La reciente suspensión de la actividad del Centro de Orientación Familiar (COF) Mater Misericordiae por parte del Arzobispado de Valencia ha causado un revuelo en la comunidad. Si bien este tema podría parecer ajeno a muchos de nosotros, es fundamental abordarlo, ya que afecta a un colectivo que ha experimentado injusticias sistemáticas. Las noticias que están surgiendo desde Valencia están conectadas a algo más grande: la lucha por los derechos de las personas LGBTQ+ y la erradicación de prácticas dañinas y desactualizadas en nuestra sociedad.

El impactante caso del COF Mater Misericordiae

Primero, acordémonos de una cosa: las terapias de conversión no son solo un mito. En lugar de ser el encuadre de una novela de ciencia ficción, estas prácticas existen en la vida real y han causado un daño inmenso. Imagina que, en lugar de ser aceptado tal como eres, alguien trate de convencerte de que puedes cambiar tu orientación sexual. ¿No parece una broma de mal gusto, como esas que un tio hace en las fiestas familiares cuando ya ha tomado un par de copas de más?

La controversia se desató cuando cinco exalumnos de entre 11 y 12 años del colegio de Alaquàs denunciaron a su profesor y presidente del COF, Federico Mulet, por someterlos a estas prácticas. Uno de los chicos incluso relató que su profesor le ofreció una píldora para «modificar» su orientación sexual. Impresionante, ¿no? Puedes imaginarme tras recibir esa noticia, con la boca abierta y preguntándome si esto es realmente el siglo XXI o si hemos regresado a tiempos más oscuros.

El arzobispo de Valencia, Enrique Benavent, ha decidido aceptar la renuncia de Mulet y línea editorial, “promover una reforma” dentro de la organización. La Diócesis de Valencia asegura que el COF no pertenece a su estructura, pero el arzobispo tiene la autoridad para nombrar y cesar cargos allí. Esto trae una pregunta a la mente: ¿cómo es posible que una institución religiosa pueda seguir permitiendo esos abusos en su seno?

Las denuncias y la respuesta de las autoridades

La Generalitat Valenciana no se quedó cruzada de brazos. En julio, presentaron una denuncia ante la Fiscalía, pidiendo que se investigara si había delito en estas prácticas. Aquí es donde la Ley LGTBI de 2019 entra en juego, prohibiendo las falsas terapias de conversión. El Ministerio Público, dando un paso firme, presentó cargos contra Mulet.

Sin embargo, este problema va más allá de un solo individuo. Una querella de la Asociación Española contra las Terapias de Conversión destaca no solo las prácticas de Mulet, sino también la existencia de un grupo que -para sorpresa de nadie- trabaja en las sombras. Este colectivo, conocido como Es Posible la Esperanza, está en el centro de la tormenta, señalado por vulnerar los derechos de un grupo ya de por sí muy vulnerable.

La querella menciona testimonios escalofriantes. Asistentes a esas sesiones denunciaron el uso de ansiolíticos y antidepresivos para experimentar una «transformación», mientras que uno de los denunciantes vivió un infierno personal durante seis meses en un convento. ¡Se habla de rezos y ejercicio físico como formas de terapia! ¿No suena un poco sacado de una película de terror de bajo presupuesto?

Polémicas en el ámbito educativo

Pero el escándalo no termina aquí. En septiembre, se dieron a conocer otras acusaciones que apuntaban a un profesor en un colegio concertado de Valencia. Este educador no solo impartía clases, sino que daba charlas sobre educación sexual que implicaban la promoción de “terapias de conversión”. La chispa inicial de este escándalo fue encendida por la coalición política Compromís, que advirtió que este profesor también formaba parte del COF Mater Misericordiae, siendo señalado como autor de un libro que defendía estas prácticas.

Imponible sería hacer una pregunta: ¿en qué mundo estamos que un educador se ve respaldado en sus intentos de cambiar la naturaleza humana? Fui a un par de conferencias de educación en mi juventud, y créeme, no era para escuchar sobre cómo cambiar quién eres, sino para abrazar y vivir tu autenticidad.

Compromís propuso crear una comisión de investigación en Les Corts para abordar estas prácticas carentes de respaldo médico, pero curiosamente, su propuesta fue rechazada con los votos del PP y Vox. ¿Pero por qué? ¿Una simple pregunta: se podría pensar que en el fondo hay un pulso político donde el respeto a la diversidad se convierte en la moneda de cambio?

La importancia de la visibilidad y el consentimiento

En este contexto, es fundamental señalar que las terapias de conversión no solo son ineficaces, sino que además son extremadamente perjudiciales. El daño psicológico que causan estas prácticas puede ser devastador, aumentando tasas de depresión y suicidio entre los jóvenes LGBTQ+. A estos muchachos que han sido forzados en sus vidas, el lanzarse de cabeza a la frustración debe parecer algo que es totalmente relatable. Imaginemos ser obligados a cambiar algo que es esencial en nosotros, como si nos exigieran dejar de ser lo que somos.

Ahora es el momento de resaltar que, aunque las instituciones están tomando medidas, el camino hacia la aceptación y la inclusión es largo y complicado. Siguen existiendo grupos que ven a la homosexualidad como una «enfermedad» que hay que erradicar y con ello, perpetúan la cultura del odio.

Reflexiones finales: hacia un futuro sin prejuicios

A medida que avanzamos hacia un futuro donde la igualdad es parte de nuestro tejido social, es imperativo que nos mantengamos atentos a situaciones como la del COF Mater Misericordiae. Como sociedad, debemos tomar un enfoque no solo de rechazo firme a tales prácticas, sino también de apoyo a aquellos que han experimentado el dolor y el trauma de la conversión forzada.

No debemos permitir que el miedo y la ignorancia continúen alimentando el ciclo de abuso. La educación, el respeto mutuo y la empatía son nuestras mejores armas. Y aunque la tarea sea ardua, recordemos que el Amor es el camino más corto hacia la comprensión.

Así que la próxima vez que oigas sobre una terapia de conversión, recuerda: no se trata únicamente de un grupo de inconscientes. Se trata de seres humanos que merecen ser amados, aceptados y, sobre todo, **respetados.** ¡Claro que sí! Este es el mundo al que todos debemos aspirar: un lugar donde la diversidad se celebre y no se tema.

Así que, ¿qué podemos hacer? La respuesta es sencilla: educarte, hablar de ello y, sobre todo, apoyar a aquellos que luchan por su derecho a ser auténticos. Y si alguna vez te sientes perdido en este laberinto de prejuicios, aquí hay una pregunta crucial: ¿quién decide cómo debes vivir tu vida? ¡Definitivamente no alguien con un par de pastillas en la mano!