En las últimas semanas, los titulares han estado llenos de múltiples conflictos y tensiones que marcan la actualidad mundial. Uno de estos conflictos es el eterno tira y afloja entre Israel y Hezbolá, un tema que, si no te hace levantar la vista de tu smartphone, podría hacer que reconsideres tu enfoque sobre una serie de asuntos geopolíticos. Pero, ¿quién es el verdadero jugador en todo esto? Aquí es donde entra la Fuerza Provisional de las Naciones Unidas para el Líbano (UNIFIL), integrada, entre otros, por soldados españoles. ¿Están haciendo la diferencia? ¿Deberíamos tener más fe en su papel de pacificadores? Vamos a averiguarlo.

La historia detrás de la UNIFIL: un legado complicado

Desde su creación en 1978, la UNIFIL ha tenido la ardua tarea de mantener la paz en un área donde el concepto de «paz» parece más bien un chiste. Imagínate a un grupo de amigos tratando de organizar una cena en un restaurante donde cada uno tiene una opinión diferente sobre el menú. Así es de complicado.

Después de la guerra entre Israel y Hezbolá en 2006, el Consejo de Seguridad de la ONU estableció la resolución 1710, que supuestamente tenía como objetivo la supervisión del cese de hostilidades. La UNIFIL fue reforzada y un numeroso contingente español se unió a la misión. Pero, ¿acaso esta mezcla de nacionalidades es suficiente para crear un escenario pacífico?

Y aquí es donde tienen lugar las quejas, especialmente de aquellos como Kobi Marom, un coronel retirado del ejército israelí, quien no se guarda su opinión: “Tienen buena paella, pero no pararon a Hezbolá”. Dicha declaración resuena en un contexto en el que muchos en Israel sienten que la misión de la UNIFIL ha sido un fracaso.

La situación actual: retos y desafíos

Ahora, ¿quién no ha tenido una conversación a través de un vaso de vino explicando cómo se resolverían los conflictos del mundo? La realidad es que resolver una crisis como la del Líbano requiere mucho más que planes ideales. Marom y otros críticos han señalado que la falta de acción por parte de la UNIFIL en momentos clave ha permitido a Hezbolá rearmarse y volver a crecer.

Dicha percepción, que también es compartida por veteranoss como Aaron Kababie, un reservista que sirve de nuevo, indica que el problema no es solo geográfico, sino que también es emocional y psicológico. “Desde el primer año, la resolución fue un fracaso, totalmente”, dijo Kababie, confirmando la larga sombra que la inacción ha lanzado sobre las contribuciones de los soldados de la ONU.

Y aquí llega lo interesante: Kababie no les guarda rencor a los soldados españoles. Sabemos que en un escenario de tensión, a veces el mejor papel que puedes jugar es ser observador, especialmente cuando te das cuenta de que uno no puede sencillamente convertirse en un «Superman» en medio de un conflicto. ¿Cuántas veces hemos querido ser los héroes en una situación complicada, pero nos hemos encontrado más bien como espectadores?

La vida del soldado español en el Líbano

Claro, uno puede imaginarse a los soldados españoles frente a una mesa rodeada de libaneses disfrutando de la paella, mientras la realidad a su alrededor es todo menos apacible. Muchos de ellos tienen entre 18 y 36 años, algunos con una vida entera por delante, enfrentándose a una posible muerte en una zona de conflicto.

Estos jóvenes, muchos de los cuales podrían estar disfrutando del sol en Playa de la Malvarrosa, están poniendo todo en la balanza. La verdad es que han tenido que aprender a manejar no solo armas, sino también la incertidumbre de vivir en un contexto bélico. Como dijo Kababie, “La intención es muy buena, pero no tiene mucho para hacer su trabajo”. Y así, en medio de una situación por demás tensa, deben tener los nervios de acero suficientes para actuar con la destreza que la situación exige.

Esto me hace recordar mis días de estudiante, cuando creía que podía manejar cualquier grupo de proyectos. “¿Cómo podría salir mal?” pensaba, solo para darme cuenta que los imprevistos son la norma. La misión de los soldados españoles pareciera asemejarse a eso: metas ambiciosas en medio de un entorno caótico.

Historias humanas en medio del conflicto

La realidad sobre el terreno es que detrás de cada uniforme y cada insignia hay una historia. Como el caso de José Manuel Soria Toledo, un soldado que perdió la vida en una misión de paz a sus 36 años. Su historia, entrelazada con la de otros seis soldados españoles, se convierte en un recordatorio pesado de que detrás de cada misión se encuentran sacrificios humanos que son difíciles de asumir.

Cuesta entender cómo un joven que podría estar en una playa tomando una caipirinha elige arriesgar su vida por una causa. Pero, ¿qué fuerza los lleva a hacerlo? Quizá esa sensación de deber, de querer ser parte de algo más grande, o incluso la búsqueda de una aclaración en un mundo que a menudo está seca de la misma.

Es fácil criticar desde la comodidad de nuestra sala de estar, pero hemos de entender que cada soldado es un ser humano con preocupaciones, miedo, anhelos y sueños. Cuando presionamos “compartir” en nuestras redes sociales, quizás deberíamos reflexionar más sobre las vidas que afectan nuestros «me gusta».

La comunidad internacional y Hezbolá: ¿realmente se puede cerrar la herida?

La creciente frustración de muchos en Israel radica en la incapacidad percibida de la comunidad internacional para actuar de manera decisiva. “Pienso que no pueden hacer mucho”, dice Kababie, reflejando un sentimiento que se repite entre los ciudadanos de la región.

Pero la pregunta persiste: ¿Podría una acción decidida de la comunidad internacional revertir la situación? Tal vez. ¿Pero a qué costo? Aquí es donde comenzamos a hurgar en una serie de dilemas morales y éticos. ¿Es el uso de fuerza justificable? ¿Hasta dónde llegaríamos para garantizar nuestra propia seguridad?

Y, como lector, uno podría preguntarse: ¿Cuál sería tu respuesta si te encuentras en la frontera entre el deber y la moral? Aventura de vida, moralidad y realidad se entrelazan de formas complicadas, y reflexionar sobre esto puede ser tan desconcertante como salir de casa sin socks en un día lluvioso.

Mirando al futuro: el papel de España en la región

El hecho de que el comandante de la UNIFIL sea un español, el general Aroldo Lázaro, también suscita preguntas sobre el papel de España en la misión. ¿Es España capaz de cambiar la narrativa? Por supuesto, el liderazgo es esencial, pero la eficacia de cualquier misión de paz depende también de los recursos, la confianza y, lo más importante, la voluntad política de todos los involucrados.

Tal vez el futuro de la UNIFIL dependa no solo de la notoriedad internacional, sino de una real colaboración entre fuerzas militares y diplomáticas de varios países. Sería un poco como un baile de salón; si uno no sigue el ritmo, el baile se convierte en caos.

Conclusiones: entre la esperanza y la realidad

Así llegamos al final de este viaje por la complejidad de la UNIFIL. La situación es tanto un rompecabezas humano como político. Es importante recordar que los soldados están allí porque creen en un ideal. ¿Podemos nosotros, desde la comodidad de nuestra vida cotidiana, comprender la magnitud de su sacrificio? La veracidad de nuestra empatía se mide en cómo respondemos a sus historias.

Al final del día, la complejidad del conflicto israelí-libanés y la misión de la UNIFIL no se resolverá con soluciones rápidas. La historia está llena de matices, y en lugar de juzgar, tal vez sea más útil buscar formas de apoyar, entender y, sobre todo, aprender.

Es fácil criticar a quienes están en el terreno desde nuestra perspectiva desde un sillón. Pero, en última instancia, como en todas las áreas de la vida, la verdad es que cada uno de nosotros puede jugar un papel en este complejo rompecabezas. Quizá la mejor forma de hacerlo sea ser más conscientes y empáticos en lo que sucede en el mundo.

Así que la próxima vez que leas sobre la UNIFIL o cualquier misión de paz, recuerda que detrás de cada artículo hay seres humanos con historias, detalles y emociones. ¿Estamos dispuestos a escuchar y aprender? Esa quizás sea la pregunta más importante que podemos hacernos en este mundo tan frágil y, a menudo, caótico.