La violencia machista, un tema que ha sido discutido con la urgencia que merece, parece volver a acaparar titulares de manera alarmante. El caso reciente de Karilena, una mujer de 40 años asesinada presuntamente por su pareja en Langreo, ha vuelto a poner en el centro de la conversación el verdadero problema de la violencia de género en España. Sin embargo, lo que realmente levanta cejas y provoca angustia son las declaraciones del alcalde de Oviedo, Alfredo Canteli, que ha desencadenado un torrente de críticas y preocupación entre ciudadanos y activistas. En este extenso artículo, exploraremos esta problemática, sus implicaciones y lo que podemos hacer como sociedad para luchar contra ella.
El trágico caso de Karilena: ¿por qué no se detiene la violencia?
El asesinato de Karilena fue un hecho profundamente doloroso. A sus 40 años, esta mujer cubana, madre de tres hijos menores, se encontró con su trágico destino a manos de su pareja, Francisco F., de 72 años. Este crimen no solo ha dejado un hueco en su familia, sino que también ha abierto un nuevo capítulo en la lucha contra la violencia de género en el país. ¿Por qué, a pesar de tantas campañas y esfuerzos, seguimos viendo estos incidentes desgarradores?
Casi el 80% de las víctimas mortales en 2024 no habían denunciado a su agresor, según el Ministerio de Igualdad. ¿Qué hace que estas mujeres se sientan incapaces de buscar ayuda? Es una pregunta que me atormenta y que muchos de nosotros nos hacemos. Recuerdo una charla que tuve con una amiga que había vivido en una relación tóxica. Ella mencionaba que sentía vergüenza y miedo de no ser creída. ¿Cuántas más sienten lo mismo?
Las declaraciones controvertidas de Alfredo Canteli: un toque de ignorancia
La situación se enredó aún más cuando Alfredo Canteli se aventuró en un territorio peligroso con sus comentarios durante la concentración en Langreo. Afirmar que el asesinato de Karilena fue obra de un ‘inmigrante’ no solo es erróneo, sino que también es un intento de desviar la atención del verdadero problema: la violencia de género. Es alarmante ver a un líder político usar un crimen tan sensible como este para propagar un mensaje xenófobo y elitista. La frase “da lo mismo” es la cereza del pastel de su argumento fallido.
El impacto de la cultura del miedo
La cultura del miedo no solo afecta a las mujeres, sino que también afecta a toda la sociedad. El alcalde de Oviedo sugirió que los hombres también deberían recibir reconocimiento cuando mueren por violencia. Esto puede sonar como un intento legítimo de igualdad, pero en realidad, no es más que un intento de despolitizar un tema donde el enfoque debería ser estrictamente sobre la violencia machista. ¿No deberíamos centrarnos en el hecho de que, en la gran mayoría de los casos, son las mujeres las que sufren esta violencia?
Críticas y apoyo: voz unida contra la ignorancia
Las voces feministas y de la oposición han respondido ante las declaraciones de Canteli. Carlos Fernández Llaneza, del PSOE, expresó que no hay diferencia entre su mensaje y los de la ultraderecha. Este tipo de críticas es crucial. Es un recordatorio de que hay un problema real que necesita atención, y no se puede minimizar ni desviar hacia otros debates.
No podemos permitir que la violencia de género se convierta en un tema de debate político, donde algunos quieran usarlo como arma arrojadiza. Es una cuestión de derechos humanos, y todos deberíamos estar de acuerdo en que el respeto y la vida de las mujeres son innegables. En nuestro entorno podemos observar, por ejemplo, cómo los políticos decoran sus discursos con un poco de humor y chistes, ¿de verdad es el momento para ello?
Estadísticas inquietantes: un problema cultural y social
Volviendo a los números, el año 2024 ha visto un aumento alarmante en los asesinatos relacionados con la violencia de género: 48 mujeres asesinadas y nueve menores. Desde que se tienen registros, más de 1.294 mujeres han perdido la vida a manos de sus parejas. Revelar estos números es desgastante, pero es necesario. Hay que sacudir la cabeza y decidir que la valentía no es solo un acto heroico, sino un acto cotidiano de resistencia ante esta violencia.
¿Qué pasa con la educación?
En medio de todo este dolor, el alcalde Canteli mencionó que “hay un problema de educación y respeto”. Si bien suena como una verdad, volvamos a preguntarnos: ¿dónde se enseña y cómo se enseña este respeto? Desde la infancia, las dinámicas de poder y control se nos enseñan. Sin embargo, me atrevería a decir que no muchos de nosotros recibimos la charla seria sobre la violencia de género en casa.
Recuerdo un momento, durante una clase en la universidad, en la que un profesor trató el tema de la masculinidad tóxica. Fue un concepto que me costó comprender al principio, hasta que me di cuenta de que forma parte del sistema patriarcal en el que hemos sido educados. No se trata solo de “matar” el machismo, sino de educar desde un lugar de empatía y comprensión, levantando voces en lugar de silenciarlas.
La importancia del discurso positivo y la acción conjunta
Es fundamental hablar también de los movimientos que están luchando día a día para erradicar la violencia de género. En mi círculo cercano, he visto a grupos locales organizar talleres y charlas sobre la prevención de la violencia. Estas iniciativas son más necesarias que nunca. Sin embargo, ¿sería suficiente si todos participáramos? Imagina una movilización masiva en nuestra ciudad unida por el mismo grito: “¡BASTA!”.
Hacia un futuro más seguro: qué se puede hacer
Por suerte, no todo está perdido. Se están dando pasos hacia una mayor concienciación sobre la violencia de género. Desde el uso de redes sociales para generar causas y apoyos hasta charlas en colegios. En la vida real, se están dando pasos positivos que generan pequeños impactos. Aquí hay algunas ideas de lo que podemos hacer:
- Educar a los más jóvenes: La educación es clave. Las futuras generaciones deben conocer el respeto, la igualdad y la comunicación efectiva.
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Promover el diálogo: Crear espacios seguros donde las mujeres se sientan cómodas para hablar, pero también donde los hombres puedan cuestionar y educarse sobre su papel en la lucha contra la violencia.
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Apoyar organizaciones locales: Donar, hacer voluntariado o simplemente compartir información sobre organizaciones que trabajen en áreas de apoyo a mujeres que sufren violencia puede marcar una diferencia.
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Participar activamente: Asistir a concentraciones, firmar peticiones y no permanecer en silencio cuando se escuchen comentarios despectivos o xenófobos. Así contribuimos a la lucha por el respeto y la igualdad.
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Pedir cuentas a los políticos: Alzar la voz frente a aquellos que intentan desviar el foco de temas críticos.
Conclusión: una lucha constante
La violencia machista no es solo un problema de las mujeres, es un problema de nuestra sociedad. Educar, sensibilizar y actuar son las claves para revertir esta situación. La historia de Karilena evoca una profunda tristeza, pero también es un llamado a la acción.
Cuando escuchemos declaraciones como las del alcalde Canteli, recordemos que hay una diferencia entre lo que se dice y lo que realmente se necesita. Desde este momento, cada uno puede definir cómo contribuir a un futuro donde la violencia de género sea solo un capítulo triste del pasado, y no un relato constante que se repite.
La pregunta que debemos hacernos es: ¿queremos ser parte de la solución? Después de todo, cada pequeño esfuerzo cuenta en esta lucha por una sociedad más justa y equitativa.