La historia está llena de figuras brillantes, pero pocos han tenido un impacto tan profundo como Isaac Newton. A menudo se le recuerda como el padre de la física clásica, pero también tenía un lado, digamos, un tanto peculiar que puede dejarnos con muchas preguntas. Si pensabas que solo se preocupaba por la gravedad y las manzanas, prepárate para descubrir algo inesperado: ¡este genio también hacía predicciones sobre el fin del mundo! Y sí, se acerca un año que podría ser más emocionante de lo que pensamos. Pero, ¿deberíamos preocuparnos? Vamos a desglosarlo juntos.
El regreso del prodigio
Imagina que eres un joven estudiante llamado Isaac, sentado en un banco (o, más bien, tirado en la hierba) en 1665, cuando Londres sufre la peste bubónica. Mientras otros se aferran a la vida en la bulliciosa ciudad, tú te ves obligado a retirarte a tu casa de campo en Woolsthorpe Manor. En este inquietante retiro, y sin distracciones modernas como Netflix, el joven Newton se sienta bajo un manzano y, en un giro casi legendario, se le ocurre la teoría de la gravedad. Ya sabes, ¡porque qué mejor manera de pasar el tiempo que pensando en cómo las cosas caen!
La historia de la manzana es encantadora, y aunque algunos historiadores sugieren que es más mito que realidad, lo cierto es que esto marcó el inicio de una serie de descubrimientos que cambiarían el rumbo del pensamiento humano. Sin embargo, hay más en la vida de Newton que su famosa teoría.
La cara oculta de Newton
Ahora, seamos claros: Newton no solo era un científico brillante; también tenía una personalidad compleja, para decirlo suavemente. Tras sufrir una crisis nerviosa en 1693, su vida se convirtió en un laberinto de conflictos internos. Un momento revelador, se dice que fue su tiempo en la Casa de la Moneda de Inglaterra, donde los falsificadores eran ajusticiados de una manera que haría que incluso los más sensatos temblaran. Imagínate ser el encargado de velar por la no falsificación de monedas en una época tan turbulenta. ¡Literalmente era una cuestión de vida o muerte! ¿No es suficiente para hacerte dudar de tu propia salud mental?
Y entonces, en medio de todo este caos, Newton se convierte en un ferviente estudioso de la Biblia y teoriza sobre el fin del mundo. Claro, porque cuando no estás lidiando con la peste, las monedas de oro y tu propia mente, lo lógico es preguntarte, «¿Cuándo se acabará esto?»
Newton y sus obsesivas predicciones
Se estima que más de la mitad de los escritos de Newton estaban relacionados con teología y alquimia. En este contexto, su análisis del Libro de Daniel y el Apocalipsis lo llevó a una conclusión sorprendente: el fin del mundo podría no estar tan lejos como parecía. Según su interpretación, identificó el año 800 d.C. como el momento en que la Iglesia entró en la «gran Apostasía», lo que significaba que no había razón para pensar que el Apocalipsis llegaría antes de 1260 años después de esa fecha. ¡Pongámonos cómodos, porque según Newton, tenemos tiempo hasta 2060!
Ahora bien, ¿quién no se sentiría un poco inquieto al saber que un hombre que formuló las leyes de la física también estaba adivinando cuándo podría llegar el fin de los tiempos? Pero aquí viene la parte interesante. Newton no creía que el mundo se acabaría en el sentido literal, sino que el 2060 representaría un nuevo comienzo; una forma de cerrar un ciclo. ¡Eso suena suficientemente positivo! ¿Verdad?
La importancia del contexto cotidiano
Ahora me pregunto, tras todas estas reflexiones sobre el apocalipsis, ¿son las cosas que nos preocupan cotidianamente dignas de tanta atención? Después de todo, ¿cuántas veces hemos valorado si deberíamos preocuparnos más por los cambios climáticos o los dilemas globales en torno a la salud mental, el racismo o la pobreza antes de pensar en el fin del mundo? La historia de Newton nos brinda, sin quererlo, una perspectiva sobre cómo nuestras propias obsesiones pueden desviar nuestra atención de problemas más urgentes.
Por otro lado, es inevitable hacer comparaciones con nuestros tiempos actuales. Resulta que no solo Newton estaba obsesionado con el fin del mundo; en la cultura contemporánea, este tema sigue siendo un manjar para los teóricos de la conspiración, los predicadores de pulpit y los seguidores de las redes sociales que prometen desastres inminentes. ¿Qué tal si en lugar de esperar el fin pensáramos en actuar?
¿Desde dónde venimos y hacia dónde vamos?
Rebobinemos un poco. Pensar en el fin del mundo puede parecer un tema sombrío, y lo es, pero también puede ser un llamado a la acción. La idea de que Newton predijo una fecha límite puede llevarnos a cuestionar no solo nuestras creencias sobre lo divino, sino también nuestras responsabilidades aquí en la Tierra.
En este mundo de cambios constantes, ¿no deberíamos preocuparnos más por asegurar un futuro sostenible que por el desenlace inevitable? Hoy en día, enfrentamos desafíos como el cambio climático, las desigualdades sociales y las crisis de salud que deben ser abordadas con urgencia.
Volviendo a Newton, esto nos recuerda que su vida no solo se trató de experimentos y ecuaciones. Fue una vida llena de contradicciones y dilemas, muy parecida a la nuestra. En todo caso, su legado podría ser recordado mejor no solo por sus descubrimientos, sino también por cómo gestionó la incertidumbre. Pensando en eso, podríamos preguntarnos, “¿Qué legado estamos dejando nosotros?”.
La ciencia y la fe, un juego antiguo
Newton también refleja una lucha entre la ciencia y la fe. Este hombre, que podría ser considerado el padre de la ciencia moderna, dedicó tanto tiempo a la religión como a su física. Esto nos muestra que la humanidad, en su búsqueda de respuestas, a menudo recurre a diferentes caminos, y ¿acaso no es este el tejido de nuestra historia colectiva?
¿Es realmente posible que la fe y la razón puedan coexistir? Este es un debate eterno que podría no tener una solución definitiva. Pero, al igual que las ecuaciones que Newton desarrolló, a veces la respuesta no es negra o blanca, sino un espectro de posibilidades.
Es bastante gracioso pensar que todo esto puede comenzar con una simple manzana. Así que, ¿será que deberíamos tener un árbol de manzanas en casa para darle a nuestros hijos la oportunidad de encontrar su propio eureka? (Por favor, manténganlos alejados del hacha).
Reflexiones finales
Isaac Newton, el hombre que formuló las leyes del movimiento, que miró hacia el cielo y comprendió la gravedad, también miró hacia dentro y se preguntó por el futuro del mundo. La complejidad de su mente y su búsqueda de respuestas trascienden siglos y continúan siendo una fuente de inspiración.
Mientras nos preparamos para el 2060, quizás no debamos preocuparnos por si será un año de apocalipsis, sino más bien preguntarnos cómo podemos vivir de manera que ese “nuevo comienzo” sea uno que valga la pena. ¿Qué pasos estás dispuesto a dar para dejar un legado de amor, sostenibilidad y esperanza?
La historia de Newton nos recuerda que el verdadero desafío no es saber cuándo acaba el mundo, sino decidir cómo vamos a vivir en este. Al final del día, lo que realmente importa es el aquí y el ahora, y la responsabilidad que tenemos de cuidar nuestro planeta y a los demás.
Así que, al cerrar este capítulo, recordemos que el fin puede ser solo un nuevo comienzo. ¡Hasta la próxima, gente!