La dana (Depresión Aislada en Niveles Altos) que azotó a España el pasado 29 de octubre fue una de esas catástrofes que marcan a un país. A casi tres meses de esta tragedia, en la que se reportaron 232 muertos, el Senado ha tomado la decisión de investigar las acciones y (sobre todo) las inacciones de los políticos en esos momentos críticos. ¿Realmente se apreció el esfuerzo por ayudar a las víctimas o solo se hicieron exámenes de gestión en tiempos de crisis?

Así comienza la historia. Pero, como en cualquier buena película de suspenso, hay giros inesperados. La pregunta que persiste en mi mente es: ¿será esta una investigación que lleve a un cambio significativo o simplemente una oportunidad para hacer politiqueo? Acompáñame en este recorrido lleno de matices, anécdotas y, quizás, algún que otro chascarrillo.

La impresionante magnitud de la tragedia

No sé ustedes, pero a veces me llega una noticia que me hace sentir un nudo en la garganta. Cuando vi las imágenes de la dana, no pude evitar recordar aquel día en que, de niño, casi me ahogo en una piscina que, aunque pequeña, también estaba notablemente sobresaturada. Podría haber sido un día de diversión, pero lo que recuerdo son las risas de mis amigos que se desvanecieron en el agua. A veces, las tragedias ocurren de inmediato, y las consecuencias se pueden sentir durante años.

La dana de octubre fue diferente—no hubo espacio para risas o alivio. En cambio, el agua avanzó tan rápido que muchos valencianos se vieron obligados a aferrarse a lo que podían: árboles, farolas, incluso ¡un camión! Nunca olvidaré la mirada de desesperación en esos ojos que clamaban por ayuda. Todo esto nos lleva a cuestionar: ¿dónde estaban nuestros líderes cuando más se les necesitaba? ¿Estaban inmersos en la sobremesa mientras otros luchaban por sus vidas?

La gestión política: ¿una historia de desencuentros?

Por si la situación no fuera bastante dramática, el Senado ha creado una comisión para investigar lo que sucedió ese día fatídico. La mesa de esta comisión está presidida por Gerardo Camps, un político con un pasado en la Generalitat, quien ha declarado que el objetivo es “responder con respeto y justicia”. Aplaudido por propios y extraños, suena como un eslogan, ¿verdad?

Pero, vamos a ser honestos: ¿acaso algún político que se precie alguna vez se ha presentado a sí mismo como la solución media? Siempre hay matices, agendas ocultas y discursos cuidadosamente elaborados. En este caso, se pronostica que la comisión no será diferente a cualquier otra. Tras el primer día, el objetivo es honrar a las víctimas, pero ¡seamos sinceros! El morbo de ver cómo se desmarcan unos de otros es difícil de resistir.

La ira y la risa: esas son las emociones que me invaden cada vez que veo a políticos lanzarse dardos envenenados. Carlitos Mazón, el presidente de la Generalitat, ha prometido rendir cuentas, pero ya se vislumbra que tendrá que hacer lo que los políticos hacen mejor: dar rodeos. Hay que ver cómo se despliegan en las comparecencias, buscando la forma de no responder. De hecho, se rumorea que algunos de ellos cruzaron los dedos prometiendo que «cuando el río suena, agua lleva». Bueno, yo creo que con las aguas revueltas el ruido se hace mucho más fuerte.

Las críticas entre partidos: ¿una lucha sin cuartel?

El enfrentamiento político se intensifica, y no sería una sorpresa si acabamos viendo más ataques de PR y menos soluciones efectivas. En esta tormenta de heridas abiertas que ha dejado la dana, es fundamental preguntarnos: ¿están realmente los partidos políticos interesados en ayudar o son solo buenas palabras para justificar su salario de final de mes? Este es el dilema.

El ingenioso sarcasmo del PP, con Alberto Núñez Feijóo sacando a relucir maliciosas comparaciones sobre la ayuda a Gaza y la gestión de la Generalitat, nos deja con una mezcla de incredulidad y risa nerviosa. ¿Realmente se atreven a equiparar la ayuda humanitaria con un desastre natural en casa? No sé qué les sorprendería más a nuestros políticos: la insensibilidad de sus comentarios, o que nosotros, el pueblo llano, aún nos asombramos de ellos.

La pregunta del millón

En medio de toda esta calamitosa situación, surge la pregunta esencial: ¿qué necesita realmente la población afectada? Además de ayuda urgente, merecen respuestas. La incomprensible ocultación de detalles por parte de Mazón, relacionado con su comportamiento a lo largo de esas horas fatídicas, deja una sensación de charla de café que apesta. Como la última vez que mi amigo tocó el piano mientras todos los demás eran hacedores de ruido en una fiesta, sí, las notas pueden sonar bellas, pero si estás sordo al contexto, poco importa.

La negatividad que se cierne sobre la gestión no debe ser un obstáculo para actuar. La indignación pública puede ser un poderoso motor. Las palabras de Camps sobre “honrar a las víctimas” son esenciales, pero ¿será suficiente para mover las piezas?

El futuro: un camino incierto

Ahora, mientras la comisión continúa, se plantean nuevas interrogantes. ¿Logrará este esfuerzo institucional cambiar algo en la forma en que se gestionan las crisis en el futuro? Es un hecho que muchas veces estas investigaciones se convierten en el tipo de comisiones que, sinceramente, parecen más un espectáculo que una búsqueda genuina de la verdad.

Y aquí es donde entran las anécdotas personales. Recuerdo que una vez, en una fiesta, una amiga se ofreció a hacer un karaoke. Alguien se robó el micrófono y, en vez de llevar una emocionante canción, cantó una balada triste que hacía reír a todos por lo mal que lo hacía. Entre risas, entendimos que se trataba de disfrutar y no de ser perfectos. Tal vez, ese es el enfoque que necesitamos ante estas tragedias: ¿podemos permitirnos el lujo de aprender de nuestros errores y, al mismo tiempo, honrar los recuerdos de quienes perdieron tanto?

A lo largo de la historia de España, hemos visto situaciones en las que la política se ha quedado corta. La esperanza, sin embargo, nunca se pierde porque, aunque tengamos nuestros defectos, siempre hay una chispa de humanidad.

El camino de la reconstrucción podría ser más fácil si, al final, esta comisión no fuera otra más de tantas. Lo que está claro es que lo que está en juego hoy es más que una marea de palabras, es el bienestar de las comunidades afectadas.

Reflexión final: es hora de actuar

Como forma de cierre, la dana del 29 de octubre nos ha dejado una inconmovible herida, pero también la oportunidad de hacer cambios significativos en la gestión de crisis. Puede que exista la comisión, pero la verdadera responsabilidad recae en nosotros, como ciudadanos, para asegurarnos de que esto no se olvide y que nuestras voces sean escuchadas en este juego de alta política.

Entonces, después de reflexionar, me pregunto: ¿seremos capaces de presionar a nuestros líderes para que actúen con integridad y responsabilidad? ¿O nos resignaremos a ver cómo, una vez más, se eluden las preguntas difíciles, como el niño que no quiere compartir el postre? La elección es nuestra. Es tiempo de mantener la esperanza y trabajar juntos por un futuro donde la tragedia no se convierta en una habitual narrativa política.