No es ningún secreto que la educación está en constante evolución. A medida que el mundo avanza, nuestras escuelas intentan ponerse al día, pero a menudo se sienten como si estuvieran jugando al escondite con el sentido mismo de la enseñanza. Hoy, vamos a conversar sobre un tema que toca el corazón de muchos: la importancia de la literatura en nuestras aulas. Y sí, estoy hablando de esa maravillosa experiencia de perderse entre páginas y palabras, donde cada libro es una puerta a un nuevo mundo. Pero, ¿qué ha pasado con la literatura en el sistema educativo actual?

El legado literario y su desaparición paulatina

Vamos a retroceder en el tiempo por un momento. ¿Recuerdan sus primeras experiencias con la literatura? Quizás fue un Caperucita Roja, un Don Quijote o incluso un clásico como Orgullo y prejuicio. Para muchos de nosotros, esos libros fueron las primeras chispas que encendieron nuestra pasión por la lectura. Sin embargo, según los informes recientes, las reformas educativas desde la LOGSE han dejado a la literatura en una situación un tanto… pecaminosa. En la ESO, su papel ha sido relegado a un segundo plano, y, seamos sinceros: eso es simplemente trágico.

La literatura como vehículo de formación

¿Qué nos proporciona la literatura? Más allá de sumergirnos en una narrativa cautivadora, nos permite desarrollar nuestra empatía y comprensión del mundo que nos rodea. Como dice el viejo refrán: «Por cada libro, abrimos una ventana al mundo». Pero, en la actualidad, esa ventana parece haberse cerrado en muchas aulas. La literatura ha sido tratada de una manera superficial y fragmentada. La importancia de crear lectores cultos y apasionados se ha visto disminuida.

Recuerdo una anécdota de mis años de bachillerato. Un profesor, conocido por su peculidad, decidió que en vez de leer «La casa de los espíritus» de Isabel Allende, debíamos ver la película. «Es lo mismo, ¿verdad?» Nos decía con una sonrisa que poco daba calor. No tengo que decirles que la experiencia fue prodigiosa, pero para nada comparable a la profundidad del texto original. Esa experiencia encarna perfectamente la pérdida de la esencia literaria en nuestras aulas. ¿Realmente creemos que se puede sustituir la lectura por la imagen?

La literatura no es solo una materia: es una experiencia

Demasiado a menudo, los educadores se concentran en la enseñanza de la lengua, olvidando que la literatura no es solo palabras bien estructuradas, sino historias que nos conectan. Si miramos con detenimiento, podemos notar que un curso repleto de gramática y ortografía puede dejarnos con un vocabulario preciso, pero también nos dejará sin un alma literaria. ¿Cuál es el propósito de aprender a escribir bien si no podemos contar una historia que resuene con los demás?

Algunos argumentan que la diversidad del alumnado necesita enfoques más adaptables, pero el riesgo que corremos es pérder el hilo conductor que une a todos los estudiantes: el amor a la lectura. ¿No sería genial si pudiéramos encontrar un equilibrio que permita a los estudiantes explorar variaciones de estilo y contenido literario sin dejar de lado los textos que han dado forma a nuestra cultura?

La narrativa como método de aprendizaje

Un enfoque más innovador sería implementar métodos que hagan hincapié en la narración como una herramienta de aprendizaje. A través de talleres y clubes de lectura, los estudiantes no solo aprenderían sobre la escritura, sino también sobre la magia de contar historias. Imagina crear un espacio donde cada adolescente se sienta libre de escribir su propio capítulo, compartiendo risas, lágrimas y reflexiones con sus compañeros. Eso, amigos, es el verdadero poder de la literatura.

El regreso de la literatura: ¿es posible?

Ahora, no quiero ser todo pesimismo y quejas. Hay luces al final del túnel, y esa luz puede muy bien ser un renacimiento literario en las aulas. Si nos fijamos en las recientes tendencias y movimientos en el ámbito educativo, se están llevando a cabo esfuerzos por devolver la literatura a su lugar privilegiado.

Las nuevas plataformas digitales están proliferando, ofreciendo recursos accesibles que promueven la lectura entre los jóvenes. Desde aplicaciones educativas hasta grupos de lectura en línea, la tecnología está ayudando a abrir nuevos caminos. Pero, lo que necesitamos realmente es un cambio estructural en el sistema educativo. ¿Por qué no incluir en el currículo más texto literario contemporáneo? Autores como María Dueñas o Javier Marías pueden inspirar a una nueva generación mientras que, al mismo tiempo, clavan las bases para la lectura de los clásicos.

La importancia de los docentes apasionados

A menudo olvidamos que, en el corazón de cada clase, están los docentes. Aquellos que, a pesar de las adversidades, se niegan a dejar a la literatura caer en el olvido. Son esos educadores apasionados que se esfuerzan por encontrar maneras creativas de introducir a sus estudiantes en el mundo literario. ¿Se imaginan un profesor que organiza una noche de ‘open mic’ donde los estudiantes leen fragmentos de su libro favorito? ¿No supondría eso un cambio en la percepción de la lectura en la juventud?

La resistencia del canon literario

Cuando hablamos de literatura, muchas veces caemos en la trampa del canon literario. ¿Por qué siempre debemos volver a los mismos nombres? Las mentes jóvenes tienen la capacidad de abrirse a voces frescas y contemporáneas. Sin embargo, ¿es realmente posible que un estudiante se sienta identificado con “El Cid” o “La Ilíada”? Quizás valga la pena retar la percepción del canon literario.

Consideremos la literatura de minorías, las cualidades que tienen para ofrecer a los estudiantes una visión más amplia del mundo. Autores como Chimamanda Ngozi Adichie y su obra “Americanah” no solo ofrecen narrativas potentes, sino que también abren discusiones sobre identidades y cultura. La literatura no debe ser, por tanto, solo una lista de libros que “deben” leerse, sino una continuación de las historias vivas de diversos autores.

El futuro de la literatura en la educación

A medida que cerramos este diálogo, es esencial preguntarnos: ¿qué futuro queremos para la literatura en las aulas? Hay mucho por hacer. Necesitamos abrigar la idea de que la literatura es un arte, y el arte tiene un espacio en nuestras vidas, especialmente en la educación.

Imaginemos un ecosistema literario donde los estudiantes no solo leen, sino que también escriben, discuten y comparten ideas sobre libros. Donde se promueve el análisis crítico y la creatividad, y donde la lectura no es solo una obligación académica, sino un pasatiempo apasionado.

Así, queridos lectores, la tarea queda en nuestras manos. ¡Es el momento de actualizar el horizonte de la literatura en nuestras aulas! Si queremos que nuestros jóvenes se conviertan en lectores comprometidos y críticos, debemos luchar juntos por un lugar relevante para la literatura en su educación. Porque, al fin y al cabo, ¿quién no quiere vivir mil vidas a través de un libro?


Y así, con un toque de humor y reflexión, sé que podemos ver un camino hacia un renacer literario en nuestras escuelas. ¡Vamos a hacer que la literatura vuelva a brillar! ☀️