El Día de San Valentín está a la vuelta de la esquina. Pasamos de ser unos románticos anacrónicos a expertos disertadores sobre cómo amarnos mejor. ¿Y qué mejor guía que el famoso concepto de los cinco lenguajes del amor de Gary Chapman? Hay quienes lo glorifican, mientras que otros lo critican. Entonces, ¿es realmente una herramienta útil o solo un truco comercial más?

En este artículo, exploraremos la historia detrás de los lenguajes del amor, lo que la ciencia realmente dice acerca de ellos y por qué quizás debamos recalibrar nuestra aproximación al amor. ¡Prepárense para un viaje afectuoso a través del práctico y, a veces, confuso mundo del amor!

La historia detrás del Día de San Valentín

Para comenzar, entendamos que el Día de San Valentín es más que una celebración consumista repleta de flores y cajas de bombones. La historia es un tanto difusa, con raíces que nos llevan hasta las antiguas festividades romanas de fertilidad, como las Lupercales.

Imaginen a un grupo de romanos, vestidos con túnicas blancas, saltando y celebrando la fertilidad… y luego, un par de siglos más tarde, nosotros, vestidos con regretables suéteres en forma de corazón, pasándola bien en una cena de San Valentín. Es curioso cómo una fiesta de la fertilidad se ha transformado en un desfile de consumismo. Pero no se preocupen, eso nos lleva a una fascinante conversación sobre cómo expresamos el amor. ¡Nada más romántico que un buen análisis!

¿Qué es un lenguaje del amor?

El término lenguajes del amor fue popularizado por Gary Chapman en su libro de 1992, Los cinco lenguajes del amor. Chapman clasifica nuestras maneras de expresar amor en cinco categorías:

  1. Palabras de afirmación – A todos nos gusta recibir un cumplido. ¡La próxima vez que tu pareja diga que pareces «un millón de dólares», ten la seguridad de que esa es su forma de expresar amor!
  2. Tiempo de calidad – Pasar tiempo juntos, sin distracciones. Que quede claro, esto no incluye mirar el teléfono mientras cenen.
  3. Regalos – No estoy hablando de una caja de chocolates como un «te quiero», sino de esos pequeños gestos que demuestran que pensaste en la otra persona.
  4. Actos de servicio – Lavando los platos o sacando la basura. ¡Es amor en acción!
  5. Contacto físico – Un abrazo, un beso, o simplemente sostenerse de la mano.

Chapman argumenta que cada persona tiene un lenguaje primario y uno secundario, y que la clave está en identificar cómo le gusta a cada uno recibir amor (¡y también en qué lanza a su pareja en modo «Robocop» para sentirse amado!).

Lo interesante aquí es que este concepto ha resonado profundamente en la cultura pop, convirtiéndose en un recurso popular en las conversaciones sobre relaciones. Pero, como en muchas historias de amor, no todo es lo que parece.

¿Qué dice la ciencia?

A medida que este concepto se generalizaba, los investigadores comenzaron a ponerlo bajo la lupa. Constance Grady, en su análisis para Vox, señala que aunque muchos se benefician de la idea de los lenguajes del amor, hay varios aspectos cuestionables desde una perspectiva científica.

Una revisión de la literatura publicada en Current Directions in Psychological Science por investigadores de la Universidad de Toronto sugiere que algunos pilares esenciales de la teoría de Chapman no cuentan con el suficiente respaldo empírico. ¿Sí? ¿De verdad? Este es el tipo de momento en que uno se rasca la cabeza y se pregunta si debimos comprar esa caja de bombones en lugar de leer más sobre «lenguajes del amor».

Los puntos problemáticos son los siguientes:

  1. La idea de que todos tengamos un lenguaje del amor primario.
  2. La afirmación de que necesariamente hay cinco lenguajes del amor.
  3. La suposición de que las parejas están más satisfechas cuando ambas “hablan el mismo lenguaje”.

A su vez, la psicóloga Julie Gottman menciona que nuestras maneras de expresar amor varían en función del contexto. No es un modelo rígido; es más bien un baile (con sus pasos de salsa, tango o hip-hop, dependiendo de cómo te sientas ese día). Esto plantea la pregunta: ¿podríamos estar limitando nuestras expresiones de amor a solo cinco categorías?

Más allá de la teoría de Chapman

El modelo de Chapman tiene una clara influencia en parejas alrededor del mundo, pero debemos reconocer que nace de su experiencia en un contexto muy específico. Considera que la mayoría de sus casos provienen de parejas heterosexuales, blancas y religiosas. Stirling, en su libro más reciente, nos recuerda que estas categorías no necesariamente reflejan la diversidad de relaciones que vemos hoy en día.

Algunos críticos han señalado que encasillar nuestras formas de amar puede ser potencialmente perjudicial. Después de todo, el amor es una experiencia exhaustiva y multifacética que no se puede resumir en etiquetas simples. Es un componente humano profundamente rico al que le gusta complicarse. Tal vez deberíamos dejar que se exprese en sus propias palabras.

Repensando el concepto: dieta del amor

Una alternativa interesante que se ha discutido en la comunidad científica es la idea de la dieta del amor. En lugar de pensar en un lenguaje del amor específico, ¿por qué no hacerlo en términos de los nutrientes que necesitamos para nutrir nuestras relaciones? Cada gesto, desde un abrazo hasta un cumplido, sería como un nutriente que contribuye a la salud de nuestra relación.

Antes de que pensemos que esta es una estrategia para controlar calorías en el amor, recuerden que, al igual que en una dieta, la variedad es clave. Una relación sana requiere un balance adecuado de diferentes gestos de cariño. Quizás deberíamos dejar de contarnos cuántos «puntos» conseguimos con nuestros cumplidos y enfocarnos en ser genuinos.

Otro enfoque es este: ¿recuerdas esos días en los que cocinas algo delicioso y tu pareja te dice que fue increíble? En ese momento, no solo es amor, es como si una pequeña orquesta de elogios estuviera interpretando un nuevo éxito. Hay una mezcla de contribuciones que hacen que la experiencia sea exquisita, ¿verdad? Las relaciones son igual de complejas: necesitan múltiples influencias y aportes.

Reflexiones personales sobre el amor

Permítanme compartirles una experiencia personal. Cuando comencé a salir con mi pareja, nos arriesgamos a discutir sobre nuestros «lenguajes del amor». Durante esa conversación, nos dimos cuenta de que mis palabras de afirmación no necesariamente resonaban con ella. En su lugar, ella valoraba más el tiempo de calidad. Como resultado, pasamos la mayor parte del tiempo intentando descifrar cómo amarnos. A veces, sentía que mi cariño era tan visible como una vaca en un desfile de caballos. En vez de eso, deberíamos haber estado riéndonos juntos en una cita en lugar de analizando nuestro amor.

La importancia de la comunicación

Lo que realmente hace la diferencia es la comunicación. Si bien la teoría de Chapman ha introducido un modelo atractivo para reflejar las necesidades de afecto, también es fundamental abrir un espacio para conversaciones honestas sobre cómo uno realmente se siente.

Pregúntate: ¿qué necesita realmente tu pareja? ¿Eres capaz de ponerte en sus zapatos? Te atreverías a cambiar tu enfoque si crees que podría marcar la diferencia en su experiencia amorosa.

Conclusiones

Por supuesto, el concepto de los lenguajes del amor ha traído algunos beneficios a las relaciones. Ha facilitado que parejas inicien conversas sobre lo que quieren, necesitan o esperan de su pareja, pero es vital criticar la rigidez de la teoría. Tal vez estamos frente a un modelo que sí, resulta atractivo, pero también demasiado simplista para la complejidad del amor humano.

Reflexionemos: el amor necesita una dieta variada, no un menú fijo. Cada individuo es único, por lo que amarnos bien requiere ver más allá de las categorías y hablar el verdadero “idioma” que resuena en cada uno de nosotros. Así que este Día de San Valentín, en lugar de solo dar flores, intentemos ofrecer nuestro tiempo y atención plena, ¿no sería eso un buen comienzo?

Finalmente, recuerda que el amor es una aventura constante. Así que celebremos, exploremos, y sí, también riámonos de las complicadas y bellas realidades que construimos juntos. Después de todo, amar no debería ser un desafío, sino un asombroso viaje lleno de sorpresas.

Y tú, ¿qué eliges en tu dieta del amor? ✨