¿Alguna vez has tenido una noche que parece sacada de una película, solo para que al final se convierta en un thriller de horror? Esto le sucedió a Jules Morton Abramovitz y a Margaret Hélène en Eivissa en 1967. La historia que a continuación les cuento es un agridulce recordatorio de cómo el destino y las decisiones humanas pueden entrelazarse de manera trágica. Así que, prepárate: hay misterio, crimen y un vistazo a una época en la que la isla era un paraíso hippie y, al mismo tiempo, un espacio oscuro para algunos.

La Eivissa de los años 60: un paraíso hippie

Antes de entrar en la historia de nuestro protagonista y esa fatídica noche, hablemos un poco sobre Eivissa en los años 60. Así es, un momento en el que la isla empezaba a ser el centro de la moda hippie. Los turistas europeos y norteamericanos afluían a la isla en busca de libertad, música y, claro, un poco de sexo y drogas. Imaginen un lugar donde la vida se movía al ritmo de la música de guitarra y el olor a marihuana impregnaba el aire. Ahora, si me permites un pequeño guiño, ¿alguna vez has probado tratar de disfrutar de una cerveza y al mismo tiempo tratar de ponerte al día con los sueños de tu juventud? Una mezcla difícil, pero maravillosa.

En ese contexto bohemio, se encuentran Jules y Margaret, dos jóvenes que, como muchos otros, buscaban una forma de conectar con sus deseos y anhelos. Jules, un estudiante de medicina que intentaba distanciarse de los recuerdos de su esposa, y Margaret, una estudiante francesa de una familia acomodada. Una mezcla perfecta, a menos que cuentan con un pequeño detalle… el azar.

Una noche en el Lola’s

El Lola’s fue un pequeño pub en el barrio de Sa Penya que parecía ser el punto de encuentro ideal para nuestras dos almas errantes. No fue una coincidencia; la conexión instantánea que experimentaron era aún más fuerte que la que suelen tener los anuncios de colonia en la televisión. Así que, tras intercambiar miradas en un restaurante y posteriormente hablar en el pub, decidieron dar el siguiente paso: escaparse a un lugar más privado.

Después de una noche llena de risas y algo de LSD para darle un toque adicional, tomaron la decisión de ir juntos a una casa abandonada en Sant Jordi, que Jules conocía bien. ¿Quién necesita una cama de hotel cuando puedes vivir como un verdadero beatnik, verdad?

De la bohemia al horror: la llegada de Manuel Delgado Villegas

Ah, los destinos caprichosos de la vida… Pero en este caso, la historia oscura de un hombre conocido como Manuel Delgado Villegas, o como le llamaban, ‘El Arropiero’, no tardaría en dar un giro aterrador a la narrativa. Manuel era un vagabundo con un pasado difícil, nada menos que un asesino en serie. Honestamente, no puedo imaginar lo que debe ser tener una infancia llena de abusos y dificultades, pero es un recordatorio escalofriante de que las experiencias formativas a veces pueden llevar a caminos oscuros.

La tragedia se desató cuando Manuel, al ver a Jules salir de la casa, decidió entrar pensando que era un ladrón. Pero, en un giro del destino, se encontró con Margaret. La vida de esa joven francesa cambiaría para siempre ese día. En lo que no tardó en volverse una escena de horror, se abalanza sobre ella y, de manera espantosa, la asesina. ¿Quién podría haberlo imaginado? Una madrugada que no solo terminó en caos sino en la historia negra de la isla.

La llegada de la policía y el descubrimiento del cuerpo

Volvamos a Jules por un momento. Después de algunas horas, notó que su pasaporte había desaparecido y, en un momento de pánico y desorganización que todos hemos vivido, decidió regresar a la casa. La realidad que lo esperaba era mucho más espeluznante de lo que cualquier persona podría haber suplicado. ¡Imagina la combinación de etiquetas «horripilante» y «viaje de ensueño»! Al abrir la puerta, se encontró con el cuerpo sin vida de Margaret. Aún hay quienes se preguntan, ¿hasta dónde llegaría la desesperación al enfrentar un horror tan profundo?

Sin pensarlo dos veces —cual personaje en una película de terror en plena huida— Jules salió corriendo de la casa. Y aquí es donde se introduce un elemento interesante: la teoría de la coartada. En un giro más inesperado que una serie de Netflix, Jules le pidió a su esposa que le proporcionara una coartada. ¿Cuántas veces has estado en una situación donde tu mente se apodera de ti, llevándote a pensar que la única salida es una mentira? Él hizo lo que le pareció mejor para sobrevivir, pero ¿es realmente eso lo que se espera de un ser humano?

El juicio y la absolución

A partir de ahí, la historia tomó un curso legal. Jules fue arrestado, pero la historia no termina aquí. A pesar de que el proceso se llenó de incertidumbres, pasando de ser un sospechoso a un hombre libre, parece que, como mucha gente querría pensar, la verdad siempre sale a la luz. En su juicio, la defensa argumentó que dado que ambos habían ingerido drogas, no estaba claro si la muerte de Margaret fue un homicidio o una consecuencia de su estado. ¿Sinceramente? Esto es un clásico ejemplo de cómo el sistema puede jugar con las vidas de las personas, a menudo dejando la verdad bajo un manto de dudas.

Al final, Jules fue absuelto y todo el horror que envolvía el caso se convirtió en un susurro en los rincones de la isla. Un año en el Hotel Naranjo —nombre que hacía referencia a la prisión donde fue encarcelado— y, a la postre, un futuro incierto.

La confesión de ‘El Arropiero’

Regresemos a Manuel Delgado Villegas, también conocido como ‘El Arropiero’. Una vez atrapado, tuvo una serie de encuentros y desencuentros con la policía, revelando más detalles de su oscuro pasado. A medida que confesaba sus crímenes, como ya era de esperar, la lista se volvió más extensa que la de un cliente en una tienda de dulces.

El detective del caso, Salvador Ortega, una vez reflexionó sobre el carácter de Manuel. Su relación con la policía se tornó más bien en una extraña amistad casi mágica. La fascinación que el criminal tenía por la atención que recibía de la policía era casi inquietante. Salía a luz su ego y su arrogancia en medio de una serie de encuentros individuales, y con ello, brotó una pregunta esencial: ¿estaba realmente captando la atención merecida, o se trataba de una búsqueda desesperada de conexión humana?

La construcción de un monstruo

Es aquí donde entra un elemento filosófico y psicológico importante. La escritora e investigadora Cristina Amanda Tur, quien documentó la vida de Manuel en su libro El Arropiero: La deconstrucción de un monstruo, exploró cómo la miseria, la falta de apoyo emocional y las experiencias traumáticas resultan en una creación de personalidades complejas y peligrosas. Manuel, a pesar de sus crímenes, era también un ser humano, con sus propios defectos sociales y emocionales. La pregunta es: ¿Es la sociedad responsable de crear monstruos como él?

La narrativa acerca de Manuel revela que, en su caso, hubo una mezcla de naturaleza y crianza que lo llevó por un camino de destrucción y dolor. Honesto y reflexivo, me gustaría preguntarte: ¿Qué tan distinto podría haber sido el destino de Manuel si hubiera tenido una mano amiga en su infancia?

Reflexiones finales

Eivissa, en los años 60, fue un crisol de cultura, música y libertad, pero también fue testigo de una historia trágica que nos recuerda la delgada línea entre el bien y el mal. Este caso, que revela lamentos y sombras, nos anima a mirar más allá de la superficie. A veces, la vida puede parecer un hermoso carnaval, solo para conjurar monstruos de nuestras propias sombras.

En conclusión, el crimen de Margaret Hélène es un trágico recordatorio de que detrás de cada dolorosa anécdota hay historias, y detrás de cada historia hay decisiones que podrían haber conducido a finalidades diferentes. ¿Cómo evoluciona la humanidad cuando se enfrenta a una verdad tan oscura? La respuesta a esa pregunta puede que no sea simple, pero sigue resonando en el aire como una melodía inacabada.

La historia de Eivissa, Jules y Manuel es una historia que continuará siendo contada y que servirá como recordatorio de lo impredecible que es la vida, un auténtico viaje por las profundidades del ser humano. Entonces, mientras nos adentramos en un nuevo día, no olvidemos el eco de esas noches de verano.