La dirección del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO) se ha convertido en un campo de batalla jurídico y administrativo tras la reciente declaración de su directora, María Blasco. En un mundo donde la ciencia y la administración deben coexistir en armonía, a veces parece que estamos más cerca de una novela de misterio que de una institución dedicada a salvar vidas. Permíteme llevarte a un recorrido por este lío institucional, con un toque de anécdotas y humor, y reflexiones sobre cómo la gestión científica en España nos afecta a todos.
Un escenario confuso: La bicefalia en el CNIO
La primera conclusión que podemos extraer de este drama es que el liderazgo en instituciones científicas es un juego de ajedrez, no de damas. María Blasco señala con el dedo al director gerente, Juan Arroyo, como el responsable del aparente caos administrativo. Según ella, ha “trasladado a la Fiscalía todas las supuestas irregularidades” publicadas en medios y menciona un tema espinoso: la concentración de contratos por más de 9,5 millones de euros en un grupo específico de empresas.
Ahora bien, ¿no es curioso cómo en el mundo de la investigación y la ciencia siempre hay un “chivo expiatorio”? Me recuerda a cuando en el colegio, el profesor siempre acusaba a los que terminaban el examen antes que los demás. ¿Eras tú uno de ellos? Yo sí, y siempre me metía en problemas por “acelerar el proceso”. Tal vez ese sea el problema en el CNIO: dos líderes no pueden hacer lo que uno solo debería.
La comunicación: Un aspecto olvidado
Hablemos de comunicación. María ha comparecido en varias ruedas de prensa, mientras que Juan Arroyo aún no ha “dado la cara”. ¿Por qué? Pregunta para ti, querido lector: ¿cuántas veces hemos evitado la conversación difícil? Juan parece ser un maestro en eso.
En su defensa, María apunta a que ha dedicado tiempo a hablar con sus empleados y enfrentar las críticas. Puedo imaginarme esas conversaciones en la cafetería del CNIO donde se sienten todos, café en mano, preguntándose por qué todo se ha tornado tan tenso. El silencio de Arroyo suena más fuerte que las palabras de Blasco.
Acoso y derribo: Las denuncias de maltrato
En tiempos recientes, el CNIO ha sido objeto de informes de acoso y maltrato, lo que ha llevado a Blasco a recordar la existencia de un “canal para denunciar”. Es interesante cómo se designan las herramientas en cada institución. Como si tener un canal te absolvería de cualquier responsabilidad. Recuerdo que en mi antiguo trabajo teníamos “canales de quejas” que, al final del día, resultaban más inútiles que un paraguas en una tormenta.
María menciona que no hay denuncias que hayan prosperado desde que se instauraron esos protocolos en 2013. Sin embargo, no se puede ignorar el hecho de que, a veces, el silencio no es necesariamente de quienes no quieren hablar. A menudo, es solo miedo o incertidumbre. Muchos de nosotros hemos estado allí, sintiendo que no tenemos voz.
Un mar de documentos: ¿Demasiada información?
La recentísima junta de gobierno del patronato se presenta como un laberinto administrativo. Blasco entregó un informe de 12 páginas. Juan, por su parte, amplió la documentación a un anexo de 600 páginas. Es un poco como cuando un amigo te dice que va a contarte toda la historia de su nuevo videojuego, pero en lugar de eso, te lanza tres horas de video y análisis.
La pregunta que surge es clara: ¿realmente necesitamos tanta información para tomar decisiones? Al final, la toma de decisiones debería ser más sólida y menos confusa. No se trata de poner “más” en la mesa, sino de brindar “lo correcto”.
La audiencia: ¿Quién escucha a los investigadores?
Blasco ha mencionado que hay investigadores molestos que han escrito al Ministerio sobre la situación institucional en el CNIO. Cada vez que un grupo de gente se siente inseguro en su entorno laboral, se crea un impacto en la atmósfera. Me resulta imposible no pensar que cientos de investigadores, dedicados a desentrañar los misterios del cáncer, ahora están atrapados en un drama de producción institucional.
Además, el concepto de bicefalia al que Blasco se refiere puede sonar a un término médico, pero también es un claro indicador de que a veces tenemos dos cabezas y ninguna dirección clara. Quién no ha tenido la experiencia de tener “dos jefes” que parecen tener opiniones radicalmente diferentes, plantando la confusión en todo el equipo.
Las promesas de transparencia
Uno de los temas recurrentes en la gestión pública es la transparencia. Blasco argumenta que la información sobre los contratos puede verificarse en los portales de transparencia. Pero, seamos sinceros, ¿cuántos de nosotros realmente nos sentamos a revisar esos interminables informes? En este sentido, la transparencia se convierte en una palabra muy utilizada, pero poco entendida.
Cuando hablamos de transparencia, se trata también de capacidad de comunicación clara y accesible. A veces, es más fácil entender una ecuación complicada que los informes de gastos de una institución pública. Y, claro, siempre hay esos legendarios “números oscuros” que parecen salir de una película de detectives.
El futuro del CNIO: ¿Qué viene ahora?
A medida que se acercan las decisiones del patronato, la pregunta de fondo es: ¿qué pasará con María Blasco y el CNIO? La directora tiene un contrato indefinido que se revisa anualmente. La ansiedad en la sala de los investigadores puede recortarse con la navaja del tiempo, pero también es un espacio propicio para generar nuevas ideas.
Ante la incertidumbre, siempre es válido preguntarnos: ¿estamos perdiendo de vista lo más importante? La ciencia, la investigación, los avances médicos que podrían salvar vidas no pueden verse empañados por conflictos internos.
Reflexiones finales: Aprender del caos
Vislumbrar las irregularidades del CNIO nos puede dar lecciones valiosas para otras instituciones. La verdad es que la administración de cualquier organización requiere un balance delicado. ¿No es irónico que quien se dedique a investigar el cáncer debe luchar internamente con estos aspectos de poder y control?
A medida que la historia del CNIO sigue desarrollándose, debemos recordar que las instituciones están formadas por personas. Personas que enfrentan desafíos, conflictos, y, por supuesto, incertidumbres. Al final, lo que realmente importa es nuestro enfoque hacia la mejora continua y un entorno donde estas luchas no sean un obstáculo, sino el combustible para crecer y avanzar.
Así que, la próxima vez que te encuentres en un lío administrativo, recuerda que todos estamos en el mismo barco. Tal vez no todos estamos investigando el cáncer, pero todos tenemos nuestra propia batalla que pelear en el día a día. Y, mientras sigamos aprendiendo, quizás seamos capaces de construir un entorno donde la ciencia realmente triunfe.