciudadano
A medida que los aragoneses alzan sus voces, hay algo valioso en su lucha. La organización comunitaria puede ser un poderoso catalizador. En épocas recientes, el movimiento Teruel Existe ha capturado la atención pública, y ese tipo de activismo es crucial. Como dice el refrán: “La unión hace la fuerza”. Estas personas no solo se han convertido en un símbolo de resistencia, sino que han mostrado que el despertar ciudadano es más necesario que nunca.
Pero, incluso en medio de esta desesperación, hay destellos de esperanza. La redacción de proyectos específicos es, en sí misma, un pequeño pero significativo paso adelante. La clave está en mantener la presión sobre nuestros líderes políticos. Ellos comenzaron la danza, y ahora necesitamos que cumplan sus pasos.
Más allá de la A-68: una reflexión más amplia
En nuestra lucha por la A-68, también debemos preguntarnos: ¿qué pasa con otras infraestructuras? ¿Estamos tan atrapados en nuestro deseo de que nuestros políticos cumplen con estas promesas que, a veces, olvidamos pensar en el futuro en general? Tal vez tenemos que aprender a evaluar nuestras necesidades y ser más proactivos en la búsqueda de soluciones.
Además, ¿no sería interesante si, en lugar de criticar a nuestros líderes, ofreciéramos alternativas? Tal vez crear un plan estatal de infraestructura que contemple no solo la A-68, sino todas las carreteras del país. Esto podría ser un verdadero viento de cambio, en vez de solo esperar acciones.
Conclusión: el camino hacia adelante
A medida que vemos cómo otros países avanzan en sus infraestructuras y conectividad, es esencial recordar que los ciudadanos de Teruel no están solos en esta lucha. Todos compartimos la responsabilidad de exigir más de nuestros representantes y de nosotros mismos. Como siempre, lo mejor es mantener el sentido del humor, incluso cuando las cosas se ponen serias. Después de todo, ¿quién puede negar que nos reímos mucho mejor cuando lo hacemos juntos?
Así que, amigos de Teruel y más allá, continúen levantando sus voces. No se desanimen. Quizás algún día, cuando menos lo esperemos, la A-68 será una realidad, y el camino hacia ella no será solo una ilusión, sino una celebración de la perseverancia. Y si no, al menos habremos tenido un par de risas en el camino. ¿Quién está listo para la siguiente manifestación? ¡Yo traigo las caretas!