La arqueología es una de esas disciplinas que me fascina. No solo porque nos revela secretos del pasado, sino también porque, en ocasiones, se convierte en un puro espectáculo. La historia de los primitivos habitantes de Canarias, especialmente los guanches, es tan rica y enigmática que nunca deja de sorprenderme. Recientemente, un equipo de arqueólogos de Cultania ha sacudido el mundo académico con un asombroso hallazgo en el Barranco de Agua de Dios en Tenerife, lo que nos lleva a preguntarnos: ¿qué más nos oculta la historia de estas islas? En este artículo, exploraré el descubrimiento de cinco yacimientos sepulcrales con restos humanos termoalterados y lo que esto significa para nuestra comprensión de los rituales funerarios guanches.

Un vistazo al descubrimiento arqueológico

Imagina caminar por el Barranco de Agua de Dios, un lugar que podría parecer un simple sendero para el caminante común, pero que en realidad es un tesoro escondido de nuestra historia. Con un equipo de investigación dirigido por el arqueólogo Francisco Pérez Caamaño, junto a sus colegas Agnés Louart y Javier Soler, el equipo ha creado una pequeña revolución en el conocimiento sobre la población guanche.

Durante más de una década de prospecciones y excavaciones, lograron catalogar 104 yacimientos en cuevas, de los cuales 48 son sepulcrales. Esto no es solo un número: es la evidencia tangible de una cultura rica y compleja que, hasta hace poco, había permanecido oculta bajo la tierra de Tenerife.

¿Qué se encontró exactamente?

Los arqueólogos localizaron cinco yacimientos donde descubrieron restos humanos con señales de haber sido termoalterados —un término que suena más aterrador de lo que realmente es— lo que indica que estos cuerpos fueron sometidos a fuego. Ahora bien, aquí es donde se complica la cosa: aún no se sabe con certeza por qué se llevaban a cabo estas cremaciones.

¿Era un ritual sagrado? ¿Un método para hacer más espacio en las necrópolis? Las posibilidades son intrigantes, pero los investigadores sostienen que el origen de esta práctica es fundamentalmente cultural.

La importancia de los rituales de cremación

Cuando se habla de rituales funerarios, uno tiende a pensar en solemnidad, en ceremonias poéticas que nos conectan con lo divino. En el caso de los guanches, el manejo del fuego en sus ritos funerarios plantea interrogantes interesantes. Por un lado, se han encontrado fragmentos de huesos, como vértebras y húmeros, que indican que solo se estaban incinerando partes específicas del cuerpo y no el cuerpo en su totalidad. Esto sugiere una atención al detalle que supone un respeto significativo hacia los difuntos.

A mí, esta conexión con el pasado me resulta aspiracional. Imaginar a una comunidad que rendía homenaje a sus muertos de esta manera, ¿no es fascinante? En nuestra sociedad contemporánea, a menudo perdemos ese enfoque hacia el ciclo de la vida y la muerte. Al fin y al cabo, cada cultura tiene sus propios rituales, y este descubrimiento contribuye a la pluralidad de formas en que los humanos han honrado a sus ancestros a lo largo de la historia.

La búsqueda de respuestas

El artículo publicado en el Anuario de Estudios Atlánticos revela que el equipo de investigación ha identificado patrones que sugieren que el uso del fuego en estos actos era colectivo y estaba asociado con la vida doméstica. Podríamos imaginar, con una pizca de romanticismo (porque, admitámoslo, un poco de drama no viene mal), un grupo de personas unidas por el duelo, llevando a cabo estos rituales en ceremonia, quizás iluminados por la luz del fuego.

¿Ritual o limpieza?

Las preguntas continúan: ¿Se quemaban los restos inmediatamente después de la muerte? La hipótesis parece apuntar hacia que la cremación se realizaba un tiempo después de la muerte, posiblemente como un acto de cierre, un gesto simbólico hacia el viaje del alma. Imaginen, si se puede, el proceso de espera, de reflexión que acompañaría a una acción tan intensa.

Los restos encontrados no solo revelan rituales complejos; también matizan la historia del uso de fuego en las prácticas funerarias de otras islas del Archipiélago. En La Palma, La Gomera y Gran Canaria, se han documentado prácticas similares. Esto nos lleva a cuestionar cómo este costo de la muerte varió entre las distintas islas y culturas.

El legado guanche en la actualidad

La relevancia de este hallazgo no se limita a su aspecto arqueológico. Nos invita a repensar la narrativa sobre las comunidades guanches y su legado cultural en la actualidad. ¿Qué legado nos han dejado? Las prácticas tradicionales que aún persisten en Canarias son el eco de una cultura que valoraba profundamente la conexión con sus antepasados.

La comunicación del descubrimiento en el Anuario ha despertado un renovado interés por comprender cómo se vivía en esas épocas. Nos recuerda que el camino de la investigación es largo, lleno de caminos inexplorados y preguntas sin respuestas. La necesidad de más investigaciones es apremiante. Esta es una invitación a que más científicos y arqueólogos se adentren en el trabajo de campo.

Mirando hacia el futuro: Propuestas de investigación

El equipo ha planteado la idea de un proyecto de análisis bioantropológico para estudiar los restos termoalterados y abordar preguntas críticas como la temperatura a la que fueron quemados y la intencionalidad del fuego. Al respecto, yo me pregunto: ¿Cuánto de nuestra historia podría reescribirse con estas investigaciones? No es una pregunta que tenga una respuesta fácil, pero sí promete abrir nuevas vías de conocimiento.

Podríamos pensar, por ejemplo, en cómo estos saberes podrían adaptarse a las narrativas contemporáneas sobre la muerte y el duelo. En un mundo que cada vez se aleja más de los rituales y prácticas ancestrales, ¿no sería interesante integrar elementos de estas prácticas en nuestra manera de enfrentar la muerte?

La rica tapestry cultural de Tenerife

Los hallazgos en el Barranco de Agua de Dios no son solo importantes para la historia de Tenerife, sino que también se inscriben en un contexto más amplio de historias de fuego y ritual en diversas culturas alrededor del mundo. Todos sabemos que el fuego es un símbolo poderoso: purifica, transforma y, en nuestro caso, conecta a los vivos con los muertos de maneras que aún no comprendemos del todo.

Me gustaría pensar que, más allá de la información que se puede obtener de este tipo de investigaciones, hay una conexión intrínseca entre nosotros y nuestros antepasados. Esta conexión puede ayudarnos a entender mejor la diversidad cultural que nos rodea y a celebrar las diferencias que nos hacen únicos.

Conclusión: El camino por delante

En conclusión, la excavación de los yacimientos sepulcrales en el Barranco de Agua de Dios es un recordatorio de que nuestra historia está llena de misterios esperando a ser desvelados. Mientras los arqueólogos continúan su labor, me encuentro reflexionando sobre la importancia de estas prácticas antiguas y su legado en la cultura contemporánea.

Cada hueso descubierto, cada fragmento encontrado, nos habla no solo de la vida y muerte de un pueblo, sino también de la necesidad de recordar y rendir homenaje a quienes nos precedieron. Es un viaje, y como todo viaje, también implica una buena dosis de curiosidad, preguntas y —por qué no— algo de humor para aligerar el camino.

Así que, amigos, ¡a seguir explorando! A veces, el mejor viaje es hacia el pasado.