¿Alguna vez te has sentido agotado después de un día que parecía no tener fin? Esa fatiga que no proviene solo del esfuerzo físico, sino de un bombardeo constante de nuevos estímulos. Este verano, el neurocientífico Javier Ortiz Tudela se embarcó en una aventura similar a la nuestra: un viaje a Islandia, donde la majestuosidad de la naturaleza lo dejó boquiabierto… y exhausto. Pero su agotamiento no fue solo por las caminatas o las temperaturas gélidas. No, señor. Su mente estaba trabajando horas extra, procesando cada géiser, cada cascada y cada aurora boreal que veía por primera vez.
Cansancio cognitivo: la fatiga de la mente
Ortiz Tudela describe esa sensación como un «cansancio cognitivo», lo que significa que su cerebro estaba ocupado creando nuevas «carpetas» para almacenar toda esa información única. ¿Te suena familiar? A menudo, cuando visitamos un nuevo lugar, nuestra mente tiene que esforzarse al máximo para almacenar y formar conexiones con esa información. Es como si tu cerebro estuviera tratando de organizar un desordenado «escritorio» lleno de documentos de diferentes colores y formas. ¿Alguna vez has intentado limpiar tu escritorio digital? Es todo un reto.
Esto es especialmente pertinente en un mundo en el que la tecnología avanza a pasos agigantados. El experto señala que aunque el turismo en ciudades europeas también lleva consigo nuevo conocimiento, el esfuerzo mental no es comparable. Nuestras mentes están más equipadas para manejar información similar a experiencias anteriores. Pero, ¿qué sucede cuando somos bombardeados con lo desconocido? La sobrecarga puede ser abrumadora.
El proyecto CONNECTS: navegando por los laberintos del cerebro
Ahora, mientras Ortiz Tudela se recupera de su travesía islandesa, se embarca en un nuevo viaje: el proyecto CONNECTS, un esfuerzo monumental que busca desentrañar cómo nuestra mente procesa la información semántica contextual. Este trabajo no es trivial, y requiere paciencia, dedicación y un presupuesto de 1,5 millones de euros. ¡Quién lo diría! Pero, como decimos, es mucho dinero para un científico, una cifra que podría hacer que algunos de nosotros soñemos con unas vacaciones lujosas. Pero no, aquí estamos hablando de neurociencia pura.
La premisa fundamental del proyecto es simple y compleja a la vez: cómo nuestros cerebros almacenan información y cómo el contexto afecta nuestra percepción de los objetos. Imagina encontrarte con una vaca. Si estás paseando por un campo, no te llama la atención. Pero si la vaca decide pararse en medio de la carretera mientras conduces, ¡prepárate para un ataque de adrenalina! La misma vaca, dos contextos completamente diferentes. La mente humana necesita dar sentido a cada situación, y eso requiere esfuerzo.
Atención y memoria: dos caminos entrelazados
A medida que Ortiz Tudela y su equipo sumergen sus neuronas en el estudio de la atención y la memoria, hacen un descubrimiento asombroso. La idea de que «atender» siempre lleva a una mejor memoria resulta ser más complicada de lo que parece. Una revelación que, para ser honesto, podría ser el argumento de una película de ciencia ficción sobre cerebros mutantes.
¿Alguna vez has asistido a una conferencia y, aunque estabas prestando atención, solo recuerdas vagos fragmentos de lo que se dijo? Ahí está el truco. Aunque prestemos atención a un evento, esto no siempre asegura que almacenemos ese recuerdo. En realidad, podríamos recordar mejor la vaca tranquila en el prado que el momento de pánico al esquivar la vaca en la carretera.
Este hallazgo es fundamental, especialmente para el ámbito educativo. Los educadores se enfrentan constantemente al reto de captar la atención de los estudiantes. ¿Es posible que tengamos que redefinir nuestra metodología de enseñanza? Tal vez, el truco no esté solo en captar la atención, sino en crear un contexto adecuado que facilite el aprendizaje.
Redes neuronales artificiales: un vistazo al futuro
Además del trabajo experimental con humanos, el proyecto CONNECTS también se adentra en el fascinante mundo de las redes neuronales artificiales. Aquí es donde la ciencia y la tecnología se dan la mano. A través de algoritmos de aprendizaje automático, Ortiz Tudela y su equipo esperan modelar cómo los humanos procesan la información y, crucialmente, qué sucede cuando esas redes se ven dañadas.
Imagina un robot que intenta aprender a reconocer una vaca. Si le enseñamos las imágenes de vacas en diferentes contextos, ¿será capaz de procesarlo de manera similar a como lo hacemos nosotros? Esto podría abrir un abanico de oportunidades en aplicaciones futuras, desde la ergonomía cognitiva hasta la mejora de capacidades en personas con deterioro cognitivo. Sin embargo, hay algo más en juego aquí. La neurociencia y la inteligencia artificial están cada vez más conectadas y podrían cambiar la forma en que interactuamos con la tecnología y el mundo que nos rodea.
¿Son nuestros cerebros más plasticidad de lo que pensamos?
Cuando nos preguntamos si estamos perdiendo habilidades en un mundo digital, la respuesta no es tan sencilla como un simple «sí» o «no». Ortiz Tudela nos recuerda que nuestros cerebros son plásticos, lo que significa que tienen una notable capacidad de adaptación. Así que, ¿realmente estamos perdiendo esas capacidades? Solo si dejamos de usarlas.
En la última década, hemos sido testigos de una «revolución digital». Estamos inmersos en un ambiente saturado de información. Pero no se engañen: esto no significa que nuestros cerebros estén sufriendo. Simplemente están adaptándose.
Una vez, estaba tratando de leer un libro que se me hacía interminable y, honestamente, no podía concentrarme. Luego, decidí ponerme límites: un capítulo al día y sin distracciones de mis dispositivos. Adivina qué: en un mes, volvía a disfrutar de los libros como antes. Entonces, si alguna vez te sientes abrumado, recuerda que puedes volver a entrenar tu mente. Para aquellos jóvenes que temen por su futuro en un mundo digital, hay una lección en esto: si se necesita atención sostenida, la mayoría se adaptará, siempre que lo intenten.
Como construir un futuro brillante
Teniendo en cuenta las implicaciones de este estudio, las preguntas vuelven a surgir. ¿Cómo podemos estructurar la información para captar mejor la atención? ¿Cómo podemos diseñar un entorno que optimice el aprendizaje y la memoria? La respuesta puede estar en adaptar la información y sus contextos según lo que los educadores buscan lograr.
Supongamos que queremos enseñar historia de manera más efectiva. En lugar de solo ofrecer hechos secos, podríamos contar historias ricas en contexto que verdaderamente capturen la atención, que conecten con algo más que un simple dato. Si logramos crear conexiones significativas, no solo estaremos ayudando a los estudiantes a recordar, sino también a disfrutar el proceso de aprender.
Finalmente, mientras Ortiz Tudela continúa su exploración por los misterios del cerebro humano, nos queda a nosotros, los «viajeros temporales», adaptarnos y descubrir nuevas formas de absorber y procesar información en este mundo en constante cambio. Ya sea que estemos explorando las majestuosas tierras de Islandia o sumergiéndonos en un mar de información digital, nuestras mentes continúan navegando por un viaje fascinante y lleno de sorpresas. ¿Te has preguntado alguna vez qué nuevas aventuras te deparará tu propio cerebro? ¡Es momento de explorar!