La noticia ha caído como un balde de agua fría, ¿verdad? El adoctrinamiento yihadista en familias marroquíes está emergiendo como un fenómeno alarmante que deja a muchos rascándose la cabeza. La reciente detención de un grupo de cuatro jóvenes, entre los que se encontraban tres hermanos, ha hecho saltar las alarmas en la Dirección General de Supervisión del Territorio (DGST), el servicio de inteligencia interno de Marruecos. Este fenómeno está desafiando las narrativas tradicionales sobre cómo operan radicales y yihadistas, que hasta ahora se pensaba que eran o lo que se conoce como «lobos solitarios» al acecho en la oscura red de internet.

¿Qué está pasando realmente en Marruecos?

Antes de que te lo cuente, déjame compartir una anécdota personal. Hace algunos años, un amigo que trabaja en un servicio de inteligencia me dijo: “La guerra del siglo XXI no se librará solo en el campo de batalla, sino en las mentes”. En ese momento, pensé que estaba exagerando. Sin embargo, el adoctrinamiento yihadista parece empeñado en demostrar exactamente eso.

La detención de este grupo ha mostrado que la radicalización está ahora más cerca de casa de lo que muchos imaginan. Esto plantea preguntas inquietantes: ¿son nuestros hogares el nuevo campo de batalla por la ideología? ¿Pueden los nexos familiares convertirse en el caldo de cultivo para el extremismo?

La respuesta parece ser un rotundo «sí». Lo que antes se veía como un fenómeno que se daba en líneas de chat en la oscuridad de internet, ahora evidencia la participación de la familia en el proceso de adoctrinamiento. Esta peligrosa evolución del yihadismo está tomando forma de nuevas dinámicas, convirtiendo a los seres queridos en sus principales propagandistas.

La revolución de la radicalización familiar

Históricamente, el terrorismo yihadista en Marruecos era un fenómeno dominado por individuos influenciados por la radicalización en línea. La narrativa del «lobo solitario» era, hasta hace poco, la perpetrada por los medios de comunicación. Pero lo que está surgiendo es una nueva forma de radicalización que desafía este estereotipo.

Este giro no solo es alarmante, es un campo inexplorado para los servicios de inteligencia. En un país que ha sido víctima de ataques terroristas, como los de Casablanca en 2003, la lucha contra el extremismo requiere una actualización de estrategias que aborden esta nueva problemática en el núcleo familiar. Cada vez más, el yihadismo global se trenza con los lazos familiares, lo que lo hace aún más difícil de detectar y combatir.

Niños y adolescentes bajo la lupa

Los jóvenes, en particular, están siendo altamente influenciados. A menudo, el adoctrinamiento comienza en casa o en el círculo cercano. Esto llama a la reflexión sobre cómo las realidades socioeconómicas y las tensiones políticas pueden dar lugar a un entorno propicio para la radicalización. ¿Te has preguntado alguna vez cómo la falta de oportunidades puede convertir a un adolescente brillante en un extremista? Es una transición escalofriante y, de hecho, real.

La investigación muestra que la marginalización económica y social puede llevar a una búsqueda de identidad. Y en el crisol de la confusión, algunas familias pueden incluso encontrar un sentido de pertenencia en ideologías extremas. ¿Te suena familiar? Puede que no estemos hablando de yihadismo específicamente, pero el fenómeno de querer pertenecer es universal.

El papel crucial de la comunicación

Este nuevo fenómeno nos lleva a reflexionar sobre el papel de la comunicación familiar. ¿Qué diálogo se establece entre padres e hijos? ¿Se les habla de política y religión en la mesa familiar? Normalmente, temas como esos suelen ser tabú, pero en lugar de evitar estos diálogos, son esenciales para mantener la mente de nuestros jóvenes presente y abierta al mundo.

En un mundo donde los jóvenes tienen acceso a información en línea a la velocidad de un clic, lo que en casa se conversa, o mejor dicho, se evita conversar, se convierte en un terreno fértil para las ideologías extremistas. Así que, ¿por qué no hablar abiertamente sobre esos temas espinosos?

Respuestas institucionales

Ante este dramático cambio, Marruecos ha comenzado a tomar medidas. La DGST y otros cuerpos de seguridad están utilizando herramientas de inteligencia para abordar esta nueva amenaza. Sin embargo, no todo se reduce a las instituciones gubernamentales. La familia debe estar en el centro de la solución. Impulsar la comunicación familiar y fomentar la educación sobre diferentes ideologías puede ser un buen primer paso.

Además, la comunidad local juega un papel vital. Las iniciativas comunitarias que alientan espacios seguros para el debate y la reflexión entre jóvenes pueden hacer maravillas en impedir que caigan en las garras del extremismo. ¿Qué mejor manera de mostrarles que hay otras formas de encontrar pertenencia que a través del odio y la violencia?

Implicaciones globales

Como observadores del fenómeno, también debemos relacionar esta problemática con una visión más amplia. A medida que la radicalización se convierte en un tema más común no solo en Marruecos, sino en muchos países a nivel mundial, es nuestra responsabilidad entender que cada cultura tiene su propia versión de extremismo.

He leído hace poco un artículo sobre cómo el extremismo ha encontrado una voz vibrante entre los jóvenes en Occidente. Distintas ideologías están peleando por captar su atención, y el vacío de pertenencia puede ser un común denominador. Así que, la cuestión no es tan solo sobre el yihadismo en Marruecos, sino sobre cómo todos, aquí y allá, estamos lidiando con descontentos y desilusionados que buscan respuestas en ideologías potencialmente peligrosas.

Nuevos desafíos, nuevas soluciones

Mientras seguimos analizando el ámbito del adoctrinamiento en el seno familiar, debemos también preguntarnos: ¿cuáles son las soluciones? Un factor esencial es la creación de entornos inclusivos y el empoderamiento de las familias a través de programas de educación que ofrezcan herramientas para la resiliencia. Debemos abrazar el cambio en nuestras comunidades, en nuestra forma de comunicarnos y, sobre todo, en la empatía que mostramos hacia los demás.

Claro está, no es fácil. Hay miedos y resistencias. Pero, ¿no es este el momento de actuar, o de al menos comenzar a plantear preguntas difíciles?

Mirar al futuro

Viendo hacia adelante, es fundamental no solo abordar el problema desde la superficie. La educación, la comunicación familiar y el apoyo comunitario son nuestros mejores aliados. Y mientras tanto, seguimos trabajando para desmantelar redes de extremismo a nivel global. Nos puede resultar útil recordar que tras cada acto de violencia hay un ecosistema complejo que lo alimenta y, por lo tanto, es nuestra misión desmantelar ese sistema desde sus raíces.

En conclusión, el surgimiento del adoctrinamiento yihadista en familias marroquíes es un llamado a la acción para todos nosotros. Nos toca abrir los ojos y escuchar las voces que claman por comprensión e inclusión. Es fácil mirar hacia otro lado, pero en ese acto de desinterés, nos estamos olvidando de que la verdadera fortaleza reside en la voluntad colectiva de enfrentar un problema que, aunque no siempre visible, puede estar a la vuelta de la esquina.

¿Qué pasará si no tomamos acción? Quizás, la respuesta más aterradora sería que no lo sabremos hasta que sea demasiado tarde. Entonces, será momento de cuestionar si estamos realmente haciendo lo suficiente.


Recuerda que el mundo cambia rápidamente y la empatía es nuestra mejor herramienta. Así que, mantente informado, mantente curioso y, sobre todo, mantente conectado. La fortaleza de cualquier comunidad se mide por su capacidad para cuidar y apoyar a su gente. ¿No crees que es hora de empezar?