En un giro sorprendente que parece sacado de una película setentera, la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, ha decidido rescatar el antiguo modelo educativo de la Educación General Básica (EGB). Puede que te estés preguntando: «¿Por qué volver a algo que ya se había dejado atrás?» Bueno, a veces la historia tiene una manera curiosa de repetirse. Si miramos hacia atrás, la EGB fue la norma en las aulas españolas durante los años 70 hasta que se cambió por la LOGSE en los 90. Y ahora, con un guiño nostálgico, parece que Madrid está decidida a darle una segunda oportunidad a un método que, según sus defensores, prometía un entorno educativo más seguro y progresivo para los jóvenes.

El contexto de la reforma educativa

Como muchas cosas en la vida, la educación es un terreno lleno de debates pasionales, y este cambio no es la excepción. La propuesta tiene la intención de mantener a los estudiantes en el entorno familiar y conocido de la primaria hasta cumplir los 14 años. Es un enfoque que, según los partidarios de la iniciativa, busca proteger a los jóvenes de los peligros asociados con la adolescencia temprana, como el acoso escolar, las bandas juveniles y, por supuesto, el uso excesivo de móviles. ¿Alguna vez has tenido que lidiar con un grupo de adolescentes que parecen más conectados a sus pantallas que a la realidad a su alrededor? Yo sí, y es un verdadero desastre.

La EGB: un regreso al futuro

La Educación General Básica establecía un modelo que se ajustaba a las necesidades de la época, incorporando un ciclo de ocho años de escolarización obligatoria. La idea de que los niños pasen de la primaria a la ESO de manera algo abrupta ha sido cuestionada en repetidas ocasiones. La entrada a la secundaria, donde los niños se convierten de la noche a la mañana en «los mayores del colegio», puede ser comparada a un salto al vacío. En este sentido, Ayuso plantea que prolongar la estancia en la primaria puede ayudar a esos pequeños saltarines a aterrizar de manera más suave.

«La soledad, los trastornos alimentarios, la adicción a las pantallas… Todo esto es lo que queremos evitar.» – Isabel Díaz Ayuso

Una frase contundente que, aunque suene alarmista, tiene un trasfondo de preocupación genuina. Desde luego, es bueno saber que hay alguien que se preocupa por las nuevas generaciones, más allá de lo que es «cool» o «tendencia».

Un debate en auge

Por supuesto, no todo el mundo está a favor de esta transformación. El Ministerio de Educación, bajo la dirección de Pilar Alegría, guardó una postura cautelosa, sin pronunciarse abiertamente sobre la legalidad de la medida. Y no es para menos. Este nuevo modelo implica numerosos desafíos, especialmente en cuanto a la formación del profesorado. Cada nivel educativo tiene su especialidad, y no es que un maestro de primaria pueda convertirse en un experto de secundaria de un día para otro.

Además, la cuestión de las instalaciones es otro aspecto relevante a considerar. Las escuelas de primaria no cuentan con las infraestructuras adecuadas para ofrecer niveles de secundaria de manera óptima. En un mundo ideal, todos los colegios deberían estar equipados con laboratorios, espacios de tecnología y áreas adecuadas para la educación física. Sin embargo, la realidad muchas veces se asemeja más a un rompecabezas que a un menú de buffet libre.

Las voces de la comunidad educativa

Pese a todo, las AMPAS (Asociaciones de Padres y Madres de Alumnos) han dado la bienvenida a esta medida. Quieren proteger a sus hijos en un mundo que parece avanzar a pasos agigantados, dejando a la infancia atrás. Sus voces son un ecosistema dignamente diverso, donde algunos abogan por un cambio y otros prefieren la estabilidad que ofrece un ambiente familiar conocido.

Esto me recuerda a una charla con un amigo que se convirtió en padre hace poco. Él estaba completamente desgastado intentando crear un entorno seguro para su pequeño. «Ahora, en lugar de preocuparme por las tareas de la escuela o sobre qué snack llevar al parque, tengo que preocuparme por qué aplicaciones permiten usar en su tablet», me decía con un tono de resignación. Y quién puede culparlo; la paternidad tiene más giros que una montaña rusa.

La perspectiva de los padres

Imagina que has dejado a tu hijo en el colegio y, al día siguiente, te llega un mensaje que dice que ha pasado a la secundaria. Tu mente empieza a divagar. ¿Le daré el móvil? ¿Necesita llaves? ¿Cómo lo llevaré a clases extraescolares si cambia de edificio? Es un auténtico «kit de secundaria» que quizás, a veces, puede parecer más un «kit de supervivencia».

Esto me lleva a preguntarte: ¿es realmente necesario que los niños asuman responsabilidades tan grandes tan pronto? Si Ayuso tiene razón, prolongar la estancia en un entorno conocido podría ser exactamente lo que estos preadolescentes necesitan para estabilizarse antes de navegar el complejo mundo de la escuela secundaria.

Los retos que vienen

Sin embargo, con cada cambio, surgen retos. La comunidad educativa aún está a la espera de detalles sobre cómo se llevará a cabo esta reforma. Desde la capacitación de profesores hasta la creación de infraestructuras adecuadas. Aproximadamente se han prometido cuatro millones de euros para mejorar las instalaciones y muchos se preguntan si esto será suficiente. Lo cierto es que cada euro invertido es un paso hacia adelante, pero, como en la vida, no todo depende del dinero.

Además, el descontento de ciertos sectores no tarda en hacerse notar. Algunos sindicatos de docentes han expresado sus preocupaciones sobre cómo esta medida podría desdibujar la imagen de los institutos, presentándolos como menos seguros. Parece que la balanza entre el bienestar emocional y los recursos educativos es un constante tira y afloja.

La visión de futuro en Madrid

Lo que podemos concluir de todo esto es que Madrid está en el punto de bifurcación educativa. ¿Recuperará la esencia de la EGB o se quedará en un ensayo que, aunque bien intencionado, no logre el impacto esperado? Siempre es bueno tener un debate democrático sobre la educación, pero también es crucial acercarse a un consenso que permita que nuestros jóvenes enfrenten el futuro con las mejores herramientas.

Reflexionando en positivo

A pesar de todas las tensiones, lo cierto es que incluso la mera discusión sobre estos temas es un signo positivo. Al menos, esto significa que hay gente apasionada por la educación y, mucho más importante, comprometida con el futuro de nuestros hijos. Personalmente, creo que la educación debería ser como una buena receta: un poco de ingredientes antiguos, mezclados con lo moderno y un toque de ambas generaciones.

Por eso les pregunto: ¿qué es lo que ustedes piensan de la EGB? ¿Es un regreso necesario o simplemente una nostalgia mal dirigida? En la lucha por un sistema educativo mejor, lo más importante es que todos sepamos que nuestros hijos merecen una verdadera oportunidad de brillar, y eso, sin duda, es algo en lo que podemos trabajar juntos.

Así que, para terminar, hablemos de esto, reflexionemos y, quién sabe, tal vez incluso riamos un poco de los errores que hemos cometido en el camino. Uno nunca sabe cuándo un buen chiste sobre el «kit de secundaria» puede cambiar el rumbo de la conversación. ¡Hasta la próxima!