El Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO) ha estado en el centro de un torbellino mediático recientemente. ¿La razón? María Blasco, su directora, es protagonista de una serie de acusaciones que han puesto en tela de juicio su gestión. A medida que la historia se desarrolla, uno no puede evitar preguntarse: ¿estamos ante un caso de desacuerdos administrativos o hay algo más turbador en juego?

Un informe explosivo que sacude los cimientos del CNIO

Todo comenzó cuando El Confidencial tuvo acceso a un relevante informe de situación del CNIO, elaborado por la gerencia del organismo. Este documento no es cualquier cosa; es un veredicto que podría decidir el destino futuro de Blasco. ¿Realmente es tan grave como sugiere el informe? Según la gerencia, María Blasco ha estado operando en la penumbra de lo que ellos consideran procedimientos estándar. Al parecer, ha estado utilizando un órgano conocido como Programa Director’s Committee (PDC) para ejercer un control que no le corresponde.

Imaginen esto: un director de orquesta que decide tocar una sinfonía a su manera, sin consultar a los músicos. Desde luego, no suena bien. Blasco ha sido acusada de dejar de lado la estructura orgánica y de tomar decisiones clave sin el consentimiento del patronato. En concreto, se dice que este «comité» ha servido para aprobar contrataciones, priorizar inversiones y dirigir el destino de recursos humanos. En resumen, todo lo que suena como un buen sitcom administrativo.

La oscura trama de las contrataciones

El informe de la gerencia no se detiene ahí. Detalla que Blasco habría creado un caos en la contratación de personal. Supuestamente —y aquí es donde las cosas empiezan a volverse complicadas—, habría buscado que los recursos humanos dependieran directamente de ella. ¿Por qué? ¿Para asegurarse de que solo los «elegidos» puedan formar parte de su equipo? No lo sé, pero si suena como un argumento de telenovela, es porque podría serlo.

Además, se menciona que la directora habría llevado a cabo la contratación de ciertos empleados clave, como el comisario cultural. Imagina a un grupo de científicos de renombre discutiendo sobre la cura del cáncer y, de repente, aparece un comisario cultural que empieza a hablar de la próxima exposición de arte del CNIO. Tal vez esto no sea tan extraño, especialmente cuando Blasco ha impulsado el programa CNIO Arte, donde se busca unir el mundo artístico con el científico. Pero, ojo, puede que no todos estén de acuerdo en cómo se utilizan los recursos.

La batalla entre personalidades

La relación entre Blasco y su gerente, Juan Arroyo, parece ser una película de acción con sus respectivas curvas dramáticas. Desde 2019, se ha informado que el patronato ha comenzado a poner límites a las decisiones de Blasco. En una organización donde las relaciones personales juegan un papel crucial, surge la pregunta: ¿las decisiones de la directora están más influidas por su amistad con la secretaria de Estado de Ciencia que por el interés del CNIO? De ser cierto, esto podría ser un gran dilema ético.

Luego están las críticas sobre su enfoque en aumentar la visibilidad del CNIO a través de «campañas mediáticas». Lo intrigante es que estas iniciativas parecen haber contribuido más al aumento de su propia imagen que a la del instituto que representa. ¿Es esto parte de la estrategia de Blasco para «atraer talento investigador»?

El dilema aquí es claro: ¿es bueno promover la imagen de un líder en la ciencia, aunque eso signifique que el CNIO no esté recibiendo el mismo tipo de atención?

Números y retribuciones: ¿un caso de excesos?

A medida que se desenvuelve la controversia, los números empiezan a hablar. Según los informes, Blasco cobró en exceso más de 319,000 euros desde que le otorgaron el puesto. Detalles como estos no son fáciles de ignorar. La pregunta es: ¿cuántas mamparas de cristal podrían haberse construido con ese dinero? Esos euros podrían invertir en investigación, en nuevos talentos, en lograr avances significativos en la lucha contra el cáncer; sin embargo, aquí estamos, hablando de un salario que parece más apropiado para un CEO de Silicon Valley que para un científico.

Y para añadir sal a la herida, parece que Blasco fue la opción menos preferida en el proceso de selección inicial. Sorprendente, ¿verdad? ¿Qué tan bueno sería ser el último en la lista de candidatos y aún así aterrizar en el puesto?

La respuesta de Blasco: «Soy una pionera»

En medio de todas las críticas que han surgido, María Blasco no se ha quedado callada. En varias ocasiones ha salido a defenderse con la firmeza de una guerrera. Al ser confrontada por las acusaciones, ha alegado que toda contratación se realiza a través del director gerente —Juan Arroyo— y que, en ningún caso, ha vulnerado los procedimientos estatutarios. Su respuesta es casi un eco del clásico “no soy yo, eres tú” que todos hemos escuchado al menos una vez en nuestra vida personal, ¿cierto?

Además, ha denunciado que se ha creado un ambiente de hostilidad y que esto podría estar afectando a su capacidad para hacer su trabajo. Esto me lleva a preguntarme: ¿cuántos de nosotros no hemos sentido la presión del ambiente laboral? A veces, la oficina puede parecerse más a un campo de batalla que a un lugar de trabajo.

Reacciones del patronato y un futuro incierto

Mientras tanto, el patronato del CNIO ha comenzado a sopesar las opciones. Han denunciado que no se ha evaluado la dirección de Blasco, y que ya ha superado con creces el periodo para el que fue contratada. Es como si un grupo de amigos decidiera, luego de un par de copas, que sería una buena idea hacer una evaluación de su «líder de fiesta». ¿Qué tan a menudo esto sucede, en el mundo real o en el mundo de las fiestas universitarias? Todos casi siempre terminamos con un “Ya basta”.

En esta mini novela de intrigas burocráticas, María Blasco ha tomado la decisión de no dimitir, y ha presentado una denuncia a la fiscalía por presuntas irregularidades en la contratación. Sin embargo, el destino parece incierto, dado que el patronato ha solicitado una «explicación exhaustiva». ¿Será posible que este rompecabezas encuentre una solución adecuada que preserve la integridad del CNIO?

Reflexiones finales: el papel de la ética en la ciencia

La controversia en torno a María Blasco no es solo una saga administrativa, sino que plantea preguntas más profundas sobre la ética en la ciencia y la forma en que se manejan las organizaciones de investigación. En un mundo donde los recursos son limitados y las prioridades deben ser claras, es fundamental que los líderes mantengan un enfoque que beneficie a la comunidad científica y a la sociedad en su conjunto.

En este contexto, me pregunto: ¿realmente podemos permitir que nuestras instituciones se gestionen como si fueran empresas de entretenimiento? La ciencia debería ser un espacio de innovación y avance, más que un campo de batalla por el poder.

A medida que esta historia sigue desarrollándose, esperemos que prevalezca un liderazgo ético y responsable en el CNIO, para que la lucha contra enfermedades como el cáncer sea una prioridad y no un segundo plano en la agenda de nadie.


Creo que esta historia tiene muchas más capas que lo que estamos viendo en la superficie. La polémica en el CNIO es un buen recordatorio de que, en la intersección entre la ciencia, la gestión y la ética, siempre hay mucho más en juego de lo que parece. ¿Hasta dónde llegarán las acusaciones? Lo único cierto es que esta narrativa apenas comienza a desenredarse.