La vida está llena de situaciones inesperadas, y a veces esas situaciones pueden golpear con la fuerza de una tormenta. ¿Alguna vez has tenido que reconstruir tu vida después de un desastre? Eso es exactamente lo que le ha ocurrido a Emma Stepanyan, la propietaria de la histórica Tasca Otonel en Alfafar, una pequeña población que vivió una de las mayores catástrofes de su historia, la dana. Pero a pesar de las adversidades, su historia se convierte en un bello relato de resiliencia, lucha y pasión por lo que hace.
Un día normal y un destino trágico
El 29 de octubre de 2022 comenzó como un día cualquiera para Emma y su familia. Con su bar cerrado, disfrutaba de uno de sus días libres. Lee eso una vez más: uno de sus días libres. ¿No es irónico cómo el destino tiene formas extrañas de actuar? Mientras otros grandes tormeten acechaban, Emma se encontraba en casa, ajena al caos que se desataría.
Y luego ocurrió. La tarde de la tormenta, el agua comenzó a acumularse y aquellas lluvias torrenciales que tanto escuchamos en las noticias, se convirtieron en un torrente que rápidamente arrasó su bar. “Al día siguiente, nos encontramos con la tragedia. Todo estaba destrozado”, relata con una mezcla de incredulidad y tristeza. Imagínate volver a tu hogar después de salir con la idea de disfrutar un día de descanso y encontrarte con un escenario de guerra. ¿Alguna vez has estado en una situación así? Esa es la realidad con la que se encontró Emma.
La devastación de la dana
Cuando entró a su bar, Emma se encontró con una escena de desolación. “El agua llegó hasta la cafetera, y no quedó ni un solo tenedor en pie”, precisó, y no podemos evitar sentir su dolor. Esos utensilios que tanto tiempo y esfuerzo pasaron por sus manos, se convirtieron en un recuerdo de lo que era su vida antes de esa tormenta. La Tasca Otonel tenía más que equipamiento; era el corazón de la comunidad, un espacio donde la risa y la camaradería se servían en platos de tapas y copas frías.
La recuperación no fue rápida ni fácil. Primero, Emma y su equipo tuvieron que enfrentarse a un monstruo invisible: el polvo. “Limpiamos y sigue saliendo”, lamenta, en un gesto que refleja la magnitud de la tarea que tenían por delante. Pero eso no fue todo. Para que una pequeña empresa como la suya pudiese levantarse, necesitaba apoyo. La Generalitat se puso en marcha y le proporcionó una ayuda de 7.000 euros. Finalmente, otras ayudas llegaron, sumando 5.000 euros de prestación para autónomos, además de la del Consorcio de Compensación del Seguro.
Sin embargo, las pérdidas de Emma alcanzaron los 100.000 euros. Sí, has leído bien. ¡Cien mil euros! Esa cantidad puede parecer una broma cruel cuando te das cuenta de que solo son números en una hoja y, más allá de eso, equivalen a meses de trabajo, sufrimiento y sacrificio. “Eso no cubre todo, pero nos ha ayudado a empezar”, explica Emma, revelando un optimismo sorprendente en medio de tanta adversidad.
Un nuevo comienzo en España
Emma no es solo una emprendedora; es una madre, una esposa y una mujer que busca lo mejor para su familia. Emigró de Armenia hace casi una década, dejando atrás el conflicto perpetuo en su tierra natal. “Allí siempre hay guerra. Puede estar todo tranquilo un año, pero luego vuelve el conflicto”, cuenta con la tristeza aún reflejada en sus ojos. Nunca quiso que sus hijos vivieran con miedo. Sacrificó su vida y su negocio, que por cierto, consistía en un negocio familiar de camiones, para buscar estabilidad y buscar un futuro mejor.
Después de siete años en España, Emma ha acumulado una valiosa experiencia en hostelería. Las mesas y las sillas del Tasca Otonel no son solo muebles para ella; son parte de su historia, y también de su comunidad. “La gente tiene muchas ganas de volver. Este bar lleva aquí 40 años y es parte del barrio”, dice con una sonrisa. ¿Acaso no sientes que hay lugares que se sienten como hogar incluso si no has vivido absolutamente nada allí? Este es uno de esos lugares.
La emoción de la reapertura
Finalmente, después de cuatro meses de horror, Emma se prepara para abrir nuevamente las puertas de Tasca Otonel. Cada caja limpiada, cada mueble restaurado, cada rincón que vuelve a verse como antes, es un motivo de celebración. Ah, la dulce sensación de volver a la rutina, ¿verdad? Esa rutina que nos da estabilidad y sentido de pertenencia.
El entusiasmo en su voz es contagioso. “Nos toca abrir porque nos toca trabajar”, dice con determinación. Abrir un bar es más que simplemente servir tapas; es crear un espacio para la comunidad, un refugio donde todos se sientan bienvenidos. Estoy seguro de que mientras leía esto, te imaginaste cómo sería volver a tu café favorito después de una larga espera. Emma y su equipo están listos para hacer que esa experiencia sea especial, brindando un servicio acogedor y un ambiente que invita a quedarse.
Emma y el futuro del Tasca Otonel
A medida que la restauración de su bar se convierte en un símbolo de esperanza, Emma expresa su optimismo: “Lo importante es que seguimos aquí, trabajando y con ganas de seguir adelante.” Esa es la esencia de su historia. No se trata solo de un bar; es sobre la gente, la comunidad y el espíritu indomable de aquellos que se niegan a rendirse a las adversidades.
A veces, simplemente superar un día tras otro es un gran logro. ¿Cuántas veces te has sentido abrumado, pero aun así has decidido levantarte y seguir adelante? Necesitamos más historias de valentía como la de Emma, donde lo imposible se convierte en posible gracias a la tenacidad y la fuerza de voluntad.
Reflexionando sobre la resiliencia
La historia de Emma Stepanyan es solo una entre muchas, pero encapsula la esencia de la resiliencia humana. Nos recuerda que, sin importar cuán feroz sea la tormenta, siempre existe la posibilidad de reconstruir y regresar más fuerte. No se trata solo de los números y monetarios que se hacen eco de la devastación, sino de las conexiones humanas que se fortalecen cuando nos unimos en tiempos de crisis.
Es fácil sentir tristeza por los desafíos y tragedias, pero también podemos encontrar alegría en el proceso de recuperación. El regreso de Tasca Otonel en Alfafar no solo es una noticia sobre la reapertura de un negocio: es un testimonio de que las comunidades pueden unirse para apoyarse mutuamente en el dolor y la alegría. Sin duda, habrá muchas sonrisas y abrazos cuando Emma abra sus puertas por primera vez desde las inundaciones.
Conclusión: ¡Brindemos por Emma y la Tasca Otonel!
La historia de Emma Stepanyan es una llamada a la acción, una invitación a todos nosotros para ser parte de lo que está sucediendo a nuestro alrededor. Así que, ¿por qué no te unes a su historia? La próxima vez que estés en Alfafar o tengas la oportunidad de visitar la Tasca Otonel, tómate un momento para hablar con Emma y sus empleados. Pregúntales sobre sus experiencias y cómo han superado los obstáculos.
Propongo un brindis (aunque sea virtual): por Emma, por su familia y por todas las personas que, como ella, continúan luchando por sus sueños a pesar de las tormentas de la vida. Porque, al final del día, no son solo los bares los que tienen historias que contar; son las personas detrás de ellos quienes realmente marcan la diferencia.