La política es un espectáculo extraño, ¿no lo crees? Siempre está cambiando, a veces da la sensación de que está dirigida por un guionista de Hollywood que no encuentra el final perfecto. Este lunes, Donald Trump volvió a hacerse con el timón de la nave estadounidense, y en las redes y medios, la conversación ha vuelto a girar en torno a la polarización, el populismo y, por supuesto, el sufrimiento de los que nunca están de acuerdo con el «gran hombre de color dorito». Pero, ¿qué significa realmente esta segunda toma de posesión? Como bien decía el presentador Wyoming en su monólogo inicial en El Intermedio, parece que estamos ante un verdadero desfile de magnates, líderes y políticos que se arrodillan ante el nuevo emperador como si se tratara de un personaje sacado de los libros de Astérix.
Populismo y el regreso del emperador dorado
Cuando hablamos de populismo, a menudo nos encontramos con una mezcla de desprecio y fascinación. Por un lado, la idea de que alguien esté hablando por “el pueblo” puede resonar con una audiencia desencantada con los tradicionalistas. Por otro, el ejemplo de Trump se presenta con claroscuros, donde el mensaje es a menudo más de ruptura que de unión. En esta segunda vuelta, la balanza parece inclinarse nuevamente hacia las ideas que caracterizaron su primer mandato: el racismo, la desinformación y ese desprecio por las normas democráticas que tantos esperaban que se quedara en el polvo. La interpretación de Wyoming de convertirnos en “la aldea gala” que resiste a los invasores es atractiva, pero, ¿realmente tenemos la fuerza para resistir?
Recuerdo un verano en el que, tras un maratón de lectura de Astérix, decidí que era un experto en resistencia. Para mí, los galos eran la simbología perfecta contra esos romanos invasores. Pero, ¿qué si estoy destinado a ser el único galo en una aldea de romanos? ¿No es eso un poco triste? Lo mismo puede suceder en el panorama político actual. En un país dividido de manera tan profunda, ¿podremos realmente encontrar la cohesión necesaria para abrazar los principios democráticos?
¿Un espectáculo de poder?
Lo que queda claro es que la segunda toma de posesión de Trump, apoyada por los gigantes de la industria, presentó una imagen de poder imponente. Wyoming lo resumió bien: “Una auténtica demostración de poder”. ¡Vaya si lo es! Los capitanes de la industria tecnológica haciendo fila como si esperaran en la carnicería, esperando que el “emperador dorado” les haga un gesto amigable. Aunque no puedo evitar preguntarme si todas esas empresas también están pensando en cómo van a salir bien paradas en este nuevo episodio de “Quién tiene la mayor cuenta bancaria” en lugar de centrarse en los intereses del pueblo.
Con tantas referencias a la historia, me resulta inevitable recordar una conversación que tuve en una cena hace un par de semanas. Un amigo me decía que las políticas de Trump han demostrado que puedes tener poder y aún así perder a tu base de votantes. “Es como tratar de invitar a tus amigos a una barbacoa mientras sirves solo tofu”, dijo, riéndose. “Te puede ir bien con los veganos, pero los carnívoros probablemente no van a volver”.
La lucha por la democracia
Poner en perspectiva el regreso del trumpismo no solo implica reconectarnos con la política militarizada de los ricos y poderosos, sino también mirar hacia el futuro y considerar qué se puede hacer para salvar la democracia. Desde el discurso de Wyoming, que la ciudadanía y sobre todo los jóvenes no tienen que quedarse de brazos cruzados. Ante este avance de la ultraderecha, él invita a pensar en los principios que nos unen, que son la esencia de cualquier democracia saludable.
Quizá su mensaje resuena porque, en cierta medida, tiene razón. En el proceso de desinformación y racismo, lo que muchas veces nos resulta más difícil de soportar es la falta de fe en que las cosas puedan cambiar. ¿No es frustrante pensar que tenemos el poder de actuar, solo para ver que la maquinaria democrática parece romperse a nuestro alrededor?
La responsabilidad colectiva
A medida que la historia democrática de Estados Unidos se repite, también lo hacen los errores. Y aquí, no solo somos espectadores, también somos responsables. La empatía es fundamental. Tal vez, como ciudadanos del mundo, debamos replantear cómo interactuamos con nuestras comunidades para promover un cambio real. Esto puede exigir más de nosotros que simplemente mostrar nuestro desagrado en redes sociales.
Si no queremos ser los galos atrapados en un mar de romanos, entonces necesitamos estrategias. Recuerdo que una vez, tratando de enseñar sobre democracia a un grupo de jóvenes, les pregunté: “¿Qué harían si tuvieran el poder de cambiar las cosas?”. Las respuestas eran tan diversas como interesantes, desde propuestas de leyes hasta nuevas formas de gobierno. La juventud tiene la creatividad que a veces parece perdida en el peso de la historia.
De los gritos a la acción
Sería un error pensar que solo los negocios y los políticos tienen voz en este escenario. La verdadera fuerza esencial reside en el pueblo. Lo interesante es que, ante el regreso de Trump y el ascenso del populismo, hemos visto surgir movimientos y colectivos que han tomado la iniciativa. ¿Es este un indicativo de que el espíritu de la resistencia está vivo? Sin duda, hay una llama que sigue encendida en muchas comunidades, listas para luchar por la democracia y el respeto.
¿Pero cómo se traduce eso en acción? A menudo me encuentro pensando que, aunque esté en mi cómodo sofá, con mi café en mano, el momento de actuar es ahora. Ya sea organizando foros comunitarios, participando en manifestaciones pacíficas o simplemente hablando con aquellos que piensan diferente, la acción puede tomar formas muy variadas. Se trata de encontrar espacios comunes, de crear diálogos donde, incluso en las diferencias, podamos escuchar.
Mirando hacia el futuro
La llegada de este nuevo ciclo político lleva consigo el deseo de no sólo retomar lo hecho, sino de aprender de los errores del pasado. Vemos a figuras en el ámbito internacional, que aunque podrían sentirse cómodos en sus aliados, deben recordar que el reverso de la moneda es importante. Es vital mantener una democracia próspera y lograr que el intolerante no arrastre a los tolerantes.
Como bien dice Wyoming, “no tenemos poción mágica que nos ayude”, pero sí podemos apoyarnos en principios sólidos y, sobre todo, en la creencia en la cordura. Después de todo, la historia nos ha enseñado que siempre habrá resurgimiento, y mientras haya personas que crean en la democracia y en la posibilidad de un mundo mejor, siempre habrá esperanza.
Por último, la segunda toma de posesión de Trump es un recordatorio. A veces, el regreso de lo que parecía perdido puede parecer un mal sueño, pero también puede ser el catalizador para el cambio que tanto anhelamos. Mientras sigamos siendo críticos y busquemos la justicia en lugar de sumergirnos en la desinformación, tenemos la posibilidad de escribir nuestra propia historia. Así que, ¿estás listo para actuar y ser parte de ese cambio?
Y así termina este análisis atemporal y algo cómico, que recuerda que aunque somos un poco como los personajes de Astérix en batalla constante, también tenemos el poder de hacernos escuchar y cambiar nuestra narrativa. Mientras la política continúe siendo un espectáculo, asegúrate de que tu voz se escuche en el escenario.