La Segunda Guerra Mundial ha sido un tema recurrente en el cine desde que el celuloide comenzó a contar historias. Desde las grandes batallas y los héroes de guerra hasta las narrativas de héroes solitarios y discursos patrióticos. Pero, ¿alguna vez te has preguntado qué pasó con las mujeres que vivieron esos tiempos de terror? ¿Cómo sobrevivieron las matriarcas en sus hogares cuando todo lo que les rodeaba se desmoronaba? La cineasta italiana Maura Delpero ha decidido hacernos esa pregunta a través de su conmovedora película Vermiglio, que nos ofrece una perspectiva refrescante sobre un momento histórico a menudo dominado por las voces masculinas.

Mirada íntima a una historia olvidada

La gran guerra no solo fue un campo de batalla; también fue un lento, pero seguro, desastroso asedio a la vida cotidiana. Mientras los hombres luchaban en el frente, las mujeres enfrentaban desafíos igualmente aterradores en casa. Delpero ha evitado retratar la cólera y la grandeza de la guerra, en su lugar, se adentra en las trincheras domésticas donde las mujeres luchaban por mantener la familia unida, lidiando con la escasez de alimentos, el miedo y la soledad.

¿Alguna vez te has sentido invisibilizado en una gran historia? Eso es exactamente lo que siente un espectador tras ver Vermiglio. Pero Delpero no solo busca empatizar; también busca resaltar la inteligencia emocional y la fortaleza de estas mujeres. En palabras de la directora, “me interesaba lo ordinario, lo cotidiano y, por tanto, lo femenino”. Ella nos da un vistazo a las luchas que, a menudo, quedan fuera de los libros de historia.

La importancia del contexto

La decisión de situar su historia en los Alpes italianos, en un momento anterior al fin de la guerra, revela una creatividad admirable. Delpero explica que su objetivo no era simplemente registrar guerras; ella quería que la guerra fuera un gran fuera de campo, presente solamente a través sus esquirlas. ¿No es fascinante cómo una simple elección de ubicación puede cambiar el marco de una narrativa?

Es como cuando tienes un amigo que siempre cuenta la misma broma de guerra y tú te ríes solo por sentirte obligado, pero cuando un nuevo amigo entra a la conversación y agrega un toque personal, la atmósfera cambia por completo. Eso es exactamente lo que Delpero hace en su película.

La voz de las mujeres en el cine

Vicente Monroy, director y actor, señala que “cada vez es más difícil acceder a la industria del cine”, donde parece que solo los hijos de papá y las conexiones sociales prevalecen. Esta advertencia resuena especialmente con la propuesta de Delpero, ya que su obra parece surgir de un deseo colectivo de diversidad en narrativas y protagonistas.

Vermiglio trae a la luz lo que comúnmente se ha silenciado: los susurros, los momentos de intimidad compartidos entre madres e hijas, y el sentimiento de sororidad que surge incluso en los momentos más oscuros. Así que, en lugar de simplemente proyectar escenas de guerra, nos lleva a las conversaciones íntimas que estos personajes tienen en la privacidad de sus hogares.

La técnica detrás de la narrativa

Para los cineastas que aún dudan de la capacidad del espectador para llenar los espacios vacíos, Delpero demuestra que la inteligencia del público es un recurso invaluable. Ella es un gran creyente en la frase “menos es más”, y su enfoque cinematográfico resuena en cada fotograma de su trabajo.

¿Te has encontrado alguna vez pensando que entendiste algo antes de que alguien te lo explicara? Esa sensación, amigos, es lo que busca Delpero. Ella nos hace participar en la construcción de la historia sin presentarnos un mapa de carreteras. En cambio, nos invita a ser parte de un viaje compartido. Cada espectador podría llevarse una interpretación única, y eso, de alguna manera, transforma la película en un ser vivo.

Comparaciones con otros cineastas contemporáneos

Es interesante notar las similitudes que se pueden trazar entre Vermiglio y otras obras recientes, como Alcarràs de Carla Simón. A pesar de que ambos directores pertenecen a contextos muy diferentes, el hilo común que los une es la sensibilidad hacia el mundo femenino. En una era en que las historias personales son más relevantes que nunca, ambos cineastas parecen compartir un enfoque casi visceral de sus relatos.

La conexión que Delpero siente hacia Simón es palpable. Dijo que se conoció con ella en un laboratorio de cine, y la oportunidad de ver su trabajo ha sido un momento de gran satisfacción y unión creativa. ¿Nunca has sentido un vínculo instantáneo con alguien, incluso sin haber compartido mucho? Eso es el poder de la creatividad y la empatía que ambos cineastas traen a sus proyectos.

Recuerdos personales y resonancia emocional

Puedo recordar la primera vez que vi una película de guerra. Tenía unos 12 años y la pantalla me mostraba a hombres corriendo en campos de batalla, disparando armas y luchando por cosas que no comprendía. La intensidad de la acción me tomó por asalto, pero, al mismo tiempo, sentía un vacío profundo al ver a las mujeres relegadas a ser meras acompañantes o víctimas.

La sensación de que el cine podía ser un espejo de la vida me tomó desprevenido. Al ver Vermiglio, sin embargo, sentí que esa historia tan esperada al fin había llegado.

Delpero nos da voz a aquellas que, por mucho tiempo, han trabajado en la sombra. En un momento en el que muchos directores se aferran a las grandes narrativas y gestos grandilocuentes, ella se detiene a reflexionar sobre el capital de lo cotidiano.

La crítica y el reconocimiento en festivales

No es de extrañar que la película haya ganado reconocimiento en festivales internacionales, como en la Mostra de Venecia, donde Delpero se fue a casa con el segundo premio. Esto demuestra que el público está listo para recibir una narrativa diferente; una que no solo hable del heroísmo masculino, sino que también explore el heroísmo menudo ignorado de las mujeres.

¿Es esta una señal de que el cine está cambiando? Por supuesto que sí. La audiencia busca historias diversas que reflejen toda la complejidad de la experiencia humana, y el trabajo de voces como Delpero es prueba de que estamos dando pasos en la dirección correcta.

Reflexiones finales: el cine como espejo de la vida

En resumen, si algo nos ha enseñado Vermiglio, es que la historia del mundo no está escrita solo por quienes empuñan armas. También es un relato de quienes han sostenido esas vidas en casa, de las matriarcas y las cuidadoras cuyas luchas son tan dignas de ser narradas como las de los soldados en el campo.

Al final del día, todos tenemos historias que contar. ¿Tienes alguna historia de tu propia vida que sientas que aún no se ha contado? La respuesta, como bien sabemos, puede ser que esa historia es tan importante como cualquier otra, y tal vez ese es el mensaje más poderoso que el cine puede llevarnos.

Ahora, sal a ver la película y recuerda: las más grandes historias también pueden encontrarse en los momentos más pequeños, en el murmullo de una conversación entre mujeres que han soportado la carga de la historia. ¿Estás listo para unirte al diálogo?