La crisis de la vivienda en España se ha convertido en un tema de conversación casi tan habitual como el café de la mañana. Todos tenemos una opinión, desde el primo que se mudó a una casa sobre ruedas, hasta quien cree que el alquiler será la única opción viable para el futuro. Pero, en medio de tantas ideas, ¿cuál es el verdadero diagnóstico de lo que está ocurriendo?
Diagnóstico erróneo: un problema de fondo
En algunos sectores de la izquierda, existe una percepción generalizada de que el problema de la vivienda radica en la mala gestión del mercado y la especulación. Sí, esos fantasmas que siempre parecen merodear por los barrios de nuestras ciudades. La idea es clara: el Estado debería intervenir y recuperar el control para evitar que el derecho a la vivienda se vea «sistemáticamente conculcado», como señala el economista Nacho Álvarez.
Sin embargo, aquí es donde realmente comienza el drama. Lo que debería ser una solución parece más un acto de magia fallido. En lugar de abordar la raíz del problema, las políticas se centran en culpar a los «grandes tenedores» o los infames «fondos buitres», esa figura casi mitológica que se presenta como el villano en nuestra narrativa. ¿Prohibimos la inversión extranjera? ¿Limitamos el alquiler turístico? ¡Voilà! Problema solucionado, o eso parece.
Pero, ¿realmente este enfoque toca la cuestión de fondo?
La escasez de oferta: el verdadero enemigo
La realidad es que hay un problema de escasez de oferta. Muchas de las medidas que se han propuesto parecen poco efectivas, incluso comparadas con las políticas más bienintencionadas. Incrementar la oferta de viviendas debería ser la prioridad, y hay propuestas que apuntan en esa dirección. Sin embargo, los esfuerzos para poner en el mercado la vivienda vacía han quedado más bien en un intento tímido.
Es posible que tengas un amigo (o tú mismo) que tiene una vivienda vacía y que se pregunta: «¿por qué no alquilarla?» La respuesta suele ser un complejo entramado de regulaciones, incertidumbres y precios en constante fluctuación que hacen que la decisión se convierta en una especie de juego de ajedrez donde solo los más valientes (o los menos informados) se lanzan al tablero. Y, aunque muchos desconozcan que el alquiler turístico puede ocupar solo un 1,9% del parque residencial nacional, la psicosis colectiva es que estamos rodeados de apartamentos destinados a turistas mientras nos falta vivienda asequible.
Bonos al alquiler: buenas intenciones, pero…
Por otro lado, las propuestas de estímulo a la demanda, como los bonos al alquiler, suenan bien, al menos en teoría. ¡Vamos, un poco de ayuda nunca viene mal! Pero, seamos sinceros, en un estudio en Francia se descubrió que de cada 100 euros subvencionados en el alquiler, 78 terminan en subidas de precios. ¡Vaya ironía! ¿No sería genial que los precios bajaran en lugar de subir?
Imagina que invitas a tus amigos a tu casa y, por el mero hecho de tener una buena conversación, subes los precios del vino. «Oye, que ahora es más exclusivo». Parecería absurdo, pero es exactamente lo que está ocurriendo en el mercado de la vivienda.
Inversión extranjera: el chivo expiatorio
Una de las tendencias más preocupantes en la política de vivienda es la demonización de la inversión extranjera. Las cifras pueden parecer impactantes: en promedio, solo un 7% de las propiedades son poseídas por grandes tenedores. Pero en lugar de cuestionar por qué necesitamos más oferta, se prefiere buscar culpables. Claro, se nos olvida que los grandes inversores son aquellos que podrían aportar el capital necesario para salir adelante. Sin ellos, ese chiringuito llamado construcción se desmorona rápidamente.
El caso de Cataluña: un ejemplo a evitar
¿Sabías que en Cataluña se están implementando controles de precios en el alquiler? Te diré que no es precisamente el experimento más exitoso. Imagina que te dicen cuánto debes pagar por la entrada a un concierto, y cuando llegas al lugar, descubres que la mayoría de las entradas están agotadas. ¡Una belleza! Y para colmo, el estudio más riguroso sobre Barcelona confirma que efectivamente, los precios de alquiler bajan, pero la oferta cae a la vez. Entonces, al final, tenemos precios más bajos, pero no hay viviendas disponibles. ¡Es como hacer dieta comiendo solo helado!
La caída en la construcción: ¿a dónde fueron todas las viviendas?
A principios de los 90, España estaba construyendo una media de 150.000 viviendas al año, y en los años de la burbuja, esa cifra superó las 500.000. Sin embargo, en la última década, hemos estado construyendo menos de 100.000. ¿Dónde fueron a parar todas esas viviendas que deberíamos tener? La respuesta es sencilla: el miedo y la regulación.
Las políticas actuales parecen haber bloqueado el mercado de construcción, con una disminución drástica en los visados de obra nueva. En 2023, esos visados representaron un triste 23% de los aprobados en 2019. ¿Hay alguien en la sala que sepa cómo comúnmente se construye una casa? La respuesta no es un misterio: a través de un proceso meticuloso y lento que requiere más tiempo del que gastarías viendo tu serie favorita en Netflix.
Pensando fuera de la caja: el camino hacia adelante
Ahora bien, ¿puede existir una solución? Por supuesto. Las medidas para acelerar procesos urbanísticos y simplificar la regulación son cruciales. ¡Hay suelo disponible! No, no estás soñando. Según el informe de BBVA Research, hay casi 6,8 millones de viviendas pendientes de desarrollar. Al menos, eso nos dicen. La pregunta es: ¿por qué no lo estamos haciendo?
Mientras que en otros países, como el Reino Unido y Canadá, la construcción se ha retomado con fuerza, en España parece que estamos estancados en un limbo. Los movimientos YIMBY (Yes In My Backyard) están ganando protagonismo; necesitamos ser más como ellos y menos como los que levantan la mano para oponerse a cualquier proyecto nuevo. Sabemos que no queremos ver a un edificio de diez pisos frente a nuestra casa, pero, amigos, un poco de empatía no hace daño.
Reflexiones finales: construyendo hacia el futuro
La situación de la vivienda en España es complicada. Mientras más especulación y demonización de la inversión se escuchen, el verdadero problema de escasez de oferta seguirá intocable. Esto causará más ganadores y perdedores, pero no siempre en el sentido que nos gustaría.
Así que te pregunto: ¿cómo deseas que se resuelva la crisis de la vivienda? Imagina el futuro, donde hay suficientes casas para todos y precios justos. Un lugar donde incluso puedas pensar en formar un hogar. Porque al final del día, todos merecemos un espacio que podamos llamar nuestro.
Si algo nos ha enseñado este enredo es que construir no solo es una necesidad, sino probablemente la medida más progresista que España podría adoptar en este momento. Al final, cuando se trata de vivienda, ¿no es más inteligente ser parte de la solución, en lugar de ser solo un grito en la distancia?
¡Ahora, después de todo esto, tal vez sea momento de un buen vaso de vino y una conversación sobre cómo volver a hacer de la vivienda un derecho y no un privilegio! 🍷✨