La Semana Santa en Sevilla, mantra, celebración y un despliegue espiritual que, cada año, nos fascina con su dramatismo y su colorido, está a la vuelta de la esquina. Con la Cuaresma tocando a nuestra puerta como si fuera el repartidor de un paquete esperado, es hora de preparar las callejuelas y plazas de la ciudad para otro despliegue de fervor religioso y devoción colectiva. Me acuerdo de mi primera experiencia en una procesión. Esa mezcla de aromas a incienso, el sonido de los tambores a lo lejos y la emoción palpable entre los asistentes. ¡Qué gozo! Las procesiones se han convertido en una parte integral de mi vida. Como lo han sido para muchos sevillanos. Pero, ¿qué está sucediendo en el trasfondo de estos desfiles de fe? Es momento de reflexionar sobre el presente y el futuro de las cofradías en este contexto.
El eco todavía resuena: el Congreso de Hermandades y Piedad Popular
El Arzobispo de Sevilla, Marcelino Manzano Vilches, ha compartido recientemente que el Congreso de Hermandades ha dejado una profunda impronta. Con sus conclusiones, ha buscado renovar la fe de los sevillanos y hacer de la religiosidad un camino hacia el encuentro con Cristo. ¿Acaso no aspiramos todos a ser arquitectos de nuestra propia espiritualidad? El Arzobispo señala la creación de un «observatorio», un foro en el que las hermandades puedan seguir aportando reflexiones y mejorar la calidad de la vida cofrade. Me pregunto, ¿cuántas veces hemos deseado tener un espacio donde compartir nuestras inquietudes espirituales? Este observatorio podría ser ese lugar.
Entre efemérides y procesiones extraordinarias
Las efemérides han llegado para quedarse. Este año, como bien destaca Manzano, se están celebrando una serie de actos especiales. Si uno puede celebrar la llegada de una imagen a un templo, ¿por qué no hacerlo con agasajo? Por supuesto, la regulación está presente: un decreto de hace años nos recuerda que, aunque el deseo de salir es fuerte, no hay que confundir deseo con obligación. Recuerdo que, en una ocasión, fui a una procesión por una efeméride que no esperaba. Fue un acto de devoción tan genuino que la lluvia que comenzó a caer a mitad del camino solo pareció añadir más peso a la solemnidad del momento.
El horizonte, sin embargo, no es solo de procesiones, sino de encuentros formativos, de charlas sobre la historia y el patrimonio de nuestras tradiciones. Acaso, ¿no es en esos momentos de reflexión donde realmente encontramos el sentido de nuestra fe?
¿Es hora de una nueva reforma del decreto?
Manzano ha respondido a la pregunta que muchos cofrades tienen en mente: ¿se plantea una reforma del decreto? Y, lo que muchos temían, no se considera necesario en este momento. Las salidas de las hermandades, aunque parecen desmesuradas a veces, son actos de gran relevancia pastoral. La regulación está ahí, y aunque los actos misioneros están en auge, cada salida debe evaluarse en su contexto. Es curioso cómo, en nuestra vorágine de eventos, a veces olvidamos el propósito inicial de las procesiones: la evangelización y la manifestación de la fe.
La disyuntiva: ¿una celebración o un desfile?
Una de las reflexiones más potentes del Arzobispo fue que, aunque hay hermandades que desean salir porque celebran aniversarios, lo que se contempla no es solo el evento en sí. Es el propósito del mismo. ¿Realmente estamos yendo por la calle a celebrar o solo a ser vistos? Es un dilema que a menudo toca nuestro corazón, y cuando las hermandades buscan su camino, ¡es fabuloso ver cómo se involucran en el servicio a los demás! Por ejemplo, la Esperanza de Triana ha llevado su misión al Polígono Sur, ¡una iniciativa admirable!
“No se trata de un castigo ejemplar, sino de un llamado a la reflexión”, dice Manzano. Y aquí me pregunto, ¿cuántas veces hemos sido nosotros mismos quienes nos hemos autoimpuesto castigos por no cumplir con las expectativas sociales o familiares?
Vía Sacra: un camino hacia la espiritualidad
Con la Semana Santa a la vista, el proyecto ‘Vía Sacra’ ha cobrado una gran importancia. Este esfuerzo busca hacer que el tránsito de las hermandades por la Catedral sea un momento más espiritual. El Arzobispo menciona su apertura a cambios. Me viene a la mente un viejo dicho: «la fe es una aventura que se vive paso a paso». Y realmente, ¿qué mejor que un proceso en constante evolución?
No podemos olvidar la relevancia de la tecnología en estos tiempos. Las retransmisiones en streaming han revolucionado nuestra manera de compartir la fe. Yo recuerdo haberme conectado a un evento a través de la pantalla mientras estaba en casa, y esa sensación de comunidad a pesar de la distancia fue realmente emocionante. Ver a otros conectarse desde distintas partes del mundo es un recordatorio poderoso de que la fe puede unirse a través de las fronteras físicas.
La importancia de un tránsito ordenado
El aumento en el número de nazarenos es un fenómeno que, aunque intrigante, puede llevar a desafíos logísticos. Sin embargo, recibimos estas evoluciones como una buena señal. A fin de cuentas, si la fe crece, ¡el compromiso también! El Arzobispo asegura que el tiempo que las hermandades pasan en la Catedral se ha incrementado, lo que permitirá un tránsito más ordenado. Aunque esto pueda parecer un mero detalle logístico, ¿no es el orden una forma de respeto a nuestra tradición?
Reflexionando sobre el futuro
La Semana Santa es un evento que, así como lo describes, es tanto un ritual espiritual como una fiesta cultural, que invita a todos, creyentes o no, a ser parte de algo mayor. Manzano mencionó que cada año se adapta el enfoque de las hermandades, un reconocimiento de que debemos evolucionar con nuestros tiempos. Y aquí reside la clave: la espiritualidad no se trata solo de asistir a eventos, sino de permitir que nuestra fe se manifieste en acciones concretas.
En conclusión, mientras nos dirigimos a una nueva Semana Santa, reflexionamos sobre el ‘Vía Sacra’, las nuevas efemérides y el reto de seguir siendo auténticos en nuestras devociones. ¿Cómo podemos hacer de esta Cuaresma un viaje personal y común al mismo tiempo? Quizás, como dice el Arzobispo, haya que seguir formándonos, abrirnos al cambio y nunca olvidar que, más allá de las procesiones y celebraciones, lo que realmente buscamos es un encuentro con nuestro yo espiritual y, por qué no, con el de los demás.
Y mientras nos prepararemos para este viaje espiritual, recordaré siempre que, al final del día, lo que verdaderamente cuenta es cómo compartimos nuestro amor, no solo en las cuatro paredes de una iglesia, sino en cada rincón de la comunidad. ¡Feliz Cuaresma y que cada paso que demos nos acerque un poco más al camino que deseamos construir!