El mundo puede ser un lugar complicado, y en ocasiones, un poco caótico. Cuando miro hacia atrás en mi vida, no puedo evitar recordar aquella vez en que decidí salir de mi zona de confort y me mudé a otra ciudad. El miedo, la incertidumbre, el cambio… ¡vaya mezcla de emociones! Ahora, imaginen lo que deben sentir aquellos que han dejado todo atrás para escapar de una guerra. Hoy vamos a hablar de la Escuela Internacional de Ucrania en Murcia, un lugar que representa tanto para unos niños ucranianos que buscan mantener vivas sus raíces mientras enfrentan situaciones difíciles.

Una mañana en el instituto El Carmen

Es un sábado por la mañana y el instituto El Carmen en Murcia está más vivo que nunca. Lejos del ritmo tranquilo típico de un día de fin de semana, aquí, 153 alumnos están listos para aprender. Estos jóvenes, desde primero de primaria hasta segundo de bachillerato, no solo están recibiendo clases ordinarias; están siguiendo el currículum del sistema educativo ucranio. Su objetivo es claro: mantener viva su lengua y conexión a su país, mientras soñando con un futuro en el que puedan retomar sus estudios universitarios en Ucrania.

Natalia Kontsur, la directora del colegio, explica que este proyecto lleva en marcha casi dos décadas gracias a un programa del Ministerio de Educación de Ucrania. La “Escuela Internacional de Ucrania” tiene como propósito ayudar a los niños y jóvenes ucranianos en el exterior a obtener titulaciones oficiales, lo que les facilitará su regreso a la educación universitaria en su patria. Es impresionante cómo un simple curso escolar puede convertirse en una puerta abierta hacia el futuro.

Una historia marcada por la guerra

La guerra nos lleva a hacer decisiones difíciles y, a veces, desgarradoras. Hablemos de Lina Vzheshch, una de las profesoras de la escuela, que llegó a Murcia con su hija, Anna, de cinco años. El marido de Lina no fue un simple espectador en esta guerra; él decidió unirse al ejército. Cuando escuchamos este tipo de historias, nos encontramos ante una realidad cruda que no siempre quisiéramos enfrentar. ¿Qué pasaría si tu pareja decidiera ir a la guerra? Es un dilema que muchos enfrentan, y no es fácil.

Lina ahora se dedica a enseñar en la escuela, al tiempo que aprende español para integrarse mejor. «Aquí mi hija está segura, su nuevo colegio le parece el mejor del mundo», dice Lina con una mezcla de orgullo y nostalgia. Es aquí donde resuena una pregunta: ¿qué harías tú si tu hogar ya no fuera seguro?

Un refugio cultural y educativo

La Escuela Internacional no solo ofrece un espacio educativo, sino también un hogar emocional. Muchos padres buscan un trozo de Ucrania en el extranjero, un sentimiento que supera las fronteras físicas. ¿Quién no ha sentido alguna vez la necesidad de aferrarse a sus raíces? Aquí no solo se enseñan materias como lengua y literatura; también se imparten clases de danza y música tradicionales. Se celebran fiestas representativas, se estudia la gastronomía y se revive el folklore.

La comunidad ucraniana en Murcia ha crecido exponencialmente desde el conflicto. Antes de la guerra, había alrededor de 8,000 ucranianos en la región; hoy, ese número se ha duplicado. Las familias no solo llevan a sus hijos por motivos académicos, buscan un refugio, un espacio que les recuerde su hogar. ¡Es de admirar!

La historia de Valeria y su viaje

Valeria Chernukha es otra madre que ha vivido el desgarro de la desesperación y la esperanza. Ella abandonó su ciudad, Dnipró, el 26 de febrero de 2022, tan solo dos días después de que los bombardeos comenzaran. ¿Recuerdas ese momento en que tomaste una decisión crucial y todo cambió? Valeria experimentó algo similar, y su viaje la llevó a Alemania, Rumanía y finalmente a Murcia.

Su anhelo de proporcionar una vida segura y estable a sus hijos es un sentimiento universal. “Mis valores han cambiado por completo”, dice Valeria. A veces, la vida nos empuja a replantearnos nuestras prioridades. Para Valeria, su objetivo principal es brindar un futuro seguro para sus hijos. «Con niños pequeños, es muy complicado seguir», añade. Esa sensación de querer proteger a nuestros pequeños ante la adversidad es algo que muchos padres sienten en cualquier parte del mundo.

Adaptación a un nuevo hogar

La adaptación no es fácil. Aunque hay un sentido de comunidad, las experiencias de los refugiados son diversas. Olena Zabihailo cuenta su historia con lágrimas en los ojos. Ella, junto a su hijo Denys y su hija Anastasia, buscó refugio en Murcia, pero el camino no ha sido fácil. Denys, que ahora tiene 17 años, decidió establecerse en Polonia, cerca de su hogar; un movimiento que desgarró a su madre. «A veces quedarse resulta más duro que volver», reflexiona Olena.

Es un dilema complicado. ¿Deberías quedarte en un lugar que no es tu hogar, o regresar a un país en conflicto? Los recuerdos de un hogar son poderosos, pero la seguridad, a menudo, pesa más en la balanza.

Enseñanzas desde la adversidad

La historia de estos niños, padres y educadores en la escuela de Murcia nos ofrece lecciones valiosas. Nos recuerda que la educación es un faro de esperanza en tiempos de oscuridad. La cultura es un hilo que nos conecta con nuestras raíces, y siempre hay espacio para la empatía y la solidaridad en nuestras comunidades. ¿Cuántas veces hemos pasado por alto la historia detrás de una mirada o una sonrisa? Cada uno de nosotros tiene una historia que contar, y a menudo son esas historias las que nos unen.

La lucha por un futuro

La escuela internacional no solo se trata de enseñanza; se trata de construir un futuro donde el pasado no se olvide. Aunque muchos de estos estudiantes añoren su hogar y deseen regresar, también han encontrado un nuevo comienzo en un lugar que una vez fue extraño. Al final, lo que cuenta no es solo el lugar donde estamos, sino las conexiones que hacemos.

¿Qué nos depara el futuro al enfrentar adversidades colectivas? Tal vez es hora de dejarnos inspirar por estas historias de resiliencia y amor. Quedémonos con la idea de que, a pesar de las circunstancias, siempre hay esperanza, siempre hay una luz al final del túnel.

Conclusión: el poder de la educación y la comunidad

A medida que exploramos la historia de la Escuela Internacional de Ucrania en Murcia, se hace evidente que la educación tiene el poder de unir a las personas incluso en los momentos más oscuros. Esta escuela no solo educa, sino que ofrece un espacio donde se celebra la cultura ucraniana, donde se construyen comunidades y, lo más importante, donde los niños pueden soñar de nuevo.

Así que, la próxima vez que te encuentres con alguien que tiene una historia que contar, piénsalo dos veces. Tal vez esa persona esté luchando con batallas que no puedes imaginar. En un mundo tan complicado, nunca subestimes el poder de la empatía y la educación en nuestras vidas. Si estos jóvenes ucranianos han encontrado un refugio y un camino hacia el futuro en medio de la tormenta, tal vez nosotros también podamos encontrar nuestro propio camino hacia la luz.

¡Y quién sabe! Tal vez un día, con el tiempo, se conviertan en líderes, artistas o científicos que cambien el mundo para mejor. Y esa, mis amigos, es una historia que vale la pena contar.