En el fascinante universo del cine, donde las luces brillan con fuerza y las historias capturan nuestra atención, existe un ámbito que a menudo queda en las sombras: el verdadero costo que algunos actores y actrices deben pagar para dar vida a sus personajes. La historia de Margaret Qualley en La sustancia es un testimonio desgarrador y, al mismo tiempo, hilarante de cómo la búsqueda de la perfección puede llevar a resultados inesperados. ¿Quién diría que un rol en una película de terror podría desencadenar una serie de eventos que afectarían la piel de una actriz?

La preocupación por la imagen en la industria del cine

La industria cinematográfica, al igual que cualquier otra, no es ajena a la presión social por cumplir con ciertos estándares de belleza. Desde tiempos inmemoriales, los actores han tenido que lidiar con exigencias no solo relacionadas con su actuación, sino también con su apariencia física. En un mundo donde el body horror y la estética aterradora emergen como temas centrales, La sustancia ha salido a relucir como una obra que no solo desafía el edadismo y el machismo, sino que también se convierte en un espejo de las luchas personales de sus protagonistas.

Al escuchar los relatos de Qualley, una reflexión surge: ¿cuánto tiempo se invierte realmente en la imagen versus en el talento real que estos artistas poseen? Me hace recordar cuando, en mis días de juventud, decidí teñirme el cabello de azul. Fue una aventura que quedó grabada en mi memoria (y escaneada en muchas fotos). Al final, me tomó más horas deshacerme del tinte que de disfrutar de la atención que recibí. Quizás no es tan diferente de lo que enfrentan muchos actores al salir de sus transformaciones físicas.

Un viaje de transformación doloroso

Margaret Qualley no es una recién llegada a la industria. Hija de Andie MacDowell, ha tenido que navegar por el complicado mar que los medios construyen alrededor de los «nepo babies». Sin embargo, su trabajo en La sustancia, dirigida por Coralie Fargeat, ha catapultado su carrera a nuevas alturas. Pero a un costo… ¿y qué costo es ese?

Como bien compartió en el podcast Happy Sad Confused, su transformación en el alter ego de Demi Moore no solo requirió horas de maquillaje y prótesis; también dio como resultado una pequeña tormenta en su piel. “Al final, cuando sale mi falda en los créditos iniciales y se ven esas palmeras, es porque mi cara estaba destrozada”, dice Qualley con un toque de humor que alivia la gravedad de la situación. Pero, veamos esto más de cerca.

Imagínate en su lugar, bajo luces brillantes, con un equipo de grabación a tu alrededor y, para colmo, tu piel empieza a tener la vida de su propio personaje de horror. Es la pesadilla de cualquier actor y, sin embargo, Qualley lo tomó con gracia y, sí, un poco de ironía. Aunque siempre es triste ver a alguien sufrir, a veces la vida tiene formas extrañas de unirse para ofrecernos lo que se convierte en un relato de resiliencia.

El legado del acné en nuevas producciones

La historia de Qualley no termina en la película de terror. Curiosamente, después de enfrentar esos desafíos, se encontró con el director Yorgos Lanthimos para Kind of Kindness, donde el acné que le atormentó se convirtió en una herramienta creativa. Uno de los personajes de la cinta lidia con un problema grave de acné, y adivina qué: “Ese era el acné que cogí por las prótesis”, se ríe Qualley.

Es un giro irónico que no puede evitar evocar una sonrisa. Es casi como si la vida le estuviera gritando: «¡Usa lo que te ha herido y conviértelo en arte!». Su capacidad para encontrar la luz en medio de lo difícil es un recordatorio que todos necesitamos. Con sus palabras, parece cuestionar lo que significa realmente “belleza” en esta era moderna.

La crítica del edadismo y machismo en la industria

Hay algo esencial que debemos discutir: la película La sustancia no solo se ha tratado de un viaje personal para Qualley, sino que también ha sido un grito de guerra contra dos gigantes en la industria: el edadismo y el machismo. A menudo, las mujeres son encasilladas por su edad o la imagen de belleza que se espera de ellas, mientras que su valor como artistas se reduce a su apariencia.

Algunos pueden preguntarse, ¿por qué es tan importante señalar esto ahora? La respuesta es clara: porque la representación importa. La sustancia ha desafiado estos convencionalismos y ha mostrado personajes complejos que son más que una simple «cara bonita». Como sociedad, necesitamos más voces que hablen contra estas injusticias y que, sobre todo, den espacio a historias diversas.

Lo bueno es que la película le está saliendo a cuenta a La sustancia, que, a pesar de su temática terrorífica, ha recibido múltiples nominaciones a los BAFTA. Es un momento brillante no solo para el cine de terror en general, sino también para las voces que han sido tradicionalmente ignoradas.

La belleza y sus paradojas

Lo que nos lleva a una pregunta aún más profunda: ¿es realmente necesario que la belleza tenga un precio tan alto? A medida que profundizamos en el viaje de Qualley, podemos ver que su historia es un microcosmos de lo que muchos enfrentan en el mundo del espectáculo. Desde la presión para adaptarse a los ideales de belleza hasta el costo físico involucrado en esa adaptación, este terreno es peligroso, desgastante y, en muchos casos, inevitable.

Trato de imaginar cómo sería la vida si todos vistieran sus imperfecciones como medallas de honor en lugar de estigmas. Quizás este cambio comenzaría con que nuestros íconos en la pantalla grande comenzaran a hablar más sobre sus luchas personales. O, mejor aún, si lográramos cambiar la narrativa de la belleza y el éxito en general.

Como bien dice el famoso dicho: “No hay una belleza perfecta, solo hay belleza auténtica”. Así que, la verdadera pregunta es, ¿podemos llegar a apreciar la autenticidad detrás de la fachada brillante? Seguramente sí, pero eso depende de cómo los artistas, como Margaret Qualley, continúen desafiando los estándares y construyendo sus relatos.

Las lecciones del camino

En conclusión, el camino de Margaret Qualley en el cine es un recordatorio poderoso de que la belleza viene con sus propios retos, y a menudo el camino hacia la aceptación personal — y profesional — es cualquier cosa menos que lineal. Su historia nos invita a cuestionar por qué nos desvivimos tanto por la imagen y cómo estos ideales afectan tanto a los artistas como al público.

A medida que el cine avanza hacia una representación más justa y empoderadora, el viaje de Margaret puede ser un faro de esperanza. Ella ha tomado su sufrimiento y lo ha transformado en arte, algo que bastante admiramos. Quizás la próxima vez que veamos a un actor o actriz en la pantalla, podamos recordar que detrás de esa construcción de belleza y talento, hay una historia de sacrificio y coraje.

Así que, ¿qué te parece la idea de escuchar a los actores hablar sobre su verdadero yo? Luego de todo, si el acné de una actriz puede llevar a una actuación conmovedora, ¿qué más historias no nos están contando?

La industria del cine está en una encrucijada, y personajes como Margaret Qualley son los que nos llevarán al siguiente capítulo donde la autenticidad es la nueva moda y ser fiel a uno mismo se convierte en el objetivo principal. Así que prepárate, porque la próxima vez que veas La sustancia, recuerda: la verdadera belleza muchas veces se refleja en el sacrificio y la valentía que lleva a alguien a presentarse en lo más crudo y real.