En la vida, a veces se trata de caídas y levantadas; de errores y aciertos. Quien haya experimentado un revés sabe bien de lo que hablo. Para muchos, el 2002 fue un año desastrozo en Galicia, donde la catástrofe del Prestige marcó un hito doloroso. Un petrolero hundido que arrojó al océano miles de toneladas de fuel, convirtiendo hermosas playas en auténticos desiertos de contaminación. Pero hoy, gracias a la valentía y el esfuerzo colectivo de pescadores, científicos y administradores, estamos aquí para hablar del espectacular renacer de Os Miñarzos. Así que, agárrense, porque este viaje va a ser un apasionante cruce de mares y responsabilidades.

La sombra del Prestige

No hay manera de hablar de la transformación de Os Miñarzos sin mirar hacia atrás. ¿Quién podría olvidar las imágenes de playas cubiertas de ese oscuro y pegajoso monstruo? En aquel entonces, la comunicación entre pescadores y administraciones era, en el mejor de los casos, confusa. Imaginemos un escenario en el que, tras una catástrofe, los pescadores, en lugar de ser parte de la solución, son tratados más como testigos que como protagonistas. Se preguntarán, ¿qué opciones tenían realmente esos pescadores que vivían del mar cuando el mar estaba en crisis?

La historia de Antonio García Allut, un antropólogo que decididamente decidió escarbar en las posibilidades de los pescadores, es un relato inspirador. “Por intentarlo no perdemos nada”, les decía. Y tal vez, esa frase se quedó grabada en sus corazones. Porque, después de todo, ¿quién no se ha encontrado alguna vez con una situación desesperante y ha pensado que no hay nada que perder al intentar un nuevo enfoque?

Un nuevo modelo de gobernanza

Antes de entrar en detalles jugosos, hablemos de la gobernanza. Imaginemos un barco (y no estamos hablando de un barco de limpieza del Prestige) donde todos los tripulantes tienen voz y voto. Este es el tipo de barco que Antonio García Allut decidió construir. En lugar de un modelo de gobernanza jerárquico y desconfianza entre pescadores y administraciones, se necesitaba un enfoque totalmente nuevo: uno participativo, donde ambos lados pudieran trabajar codo a codo.

¿Y saben qué? Después de mucho achicar el agua, el barco comenzó a flotar. En 2007, después de una larga travesía de diálogos y negociaciones, la Reserva Marina de Interés Pesquero de Os Miñarzos fue oficialmente creada. En un acto de pura magia social, ahora pescadores y administradores compartían la responsabilidad de cuidarla, además del delicioso beneficio de su gestión.

¿Por qué un modelo participativo?

Recuerdo cuando decidí empezar a compartir las responsabilidades de una cena familiar. Imagínense cocinando para seis personas. Después de perder la batalla contra la pasta y los fogones, decidí que mejor delegar tareas. ¿Y saben qué? Fue un éxito rotundo. Al final, todos disfrutaron de la velada y, por alguna razón, la comida (aunque imperfecta) supo mucho mejor. Esa misma lógica podría aplicarse aquí: al unir fuerzas, quien pesca, quien regula, y quien investiga, logran abastecer a todos y, lo que es más importante, mantener el mar en forma.

La importancia de la co-creación

Como un artista que mezcla colores en la paleta, el nuevo modelo en Os Miñarzos unió el trabajo de pescadores y científicos, creando un espacio donde todos son escuchados. Imaginemos a los pescadores, con sus historias, su vasto conocimiento sobre el mar, aportando ideas y experiencias, mientras los investigadores contribuían con datos y estudios científicos.

“Esa co-construcción de conocimiento fue y es fundamental”, sostiene Sebastián Villasante, del IPBES. Es como esos días de lluvia en los que finalmente decidimos ponernos la chaqueta adecuada. Sin la preparación, uno puede terminar mojado y preocupado. Pero con la buena planificación, el resultado puede ser un sonoro «¡ah, mira esta maravilla que hemos hecho juntos!”.

El poder de la comunidad

Y aquí es donde la comunidad entra en juego. La mentalidad de los pescadores ha evolucionado significativamente. Han pasado de sentir que el futuro está en manos de otros (esos que, francamente, no tienen ni idea de la vida en el mar) a convertirse en verdaderos guardianes de sus recursos marinos. Como Mariano Lago, Patrón Mayor de la Cofradía de Lira, explica: “Ya somos parte de la toma de decisiones”.

Esta percepción casi mágica de autoempoderamiento se aleja de la mentalidad de escasez y nos acerca a un pensamiento más abundante y sostenible. Pero, por supuesto, no es solo un bonito cuento de hadas; los datos hablan por sí mismos. Desde la creación de la reserva, se ha visto un aumento en la diversidad de especies y una disminución en la presión pesquera.

La vaquita marina y otros mitos

En este punto, podríamos comenzar a hablar sobre la vaquita marina – un mamífero que se está quedando sin casa – y cómo ejemplos de buenas prácticas en salvaguardar el medio ambiente pueden servir como trompetas de esperanza. Sin embargo, la cuestión aquí es que la comunidad está poniendo su granito de arena para mantener el ecosistema saludable. Y a veces, esos granos, aunque pequeños, pueden crear grandes montañas.

¿De arriba hacia abajo o de abajo hacia arriba?

Antes de esta transformación, el modelo de gobernanza era predominantemente top-bottom (de arriba hacia abajo). Los pescadores pocas veces eran tomados en cuenta. Ahora, el enfoque bottom-top (de abajo hacia arriba) se ha vuelto el estándar. Y eso tiene un impacto real. Imaginen que las decisiones ya no provienen solo de una oficina lejana, sino que son una colaboración directa entre quienes realmente conocen el terreno (o el mar, en este caso).

Esto ha proporcionado un impacto visible en el comportamiento de los pescadores, quienes ahora se sienten más inclinados a respetar las regulaciones cuando son parte de la creación de las mismas. “No es lo mismo que alguien te ‘imponga’ que tienes que hacer algo…”, comparte Villasante. ¡Hagan la prueba!

Un ecosistema en transformación

Con el esfuerzo por restaurar la confianza y la responsabilidad, la comunidad ha observado resultados positivos. La curva de explotación de las especies está más equilibrada. Las capturas no suben y bajan como un yo-yo, sino que se estabilizan, lo que significa que los pescadores pueden salir a faenar con más certeza. Esto es un verdadero triunfo: el mar, después de todo, tiene que ser visto como una inversión para el futuro, no solo como un lugar de saqueo.

Se han hecho esfuerzos para educar a la comunidad sobre la importancia de la sostenibilidad. El mar es un recurso compartido y el éxito solo será un éxito si todos remamos en la misma dirección. Recuerdo una conversación con un amigo pescador que dijo: “Si no cuidamos de lo que tenemos, acabaremos sin nada”. Una lección simple, pero poderosamente directa.

La colaboración y sus frutos

Las reuniones entre científicos, pescadores y miembros de la administración ahora son comunes. Se fomentan espacios de diálogo donde todas las opiniones tienen peso, validando la voz de quienes han vivido y trabajado en la costa durante generaciones. Esta dinámica ha generado no solo confianza, sino una conexión más fuerte con el entorno.

Uno de los aspectos más satisfactorios de este modelo es que se han conseguido resultados tangibles. Cada vez que un pescador ve la abundancia de recursos en las aguas circundantes, saben que su esfuerzo ha valido la pena. Y además, eso mejora el clima social en la región. ¿Quién no querría participar en un proyecto que no solo está lleno de esperanza, sino que también garantiza la posibilidad de un futuro mejor?

La importancia del liderazgo local

Otro aspecto crucial de esta transformación es el nacimiento de líderes locales. En la comunidad de Os Miñarzos, ya no son solo científicos o funcionarios quienes hablan. Los pescadores que han vivido esta experiencia han tomado el timón y están dispuestos a hablar por sí mismos, defendiendo su modelo y extendiendo su mensaje de sostenibilidad a otros.

Como bien lo señala García Allut, “la sociedad civil tiene un papel crucial en el futuro de los estados”. Su influencia y su voz son esenciales para profundizar en una democracia más participativa.

Mirando hacia el futuro

No ha sido fácil. Adaptarse no solo implica cambios en las prácticas, sino también en los puntos de vista y en la mentalidad. Los residuos que nos dejó el Prestige enseñaron al sector pesquero que la sostenibilidad no era una opción, sino una necesidad.

En un mundo donde el cambio climático parece amenazarnos a cada instante, la experiencia de Os Miñarzos puede ser un faro de esperanza para otros pescadores, comunidades y gobiernos. Este “cambio transformador” en Galicia ha sido reconocido por la FAO y puede servir como un modelo a seguir no solo en Europa, sino en diversas latitudes del mundo.

A medida que reflexionamos sobre la trayectoria de este proyecto y su impacto, surge una pregunta: ¿Puede esta nueva forma de trabajar juntos ser replicada en otros contextos? Si hay algo que Os Miñarzos nos ha demostrado, es que la solidaridad, la confianza y el respeto por el medio ambiente son claves para forjar comunidades más resilientes.

Conclusión

Así que, cállenme pesimista, pero el verdadero éxito se mide no solo en los datos de captura, sino en la calidad de vida de la comunidad y en su conexión con la naturaleza. A través de su trabajo arduo y de su cambio de mentalidad, los pescadores de Os Miñarzos han creado un faro de cambio que brilla.

Y, al final del día, cuando tú y yo reflexionemos sobre nuestras propias interacciones con el medio ambiente, quizás podamos preguntarnos: ¿qué legado estamos dejando atrás? Ellos han aprendido que cuidar lo suyo es también cuidar del mar para las generaciones futuras. ¿Quién está listo para seguir su ejemplo?