El tema de los niños con altas capacidades es fascinante y complejo, casi como un rompecabezas con piezas que nunca parecen encajar del todo. Cuando pensamos en estos pequeños genios rodeados de estereotipos de éxito académico y genialidad, muchas veces olvidamos que detrás de esa imagen brillante hay una realidad emocional que no siempre es fácil de manejar. ¿Alguna vez has visto a un niño de siete años, con la mente funcionando a mil por hora, sentirse abrumado por tanto conocimiento sin poder compartirlo con otros? Si no lo has visto, permíteme contarte sobre mi sobrina, que a sus apenas diez años ya ha leído más libros que yo en toda mi vida – bueno, quizás estoy exagerando un poco, pero entiendes la idea.

La idea errónea de que ser «superdotado» es fácil

Vivimos en un mundo que glorifica la inteligencia y, en muchos sentidos, convertirla en una especie de superpoder. Claro, tener altas capacidades puede sonar impresionante. Pero, como bien explica la psicóloga Tristana Suárez, muchos de estos niños terminan enfrentándose a problemas que no son tan glamorosos. Desde fracaso escolar hasta sentirse fuera de lugar en sus grupos de amigos, estos problemas son mucho más comunes de lo que podríamos imaginar. Entonces, ¿realmente queremos etiquetar a nuestros hijos como «genios», o quizás deberíamos considerar un enfoque más humano y comprensivo?

Las dificultades emocionales de los niños con altas capacidades

La inteligencia y la creatividad son dos caras de la misma moneda. Para estos niños, el coeficiente intelectual elevado no solo implica un razonamiento académico poderoso; también les brinda una sensibilidad emocional extraordinaria. En mi experiencia, un niño con altas capacidades puede captar la tensión en una habitación con solo entrar, como si tuviera un radar emocional. Esto no es solo impresionante; puede ser abrumador. La empatía que sienten a menudo puede convertirse en un fardo, llevándolos a tener miedo de conectar con los demás por el riesgo de ser heridos.

Puedo recordar una anécdota de una de mis viejas amigas, cuya hija, por este exacto motivo, decidió no invitar a sus compañeros a su fiesta de cumpleaños. ¿La razón? “Mamá, no quiero que se burlen de mí porque sé más sobre la mayoría de los temas”. ¡Imagínate eso! Esa presión constante para «encajar» puede conducir a aislamiento, y eso es algo que, como sociedad, necesitamos abordar.

Reacciones de un sistema educativo poco adaptado

La realidad es que el sistema educativo, con su enfoque en un modelo de «niño promedio», a menudo deja atrás a estos pequeños brillantes. El hecho es que la metodología tradicional no satisface las necesidades de todos los estudiantes, especialmente aquellos que se encuentran en los extremos del espectro, ya sea por encima o por debajo del «promedio». Esto puede significar que un niño genio pase horas de aburrimiento en el aula, lleno de ideas sublimes que no puede expresar. Y esto lleva a la pregunta: ¿cuánto talento humano se está desaprovechando por una educación que no se adapta a sus necesidades?

Alicia Rodríguez, presidenta de la Asociación Española para Superdotados y con Talento, menciona que muchos de estos niños se enfrentan a obstáculos significativos a la hora de recibir la atención educativa que merecen. El sistema simplemente no tiene suficientes recursos para ayudar a cada caso particular. Imagina sentir que tu cerebro es un Ferrari, pero solo puedes conducir un triciclo. ¿Qué oro sería ver a estos niños prosperar en un entorno que estime sus habilidades y les ofrezca alternativas.

¿Cómo se siente ser un niño con altas capacidades?

Si alguna vez has tenido un momento “¡Eureka!” en la ducha, sabes lo emocionante que puede ser tener una nueva idea o solucionar un problema. Ahora imagina que ese momento se repite varias veces al día, pero que el mundo que te rodea parece no entender o apreciar esos destellos de genialidad. Puede ser bastante frustrante.

Como afirma Maite Garnica, directora del CES Superdotados, muchos de estos niños experimentan un pensamiento arborescente. Pero, ¿qué significa esto en un lenguaje más sencillo? Significa que su mente trabaja como un árbol que crece muchas ramas al mismo tiempo, cada una conectada a ideas o preocupaciones diferentes. Eso puede resultar en una oleada constante de pensamiento, donde surgen ideas brillantes rápidamente, pero también surge la ansiedad.

Es típico que un niño con estas características se sienta como si estuviera en una pista de carreras, donde todos los demás están corriendo a una velocidad diferente. No es que no quieran unirse, es solo que no pueden evitar sobrepensar cada situación.

Los padres y su papel crucial en la gestión emocional

Ser los padres de un niño con altas capacidades puede ser una montaña rusa emocional. A veces, te sientes como si fueras el conductor de un coche de choque, tratando de navegar por una serie de baches emocionales. Para esos padres, la comprensión y el apoyo son fundamentales.

Garnica da un consejo importante: ayudarles a gestionar su sensibilidad y las emociones que los rodean. No se trata solo de hacer que tengan buenas calificaciones, sino de comprender que la vida para ellos puede ser una experiencia intensa y emocional. Es vital ofrecer recursos educativos que permitan a estos niños explorar plenamente su potencial. Pero, sobre todo, es fundamental entender que su forma de ver el mundo puede ser completamente diferente.

En una conversación reciente con otra madre de un niño talentoso, hemos reflexionado sobre cómo a veces terminamos poniendo más presión de la debida para que nuestros hijos sean «exitosos», cuando en realidad necesitamos brindarles un ambiente donde puedan ser «felices». En lugar de presionar para obtener resultados académicos, quizás deberíamos centrarnos más en su bienestar emocional. ¿No crees?

Estrategias para ayudar a los niños con altas capacidades

Ahora que hemos examinado el panorama general y las múltiples complejidades que enfrentan estos pequeños genios, es momento de hablar de lo que realmente se puede hacer para darles el apoyo que necesitan.

  1. Crear un ambiente seguro: Es fundamental que estos niños sientan que pueden abrirse sin ser juzgados. Deben entender que sus sentimientos son válidos, incluso si los adultos que los rodean no siempre comprenden su perspectiva.

  2. Fomentar la creatividad y el juego: Proveer un espacio para que se expresen creativamente, ya sea a través de la escritura, la música o el arte, puede ser liberador para ellos. A veces, un simple “¿qué tal si dibujas eso que piensas?” lo cambia todo.

  3. Jugar a ser superheroes: ¿Recuerdas esos días en que jugabas a ser Superman o Wonder Woman? Fomentar juegos de roles puede ayudar a los niños a lidiar con sus emociones y a desarrollar empatía. Además, ¿quién no disfruta un bien merecido descanso de la vida seria?

  4. Ayudarles a establecer conexiones: Expander su círculo social con niños más grandes puede ayudarles a sentirse más comprendidos y menos aislados. Organizar actividades donde puedan interactuar con otros niños que compartan sus intereses puede ser excelente para su desarrollo social.

  5. Buscando ayuda profesional cuando sea necesario: En ocasiones, lo mejor que se puede hacer es acudir a un profesional que comprenda las necesidades específicas de estos niños. Los terapeutas pueden ser aliados valiosos para ayudar a los niños a enfrentar sus desafíos emocionales.

Conclusión: Un futuro prometedor para los niños con altas capacidades

En un mundo cada vez más interconectado, es crucial que entendamos las necesidades de los niños con altas capacidades. En vez de verlas como una bendición o una maldición, deberíamos revisar cómo podemos ayudarlos a aprovechar al máximo su potencial, al tiempo que se sienten felices y comprendidos.

A menudo, los mejores regalos que podemos ofrecerles son la empatía y la comprensión. Después de todo, ¿no es eso lo que todos buscamos en la vida? En lugar de presionarlos para que cumplan con un estándar imaginario, brindemos el amor y aceptación que realmente necesitan para florecer.

En una sociedad que deja tanto talento sin aprovechar, quizás sea el momento de replantear qué significa realmente tener altas capacidades y encontrar formas de ayudar a estos niños a entender lo maravillosa que puede ser su singularidad. La próxima vez que veas a un niño «diferente», en lugar de asustarte, quizás sea el momento de sonreír y preguntar: «¿Qué se te pasa por la cabeza?».