En un mundo donde la delgadez ha sido tradicionalmente asociada con el estatus y el lujo, la llegada de Ozempic ha planteado preguntas inquietantes sobre la equidad en el acceso a tratamientos de salud y la obsesión por un ideal corporal específico. En este artículo, profundizaremos en el fenómeno Ozempic, su impacto en la percepción del peso y la clase social, y cómo esto puede reflejar dinámicas más amplias en nuestra cultura.
¿Qué es Ozempic? El fármaco que transformó la delgadez en un bien de lujo
Para aquellos que aún no lo saben, Ozempic es un medicamento previamente diseñado para tratar la diabetes tipo 2, pero que ha encontrado un nuevo uso como un potente agente para la pérdida de peso. La receta médica es obligatoria, lo que, por sí mismo, ya marca una línea de demarcación: quienes pueden permitirse pagarlo, ya sea directamente o a través de un seguro, tienen acceso a una «solución» rápida que les permite perder peso casi mágicamente.
Recuerdo que, hace unos meses, mientras miraba una de esas galas llenas de glamour, una amiga comentó: “¿Crees que Eva Mendes usa Ozempic? Se ve tan delgada…” Y justo ahí me di cuenta de que el tema no solo abarcaba la salud, sino también la presión social que enfrentamos para cumplir con un ideal que, a menudo, se siente inalcanzable.
Celebrities al acecho: ¿un nuevo estándar de belleza?
La cultura pop ha estado plagada de historias de celebridades que admiten haber utilizado Ozempic. Con el uso del fármaco como parte de sus rutinas, el esbeltez deja de ser una cuestión de genética, tiempo en el gimnasio o incluso un compromiso con la salud, y se convierte en una conversación sobre dinero y acceso. En un monólogo en los Oscar, Jimmy Kimmel bromeó diciendo: “Cuando echo un vistazo a la sala, no puedo evitar preguntarme, ¿será Ozempic adecuado para mí?” En este contexto, es fácil preguntarse: ¿cuántas de esas sonrisas delgadas son realmente naturales?
Desigualdad en el acceso a tratamientos: un debate candente
La presidenta de la Federación de Distribuidores Farmacéuticos (Fedifar), Matilde Sánchez, no se anduvo con rodeos al declarar que “el acopio de Ozempic rompe la equidad en el acceso de los pacientes al tratamiento que necesitan”. ¿Y cuántas veces hemos escuchado que la salud es un derecho humano universal? Sin embargo, en la práctica, el acceso a ciertos tratamientos puede depender del tamaño de nuestra billetera.
No es de extrañar que el endocrino Víctor Bravo haya señalado que muchas personas están dispuestas a saltarse protocolos y listas de espera, recurriendo al sistema privado para obtener Ozempic. Aquí, el dinero no solo compra un medicamento, sino también el derecho a perder peso de manera rápida y efectiva. ¿Es esto un triunfo de la medicina moderna o una tragedia del capitalismo?
La presión del cuerpo perfecto: ¿qué pasa con quienes no pueden permitírselo?
Dicho de manera honesta, esta brecha en el acceso podría reforzar la obsesión de nuestra cultura por el cuerpo perfecto, asociando la delgadez con el éxito y el atractivo. A medida que la industria farmacéutica comienza a ver un crecimiento impresionante, los críticos advierten que esta situación va mucho más allá del simple hecho de perder peso.
La activista Virginia Sole-Smith ha descrito el peso como un marcador de clase, advirtiendo que los estigmas alrededor de la obesidad son solo una forma de perpetuar la desigualdad social. “La gente engorda por pereza e ignorancia”, dice, a menudo con la premisa de que quienes no tienen acceso a tratamientos como Ozempic están, de alguna manera, fallando a sí mismos. Y esto, mis amigos, plantea un dilema moral complicado: ¿es la salud una cuestión de elección o de privilegio?
Ozempic y el futuro de la salud pública
¿Podría la inclusión de estos tratamientos en las propuestas de salud pública cambiar el panorama? Jonathan Hari, autor de “Adelgazar a cualquier precio”, argumenta que, a largo plazo, Ozempic podría ser accesible a un público más amplio si se elimina la patente. La idea de una pastilla que no cueste tanto puede ser un rayo de esperanza.
Drucker, un científico clave detrás del desarrollo de estos tratamientos, sostiene que con avances futuros, los esquemas de clase podrían comenzar a desdibujarse. ¿Estamos al borde de un cambio de paradigma en cómo vemos la pérdida de peso? A veces, el futuro parece más brillante, pero la espera puede ser larga.
¿La delgadez se convierte en una declaración de riqueza?
La idea de “renunciar a la comida” como símbolo de estatus no es nueva, pero ahora se está reinventando. Las celebridades pueden golpear la alfombra roja con sus delgadas figuras, mientras que los que luchan con su peso y con el acceso a tratamientos son aquellos para quienes la lucha es real y cotidiana. En este universo de Ozempic, estar «gordo» puede ser un símbolo de resistencia contra un sistema que a menudo parece estar en su contra.
Como dijo Ellen Atlanta, “la democracia de la belleza ha sido interrumpida” y nos encontramos en una nueva fase donde la delgadez no es solo una aspiración estética, sino una declaración de clase. ¿Significa esto que algunos se están riendo del dolor ajeno en pro de su propio ideal de belleza?
La percepción cultural en choque con la ciencia
Los mensajes contradictorios se multiplican: por un lado, tenemos el “body positive movement” que ha sido impulsado por figuras como Lizzo, que celebran la diversidad corporal; y por otro, las noticias sobre el uso de medicamentos como Ozempic que insinúan que, en realidad, tener sobrepeso ya no es una opción. ¿Entonces, a qué se enfrentan aquellos que buscan un horizonte en el que sentirse cómodos en sus propios cuerpos?
De hecho, muchos que han defendido la diversidad corporal están sintiendo la presión social para parecer “aceptables” y no solo saludables. Algunas organizaciones que abogan por la aceptación de los cuerpos en todas sus formas se están cuestionando su enfoque. Si incluso esas figuras públicas están sucumbiendo a la tentación de solucionarlo todo a través de un fármaco, ¿cuál es el mensaje que estamos enviando?
Reflexiones finales: un camino hacia la aceptación y el bienestar
El dilema de la salud pública, la economía y el ideal corporal no se resolverá de la noche a la mañana. A medida que la discusión sobre Ozempic y su papel en la sociedad continúa, se vuelve crucial reflexionar sobre lo que significa nuestro bienestar de manera más holística.
¿Estamos dispuestos a aceptar que el acceso a una vida saludable no debería depender del tamaño de nuestra billetera? Es posible que el cambio societal que necesitamos comience por reconocer la lucha de quienes no tienen las mismas opciones y luego cuestionar por qué el ideal de belleza limitante ha sido aceptado durante tanto tiempo.
Al final del día, espero que la conversación sobre Ozempic y el bienestar físico se convierta en un debate más amplio sobre la igualdad en la salud, la aceptación y, sobre todo, la empatía. La lucha no debería ser solo por ser delgado, sino por ser saludables, felices y, sobre todo, auténticos. Y con eso, apuesto a que todos los cuerpos son dignos de amor y aceptación, sin importar lo que indique la balanza o lo que digan las revistas.
Así que, la próxima vez que mires a alguien que camina por la calle, recuerda: cada cuerpo tiene su historia y su propio viaje. Quizás lo que necesitamos es un poco menos de juicio y un poco más de compasión. ¿No creen?