Estamos hablando de un edificio con historia, un inmueble que ha pasado de manos en manos a lo largo de varias décadas, marcado por un trasfondo de luchas políticas, ocupaciones y anhelos de restitución. Así es como el PNV (Partido Nacionalista Vasco) ha logrado, por fin, hacerse con la titularidad del edificio que alberga el Instituto Cervantes en París, un hecho que muchos consideraron un anhelo inalcanzable. Si alguna vez has tratado de arrebatarle un helado a un niño en la fila del supermercado (y no me mires así, a todos nos ha pasado), sabes lo que significa perseverar a pesar del rechazo. Así fue la historia de esta solicitud; una batalla entre papeles, leyes y un poco de destreza política.
Un viaje en el tiempo: desde la Guerra Civil hasta la actualidad
Para entender cómo este edificio en la avenida Marceau, en París, llegó a ser un símbolo de lucha para el PNV, es necesario retroceder un poco en el tiempo. En 1936, en medio de la Guerra Civil Española, el PNV adquirió el edificio a través de un testaferro, un método que muchos podrían considerar Hollywoodense si no fuera porque involucra el sufrimiento real de muchas personas. El objetivo era claro: crear una base para el gobierno en el exilio, salvaguardando así su existencia y su lucha.
Pero con la entrada de los nazis en Francia y la ocupación, el destino del inmueble cambió drásticamente. Pronto, las autoridades alemanas decidieron entregarlo al régimen de Francisco Franco. Imagina lo absurdo: adquiriste un inmueble para protegerlo y, de repente, termina bajo control del enemigo. Es como si un padre comprara un juguete para su hijo y luego otro niño, más travieso, lo recluyera en su casa. Duele, ¿cierto?
La legalidad en conflicto: testimonios de una lucha por la restitución
La historia legal en torno a este edificio parece un guion de película. Desde la compra del inmueble por un testaferro hasta la adquisición formal por el Estado español en 1943, pasamos por una serie de decisiones judiciales que, si fuéramos a graficarlas, parecerían más una montaña rusa que un camino recto. Para muchos vascos, este fue un caso de centralismo estatal que negaba la historia y los derechos adquiridos.
El PNV ha insistido durante años en que deberían ser compensados conforme a la Ley 43/1998 de Restitución o Compensación a los Partidos Políticos de Bienes y Derechos Incautados, ya que consideraban que el edificio les pertenecía por derechos históricos. Aquí es donde la historia se complica aún más, y quizás te estés preguntando: «¿No había otras maneras de resolver esto sin tantísima burocracia?”. ¡Exactamente! Pero ahí resurgen las luchas políticas y los desencuentros entre partidos.
El Tribunal Supremo dictó que el edificio no había sido incautado, y así, los intentos del PNV de reclamarlo resultaron en fracasos que, a largo plazo, se convirtieron en desgaste emocional.
De Rajoy a Sánchez: el camino hacia la resolución
El PNV nunca se rinde
Los diferentes gobiernos, desde José María Aznar hasta Pedro Sánchez, mantuvieron viva la llama del anhelo del PNV por recuperar el edificio. Imagínate ser un amante de la música, y tras varios años de prometer un concierto con tu banda favorita, finalmente, te dicen que sí… pero tendrán que cambiar de sede. Eso es lo que siente el PNV desde hace años.
El compromiso del Gobierno de Sánchez a respetar los acuerdos previos con el PP (Partido Popular) era el último rayo de esperanza. Y sorpresa: el traspaso del edificio se hizo realidad como parte de una modificación legislativa en la Ley de Memoria Democrática, un concepto que tiene una resonancia directa con la recuperación de derechos.
Un decreto que se convierte en ley
El 17 de diciembre de 2022, el Consejo de Ministros aprobó el cambio de titularidad del edificio. Fue un momento casi cinematográfico: había quien decía que el PNV estaba al borde del colapso, pero ahí estaban, resurgiendo como el Ave Fénix. ¿Y qué pasa ahora con el Instituto Cervantes? Tendrían que mudarse y, para sonrojo de la burocracia, pagar un alquiler definido como «renta de mercado». La historia se repite: un inmueble, una lucha, y todo un mundo de intereses cruzados.
¿No es irónico que un lugar dedicado a la promoción de la lengua y cultura española acabe atrapado en una telaraña de leyes y decretos? Parece más una comedia que un drama.
La reacción del PNV y la sociedad
Como no podía ser de otra manera, la reacción del PNV fue de celebración y reivindicación. La construcción de sus relatos en torno a esta historia ha sido monumental. La cesión del edificio fue especificada como una «justicia tardía» en la que había que recuperar lo que había sido secuestrado por la Gestapo y luego tomado por el régimen franquista. Al final, se trató de una historia en la que los vencidos finalmente podrían llevar la delantera.
Sin embargo, no todo fue un camino de flores. La controversia se esparció entre diferentes sectores de la sociedad. Algunos aplaudieron el traspaso, mientras que otros criticaron el «movimiento político» tras esta decisión. Es curioso cómo un edificio puede generar tantas pasiones. Te cuento que, si un día te encuentras en una cena donde el tema a debate es la historia del PNV y sus “herencias”, puedes esperar una interacción en la que las emociones estarán a flor de piel.
Reflexiones finales: una historia de derechos y resiliencia
A lo largo de los años, el PNV ha demostrado una resiliencia digna de un protagonismo en un filme de superhéroes. La lucha por el edificio no solo es la historia de un inmueble, sino un testimonio de la noble búsqueda de dignidad, derechos y justicia histórica.
No puedo evitar preguntarme: ¿cuántas historias como esta hay en el mundo que quedan en el olvido? Historias de reivindicación, de objetos, lugares y tradiciones que sostienen la identidad de los pueblos. Tal vez no todos tengan el desenlace que ha tenido esta narrativa del PNV, pero siempre queda un huella: la de quienes no se rinden y luchan por lo que sienten que les pertenece.
Así que, la próxima vez que pienses en la historia política de España y su complejidad, recuerda el edificio de la avenida Marceau y cómo, desde hace décadas, ha sido símbolo de anhelos, injusticias y reivindicaciones por parte del PNV. Y si alguna vez sientes que tus luchas son pequeñas, piensa en estos nacionalistas vascos. Si ellos pudieron enfrentar a un Estado y salir victoriosos, ¡tú también puedes lograrlo!
Y así termina esta historia, una narrativa donde la historia se despliega como un laberinto de emociones, lucha y, sobre todo, esperanza.