El inicio de un nuevo año siempre trae consigo la promesa de nuevos comienzos, metas alcanzadas y, por supuesto, la inevitable lluvia de predicciones económicas que nos hacen preguntarnos: “¿Qué pasará con nuestros bolsillos?” A medida que el 2025 se pone en marcha, nos encontramos nuevamente bajo la sombra de la inflación, que en enero se eleva al 3%, un pequeño pero inquietante repunte con respecto al cierre de 2024.

¿Qué significa realmente el repunte de la inflación?

Cuando escuchamos la palabra “inflación,” es casi inevitable que nuestras mentes nos lleven a recordar esos tiempos en los que una bolsa de pan costaba menos que una bolsa de caramelos. Esos días dorados en que nuestros ahorros parecían más abundantes. Pero hoy, la realidad es otra: los precios de la energía han tomado el centro del escenario, y no hay forma de ignorarlo. Según el Instituto Nacional de Estadística (INE), este aumento se debe principalmente al encarecimiento de los carburantes y la electricidad.

¿Alguna vez te has sentido como si estuvieras en una película donde todo se va al traste debido a decisiones económicas poco acertadas? Bueno, bienvenidos a la realidad de 2025. Los precios de los carburantes han mantenido una tendencia ascendente y, aunque los picos del año pasado parecían haber quedado atrás, este nuevo nivel de precios se asemeja a los máximos que no veíamos desde el verano. ¡Qué emocionante, verdad?

El impacto de los precios de la energía

Hablemos un poco más de ese camarero indeseado en la barra de precios: la electricidad. Su aumento ha estado tan alineado con las fluctuaciones del gas que podrías pensar que están compitiendo en una especie de carrera de obstáculos. Hasta ahora, los precios han alcanzado picos superiores a 100 euros por megavatio-hora (MWh). Para aquellos que no contáis con un termómetro económico en casa, esto es más de lo que gastamos en un café y un croissant, y pensamos que estábamos en un día de lujo. Además, el fin de las rebajas fiscales ha provocado que nuestros recibos de luz vuelvan a la triste normalidad del IVA habitual del 21%.

El IVA y los alimentos básicos: ¿una jugada maestra o un golpe bajo?

Al hablar de la comida, todos nos animamos un poco, ¿verdad? Pero ahora, la situación se pone un tanto incómoda. A partir del 1 de enero, el IVA de los alimentos básicos como el pan y las verduras regresó a su tipo impositivo normal del 4%, después de haberse mantenido en el 0% hasta septiembre. Y no nos olvidemos de las pastas y aceites de semillas, que, al igual que un mal estreno de película, regresan a ser gravados al 10%.

Ahora, expresándome de manera lo más honesta posible, tengo que decir que esto es casi como un mal sueño recurrente que nunca se acaba. Después de haber disfrutado de impuestos tan bajos, ¡regresar a esta carga impositiva me hace querer esconderme en la despensa! ¿No te sientes igual?

Una mirada más cercana a la inflación subyacente

Pongamos la mirada en la inflación subyacente, que se ha moderado hasta un 2,4%. A diferencia de su hermana mayor, la inflación general, la subyacente no incluye elementos fluctuantemente volátiles como los alimentos frescos y la energía. Así que, aunque el repunte en precios de la energía despierta los temores, al menos debemos sentirnos aliviados de saber que otros productos, especialmente en ocio y cultura, han visto una caída de precios. Es un pequeño rayo de esperanza en medio de un atardecer gris.

Raymond Torres, director de Coyuntura Económica del centro de estudios Funcas, se refiere a la situación de la inflación como un proceso de desinflación, aunque uno bastante lento. Y aquí es donde entra la pregunta retórica: ¿es desinflación lo mismo que “todo va a estar bien”? Si algún economista me está escuchando, le agradecería una respuesta clara y directa.

La previsión sobre la inflación: luces y sombras

Ah, la famosa predicción económica: un arte que a menudo es más entretenido que práctico. A pesar del leve repunte de enero, la inflación sigue estando relativamente cerca del objetivo del 2% fijado por el Banco Central Europeo (BCE). Todo parece ser un juego de equilibrismo hasta que ocurra un nuevo “shock” de precios, que todos esperamos que no suceda. Recordemos que el año pasado fue un período tumultuoso debido a la invasión rusa de Ucrania y sus repercusiones en los mercados energéticos.

Pero como las grandes historias de amor con giros inesperados, el BCE planea un recorte de tipos que podría ser decisivo. Entiendo que de vez en cuando, como ciudadanos del mundo, necesitamos algo de drama para mantenernos alertas, pero ¡esto es un poco extremo! El recorte de tasas podría verse como una luz al final del túnel; o quizás un tren apresurado que se avecina. ¿Quién sabe?

Un pronóstico optimista para la primavera

Por si tu energía ha disminuido debido a todo el pesimismo, hay buenas nuevas en el horizonte. Ángel Talavera, economista jefe para Europa de Oxford Economics, pronostica que podremos ver una caída en la inflación durante la primavera, aunque las últimas millas del camino hacia la deseada estabilidad siempre tienden a ser las más difíciles. Es aquí donde nos encontramos con la otra pregunta retórica: ¿podremos finalmente respirar tranquilos a medida que la primavera se acerque?

Reflexión final: ¿qué hacemos con esta información?

Así que aquí estamos, mirando de frente a un futuro incierto, en un juego de ajedrez entre los precios y nuestros bolsillos. La inflación continúa presente, empujada por la energía, el IVA y otros costos asociados. Pero, como con cualquier gran historia, debemos encontrar un poco de esperanza en la adversidad. Y aunque el incremento de la inflación que hemos visto en enero suene alarmante, podemos mantener la fe en que, con algo de suerte y buenas decisiones, el 2025 podría ofrecer un camino hacia la estabilidad.

Así que, la próxima vez que llenes tu carrito de compras o que eches un vistazo al recibo al final del mes, recuerda que no estás solo en esta lucha. Todos estamos en este viaje, y quién sabe, quizás encuentre el valor y el sentido del humor para compartir con tus amigos y familiares las locuras del mundo económico actual. Después de todo, ¿qué más podemos hacer sino reírnos un poco mientras tratamos de comprender este complicado rompecabezas llamado economía?