El pasado sábado, Santiago Abascal, líder del partido político español Vox, dio un discurso en la cumbre del grupo de Patriotas europeos celebrado en Madrid. En un ambiente que oscilaba entre la solemnidad y la festividad, nos recordó que, según él, España debería ser «el muro de Europa contra el avance del islamismo». Aprovechando la victoria de Donald Trump, se mostró optimista respecto a lo que llama un «nuevo tiempo» para el mundo. Este evento atrajo la atención de numerosos dirigentes de extrema derecha, y, créeme, hay mucho que analizar.

¿Una nueva Reconquista?

Abascal, en un momento digno de una película épica, se refirió a la Reconquista, ese periodo histórico que marcó la lucha entre los reinos cristianos y los musulmanes en la península ibérica. Parecía que esta referencia era más una estrategia para conseguir titulares que un verdadero análisis histórico. ¿Realmente estamos hablando de Reconquista en el siglo XXI?

Personalmente, no puedo evitar recordar cuando, en la escuela, nos enseñaban sobre la Reconquista. Era una época llena de batallas históricas, y, aquí entre nosotros, la mayoría de los niños solo esperaban el recreo para jugar al escondite. Pero ahora, al ver a Abascal en la cumbre, vuelve a salirme esa imagen en la cabeza: ¿Los españoles listos para un nuevo episodio de luchas y conquistas? Quizás sería mejor que nos ocupáramos de otros asuntos más contemporáneos, como el cambio climático o la economía.

El «muro de Europa» y la inmigración

Abascal argumentó que «las vallas altas hacen buenos vecinos», haciendo alusión a la necesidad de frenar la inmigración irregular, particularmente de origen musulmán. No cabe duda de que la inmigración es un tema candente en la política europea hoy en día. Sin embargo, la metáfora de la «valla» es un claro señalamiento de división. Y, seamos honestos, la historia está llena de ejemplos donde estas divisiones no sirven de nada más que construir más muros, tanto físicos como mentales.

Un contexto más amplio

La cumbre también contó con la presencia de figuras como Viktor Orbán, líder de Hungría, y Marine Le Pen, de Francia. Todos comparten una visión similar: un «renacer europeo» que aboga por «menos UE y más libertad». La pregunta que me surge es, ¿qué libertad exactamente? ¿La libertad de restringir derechos de otros? Los debates sobre la migración y la identidad han estado presentes durante años, pero Abascal y su grupo parecen querer dar un paso atrás en lugar de avanzar hacia una solución más comprensiva.

La «dictadura global» y las instituciones internacionales

Abascal no se guardó nada al hablar de lo que él llama la «dictadura global», haciendo hincapié en el papel que, según él, juegan organismos como la UE, la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Corte Penal Internacional. Aparentemente, para él, estos organismos son responsables de un ataque directa a la soberanía nacional. A pesar de que estos organismos no son perfectos y pueden estar sujetos a críticas, la realidad es que si algo hemos aprendido en los últimos años es que muchos problemas son globales.

Un aliado en Trump

Al no perder la oportunidad, Abascal también celebró la victoria de Donald Trump, quien, según él, representa un «compañero de armas» en la lucha por la libertad. Claro, porque nada puede decir que estamos en la dirección correcta como un ex presidente estadounidense que es conocido por su postura controvertida. Así que sí, ¡bienvenidos a un nuevo mundo!

La crítica a Bruselas

El líder de Vox no escatimó palabras en criticar lo que llamó «una casta burocrática en Bruselas». Según él, la grandeza de Europa se encuentra en sus naciones individuales, no en una burocracia centralizada. En su discurso, Abascal abogó por la defensa de la «continuidad histórica» de las naciones, lo cual, aunque suena relevante, plantea la pregunta: ¿no sería mejor aprovechar la diversidad de Europa como una fortaleza en lugar de una debilidad?

¿Qué hay del pacto verde?

En una de sus declaraciones más polémicas, Abascal se refirió al pacto verde como uno de los principales «enemigos» de los ciudadanos. Aparentemente, este pacto suena como un villano de película de acción. Pero, en lugar de demonizarlo, deberíamos preguntarnos: ¿realmente queremos un futuro sostenible o es preferible vivir en un mundo donde todo sigue igual?

Quizás lo que necesitamos es un equilibrio entre lo que históricamente ha funcionado y lo que se debe modificar; pero claro, la búsqueda de ese equilibrio rara vez es el tema del día en una cumbre como esta.

Reflexiones finales: ¿Una Europa dividida o unida?

A medida que el discurso de Abascal resonaba en el Palacio de Cibeles, no pude evitar preguntarme: ¿está la Europa de hoy más dividida que unida? Los temas de identidad, soberanía y derechos son más complicados que simplemente catalogarlos como «bueno» o «malo». La política tiene muchas capas, ¡y parece que cada vez más nos estamos olvidando de escuchar a quienes tienen opiniones diferentes a las nuestras!

Es complicado. Como alguien que ha vivido en varios países europeos, puedo decir que cada cultura tiene su propia forma de ver el mundo. Muchas veces, estas diferentes visiones llevan a debates que, al final, son beneficiosos. Pero en vez de construir puentes, se están erigiendo muros. Esta cumbre del grupo de Patriotas europeos es solo un ejemplo de cómo algunos líderes prefieren optar por la polarización en lugar de la colaboración.

Así que, para los que piensan que la lucha por un «renacer europeo» será sencilla, les advierto que es más fácil decirlo que hacerlo. La complejidad de Europa, con sus diferentes lenguas, historias y tradiciones, es lo que la hace rica. La pregunta es: ¿estamos dispuestos a valorar esa riqueza o preferimos buscar la confortante simplicidad de la uniformidad?

Finalmente, en lugar de convertirse en una lucha ideológica, sería interesante que comenzáramos a ver cómo podemos aprender unos de otros. Recordemos que, al final del día, todos estamos en este mismo barco llamado Europa, y aunque parezca que lo llevamos en direcciones opuestas, lo único que realmente se logra es perder el rumbo.